"Cuando abr¨ª los ojos ya estaba en urgencias"
A¨²n dolorido tres d¨ªas despu¨¦s de ser atacado, A. P. F. se recupera de las lesiones en el hospital cl¨ªnico San Carlos
A. P. F. camina por la tercera planta del hospital cl¨ªnico San Carlos con un bote de cristal de suero y otro de sedantes a cuestas. Lleva todo el d¨ªa en su habitaci¨®n, y tiene ganas de fumarse un cigarrillo. Ahora no viste ninguna de sus camisetas negras de grupos de heavy, ni la chupa, ni las botas, su atuendo habitual. Desde el viernes, cuando un grupo de j¨®venes de ideolog¨ªa neonazi la emprendi¨® a golpes contra ¨¦l sin mediar palabra, el pijama azul hospitalario es su ¨²nico uniforme.
Este madrile?o de 30 a?os, soltero, cocinero desde hace cinco en un restaurante de la avenida de P¨ªo XII, tiene la mand¨ªbula fracturada, el labio cosido con varios puntos, el codo destrozado, la frente amoratada, la rodilla vendada... "Y muchos dolores". Ayer fue trasladado a planta, despu¨¦s de pasar varios d¨ªas en observaci¨®n en el Cl¨ªnico y ser intervenido en la mand¨ªbula en el hospital Doce de Octubre. Ahora, confiesa, est¨¢ mejor, aunque todav¨ªa no comprende el porqu¨¦ de la agresi¨®n. "En cuanto los vi c¨®mo me miraban me di cuenta de que ven¨ªan a por m¨ª", relata el hombre, al que le cuesta trabajo articular palabra como consecuencia de sus lesiones.
"Empec¨¦ a andar m¨¢s r¨¢pido porque vi c¨®mo me miraban. Sab¨ªa que no les gustaba"
Antes de perder el conocimiento y quedar malherido en el suelo, A. P. F. sal¨ªa de un restaurante de comida r¨¢pida. Hab¨ªa mucha gente y sali¨® sin su hamburguesa: llegaba tarde a trabajar, y a ¨¦l le gusta ser puntual. Por la tarde hab¨ªa estado paseando con unos amigos y en una joyer¨ªa en la plaza del Per¨²: una inspecci¨®n de Sanidad unos d¨ªas atr¨¢s en el local donde trabaja le oblig¨® a quitarse los dos anillos que llevaba en sus dedos pulgar e ¨ªndice. En la joyer¨ªa le cortaron los anillos para poder sac¨¢rselos. A¨²n tiene las marcas.
"Cuando vi a los chicos empec¨¦ a andar m¨¢s r¨¢pido. A esta gente no le gustan mis pintas", intenta explicar el hombre, ya medio acostumbrado a ser agredido de buenas a primeras por la calle: hace tres a?os en la plaza de Espa?a le apalearon (y tambi¨¦n le rompieron la mand¨ªbula) para robarle. "Cuando abr¨ª los ojos ya estaba en urgencias. Me hab¨ªan dejado inconsciente", prosigue.
Los compa?eros de trabajo y amigos de A. P. F., que han acudido a visitarlo al hospital, lo califican de "bueno", "tranquilo", "prudente" y "muy trabajador".
Pero ¨¦l, "muy t¨ªmido", asegura, prefiere no pensar en la agresi¨®n: "Por lo menos lo puedo contar", sonr¨ªe con dificultad. Tampoco sabe por qu¨¦ no les gust¨® a esos chicos, "que suelen estar por el barrio" con cazadora, botas, pelo corto (que no rapado) y vaqueros, y que le propinaron esa paliza. Lo achaca a que va vestido de negro y con ropa rockera.
"Yo visto de negro, suelo llevar la chupa, y llevo el pelo corto, como ellos, parecido a ellos. Pero nunca me he metido con nadie", explica de nuevo con su suero a cuestas, ya de regreso a la habitaci¨®n.
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