Espa?a, la frontera del laicismo
La Iglesia cat¨®lica ha trazado una l¨ªnea en la arena. Ha marcado un l¨ªmite tras el que est¨¢ dispuesta a resistir y a hacer frente al llamado relativismo moral europeo, al todo vale, a lo que considera una oleada de laicismo que amenaza con destruir valores b¨¢sicos de la sociedad y que lleva tras de s¨ª sombras de totalitarismo y nihilismo. La Iglesia act¨²a por razones doctrinales, evidentemente, pero tambi¨¦n se apoya en argumentos hist¨®ricos y geopol¨ªticos: la Europa occidental aparece, vista desde la Santa Sede, como una regi¨®n del mundo aquejada de tendencias suicidas. "Occidente sufre un extra?o odio de s¨ª mismo que s¨®lo puede calificarse de patol¨®gico", afirma en su ¨²ltimo libro, Europa, el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe e intelectual supremo del Vaticano. "Para sobrevivir", a?ade, "Europa necesita una nueva autoaceptaci¨®n, ciertamente cr¨ªtica y humilde".
La Iglesia ha marcado el l¨ªmite tras el que est¨¢ dispuesta a enfrentarse al 'relativismo europeo', al 'todo vale', a una oleada de laicismo que amenaza valores sociales b¨¢sicos
Tras la victoria socialista, Espa?a parece haber sido elegida por el Vaticano para la defensa a ultranza de tres valores: la familia, el respeto absoluto a la vida y la libertad religiosa
El Papa entreg¨® el pasado 18 de junio al embajador Dezcallar una carta muy dura contra los planes de acelerar el divorcio, ampliar el aborto y permitir el matrimonio homosexual
"El problema radica en la palabra 'matrimonio", dice una fuente an¨®nima vaticana, seg¨²n la cual un tipo de uni¨®n gen¨¦rica que valga para los homosexuales no ser¨ªa 'casus belli'
La Iglesia cat¨®lica atraviesa por una delicada fase que, simult¨¢neamente, es 'resistencialista' y 'victimista' frente a una supuesta persecuci¨®n laicista contra la fe
La jerarqu¨ªa cat¨®lica teme que el 'desarme moral' que est¨¢ percibiendo en las sociedades europeas las deje indefensas ante los 'valores fuertes' de la inmigraci¨®n musulmana
Navarro Valls: "La Santa Sede no puede mantener con un Gobierno unas relaciones distintas, mejores o peores, que las de ese Gobierno con los cat¨®licos de su pa¨ªs"
El catolicismo se siente, en cierta forma, el ¨²ltimo basti¨®n de la cultura europea. Un basti¨®n bajo asedio. La palabra persecuci¨®n es pronunciada incluso por cardenales como Renato Raffaele Martino, presidente del Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz. La Iglesia se dispone a defender los valores sociales que considera b¨¢sicos, como la inviolabilidad de la persona y la funci¨®n nuclear de la familia, tras una l¨ªnea de resistencia. Y la l¨ªnea pasa por Espa?a.
Nadie en la alta jerarqu¨ªa vaticana est¨¢ dispuesto a admitir que el enfrentamiento entre el Gobierno y los obispos espa?oles forme parte de un conflicto de escala continental. El de Espa?a, dicen, es un problema puntual, generado por factores muy concretos. Sobre todo, por el proyecto gubernamental de convertir el matrimonio en una uni¨®n de c¨®nyuges, abierta, por tanto, a todas las combinaciones sexuales posibles. Existe ya, sin embargo, el matrimonio homosexual en Holanda, sin que ello haya causado demasiado revuelo. Un miembro de la jerarqu¨ªa admite que, en efecto, Espa?a es "especial, por su importancia hist¨®rica y por la fuerza de su tradici¨®n cat¨®lica".
Entre el cuerpo diplom¨¢tico acreditado ante la Santa Sede s¨ª est¨¢ extendida la sospecha de que Espa?a ha sido elegida, una vez conocidos los planes de la nueva Administraci¨®n socialista, como ¨¢mbito en el que se impone la defensa de un modelo de sociedad basado en tres valores irrenunciables para el catolicismo: la familia, el respeto absoluto a la vida y la libertad religiosa. El resultado del pulso planteado por la Conferencia Episcopal Espa?ola tendr¨¢, seg¨²n esos diplom¨¢ticos, una gran trascendencia en Europa y en Latinoam¨¦rica.
Dur¨ªsima carta del Papa
Los t¨¦rminos los marc¨® el propio Juan Pablo II el pasado 18 de junio, cuando recibi¨® las cartas credenciales del nuevo embajador espa?ol ante la Santa Sede, Jorge Dezcallar. El Papa entreg¨® a Dezcallar un carta dur¨ªsima contra los proyectos de acelerar el divorcio, ampliar los supuestos legales del aborto y permitir el matrimonio entre homosexuales. En los meses siguientes tomaron la palabra tres pesos pesados de la Curia. El cardenal Juli¨¢n Herranz, espa?ol, miembro del Opus Dei, presidente del Consejo Pontificio para la Interpretaci¨®n de los Textos Legislativos (el ministro de Justicia vaticano), carg¨® contra los planes de reforma de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero desde un enfoque legal. Renato Raffaele Martino, presidente del Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz (o ministro de Asuntos Sociales), abord¨® la perspectiva social. Y Joseph Ratzinger, presidente de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, antes llamada Santo Oficio o vulgarmente Inquisici¨®n, hizo una cr¨ªtica teol¨®gica y global.
La reforma espa?ola, declar¨® Ratzinger al diario La Repubblica la pasada semana, no s¨®lo destru¨ªa la familia, sino el conjunto de la sociedad. "El derecho crea la moral, o una forma de moral, porque la gente com¨²n generalmente considera que lo que es legal es tambi¨¦n moralmente l¨ªcito", explic¨®. "Si juzgamos esa uni¨®n [el matrimonio homosexual] como m¨¢s o menos equivalente al matrimonio, tenemos una sociedad que deja de reconocer la especificidad y el car¨¢cter fundamental de la familia, es decir, el ser propio del hombre y la mujer que tiene como fin dar continuidad, no s¨®lo en un sentido biol¨®gico, a la humanidad. La opci¨®n hecha por el Gobierno espa?ol tampoco favorece realmente a esas personas [los homose-xuales], ya que destruye elementos fundamentales en un orden de derecho".
La doctrina cat¨®lica establece que las relaciones homosexuales (no la homosexualidad) constituyen un pecado. Eso es bien sabido, y el ex aspirante a comisario europeo Rocco Buttiglione se encarg¨® de recordarlo en una pol¨¦mica comparecencia parlamentaria.
La Iglesia condena adem¨¢s cualquier reconocimiento legal de la uni¨®n entre personas del mismo sexo, como deja muy claro un documento del cardenal Ratzinger, Consideraciones sobre los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales: "Es necesario oponerse a ellas de forma clara y firme; hay que abstenerse de cualquier tipo de cooperaci¨®n formal a la promulgaci¨®n o aplicaci¨®n de leyes tan gravemente injustas, as¨ª como, en cuanto sea posible, de la cooperaci¨®n material en el plano aplicativo. En esta materia, cada cual", dice el documento, "puede reivindicar el derecho a la objeci¨®n de conciencia". Es decir, la resistencia, en t¨¦rminos c¨ªvicos, debe ser tan rotunda como frente al aborto.
El posible derecho de adopci¨®n por parte de parejas homosexuales se considera, adem¨¢s de "gravemente inmoral", una vulneraci¨®n de los derechos supremos del ni?o establecidos por la ONU.
El rotundo rechazo doctrinal afecta a todos los cat¨®licos. Otra cosa es el ¨¢mbito de las relaciones entre Estado e Iglesia. "El problema aqu¨ª radica en la palabra matrimonio. Si se legaliza alg¨²n tipo de uni¨®n gen¨¦rica que valga para los homosexuales, a nosotros, por supuesto, nos parece mal, pero nos limitamos a plantear una protesta m¨¢s o menos formal y todo queda ah¨ª. No pasa nada. Nadie sale a manifestarse y no se crea ning¨²n conflicto". Estas palabras fueron pronunciadas, bajo condici¨®n de anonimato, por un miembro de la jerarqu¨ªa vaticana. Lo que no se admite, pues, es que se redefina el concepto de matrimonio.
Por otra parte, la Iglesia rechaza cualquier acusaci¨®n de homofobia o de voluntad de discriminar a los homosexuales. "Es totalmente falsa la alternativa: o reconocimiento legal o injusta discriminaci¨®n. Si en alguna parte del mundo hay algo que implique injusta discriminaci¨®n", escribe el te¨®logo monse?or ?ngel Rodr¨ªguez Lu?o, "ha de eliminarse por caminos que no supongan injusticias y males de la misma importancia. Un mal no se suprime con otro mal".
V¨ªctima y resistente
La Iglesia cat¨®lica atraviesa una fase que podr¨ªa definirse a la vez como victimista (reflejada en las frecuentes referencias a una supuesta persecuci¨®n laicista contra su fe) y resistencialista ante esa misma supuesta persecuci¨®n. Cuando en septiembre Juan Pablo II visit¨® el santuario de Lourdes, en el que fue tal vez su ¨²ltimo viaje, pronunci¨® una frase muy reveladora. Con sus ya muy escasas fuerzas, lanz¨® a los peregrinos un grito que parec¨ªa propio de otros tiempos, de su ¨¦poca como palad¨ªn del anticomunismo: "?Defended vuestra libertad!". Se refer¨ªa a la libertad de vivir y manifestarse como cat¨®licos frente a la coacci¨®n de lo pol¨ªticamente correcto, de la ciencia como valor supremo y aut¨®nomo, del relativismo moral y de la propensi¨®n de los Estados a renunciar a su neutralidad en materia religiosa para decantarse hacia el lado de la no religi¨®n.
El cardenal Ratzinger, hombre fuerte del Vaticano en el crep¨²sculo del papado de Karol Wojtila, habla con frecuencia de la "agresividad ideol¨®gica" del laicismo, que intenta desplazar de la esfera p¨²blica los sentimientos religiosos "en nombre de una racionalidad que en realidad es s¨®lo expresi¨®n de un cierto racionalismo". En conversaciones privadas, te¨®logos y miembros de la jerarqu¨ªa subrayan que ese "racionalismo laicista" contiene la semilla del caos. "Si vale el matrimonio homosexual, tambi¨¦n valdr¨¢ m¨¢s adelante, si un grupo de presi¨®n lo pide, el reconocimiento legal de los tr¨ªos. Y si vale la clonaci¨®n, tambi¨¦n valdr¨¢, llegado el momento, la creaci¨®n de colonias de seres humanos condenados a ser simples productores de ¨®rganos para trasplantes. Si todo vale, nos dirigimos a una pesadilla de tipo orwelliano", coment¨® un profesor de teolog¨ªa a este peri¨®dico.
"Asistimos a la aparici¨®n de una intolerancia que confunde la laicidad del Estado con el laicismo y que no s¨®lo se atribuye el agnosticismo y el relativismo moral como filosof¨ªa, sino que adem¨¢s considera err¨®nea cualquier otra posici¨®n", declar¨® en octubre el cardenal Juli¨¢n Herranz al diario Il Giornale. "Existe el riesgo de que se instaure una forma de totalitarismo laico que lesione uno de los derechos fundamentales de la persona, el de la libertad religiosa".
Por otro lado, la jerarqu¨ªa cat¨®lica teme, en el terreno geopol¨ªtico, un fen¨®meno de tipo contrario: teme que el desarme moral que percibe en las sociedades europeas las deje indefensas ante la irrupci¨®n de los valores fuertes que trae consigo la inmigraci¨®n musulmana. "La fe en Dios de los musulmanes, la consciencia de que todos debemos someternos al juicio de Dios, junto con un cierto patrimonio moral y la observancia de algunas normas que demuestran que la fe, para existir, requiere algunas expresiones comunes: todo eso, nosotros lo hemos perdido un poco", se?al¨® el cardenal Ratzinger.
En esta situaci¨®n de inquietud cat¨®lica, los proyectos que anunci¨® el Gobierno espa?ol tras la victoria de la izquierda el 14 de marzo fueron considerados una agresi¨®n en toda regla. "Se abordaron a la vez la homosexualidad, el aborto, el divorcio, la ense?anza de la religi¨®n... Ah¨ª hay todo un programa ideol¨®gico, un plan preconcebido de ataque al catolicismo", declar¨® una fuente vaticana. La asistencia del presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, acompa?ado de varios ministros, al estreno de Mar adentro, la pel¨ªcula de Alejandro Amen¨¢bar sobre el suicidio asistido de Ram¨®n Sampedro, fue interpretada tambi¨¦n como toma de posici¨®n oficiosa a favor de la legalizaci¨®n de la eutanasia.
Cuando el Gobierno de Zapatero quiso calmar los ¨¢nimos y dio muestras de buena voluntad, lo hizo con un poco de torpeza. El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel ?ngel Moratinos, aprovech¨®, por ejemplo, el acto de la firma del texto constitucional europeo, celebrado en Roma el pasado 29 de octubre, para reunirse con la m¨¢xima discreci¨®n posible con monse?or Giovanni Lajolo, jefe de la diplomacia vaticana. Lajolo se declar¨® encantado de recibir a Moratinos y el encuentro se desarroll¨® en t¨¦rminos muy cordiales, aunque persistieran las diferencias de fondo. Pero las citas a escondidas en pleno s¨¢bado no son la f¨®rmula preferida por el Vaticano para el desarrollo de sus relaciones con un Estado de tanto peso como el espa?ol. Una de sus quejas consiste, precisamente, en que la Administraci¨®n de Zapatero ha rehuido el di¨¢logo abierto y directo con la Iglesia, que, para el Vaticano, est¨¢ representada por la Conferencia de los obispos espa?oles.
Tender puentes
"Conviene evitar las declaraciones p¨²blicas y la tendencia a lanzar mensajes a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n. Ahora es esencial reducir la crispaci¨®n, tender puentes y adoptar una perspectiva de largo plazo", indic¨® el embajador de Espa?a ante la Santa Sede, Jorge Dezcallar.
"La Santa Sede no puede mantener con un Gobierno unas relaciones distintas, mejores o peores, que las de ese Gobierno con los cat¨®licos de su propio pa¨ªs", se?al¨® a su vez Joaqu¨ªn Navarro Valls, portavoz de Juan Pablo II. Navarro Valls sugiri¨® que la soluci¨®n al conflicto abierto no pasar¨ªa en ning¨²n caso por la plaza de San Pedro, sino por una negociaci¨®n directa entre las autoridades espa?olas y la Conferencia Episcopal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.