Paisajes humanos
La sala Elkano de la fundaci¨®n BBK se ha convertido en una de las pocas ventanas de la comunidad aut¨®noma desde donde el aficionado a la fotograf¨ªa puede conocer a los autores m¨¢s exitosos de la disciplina en el ¨¢mbito internacional. En esta ocasi¨®n ense?a los espectaculares trabajos de M¨¢ximo Vitali (Como-Italia, 1944). Su contenido son escenas rutinarias en estaciones de esqu¨ª, discotecas, supermercados o playas. Lugares para el descanso y el consumo donde acuden en masa los habitantes de los pa¨ªses ricos. Sin trascendencia aparente, incluso inocuos, los presenta en grandes formatos (180x200) y desde la perspectiva que le permite una gran plataforma de cuatro metros de alta desde donde registra sus tomas. Un punto de vista que entiende como del "pr¨ªncipe", en referencia al palco de teatro dedicado a realeza.
De esta manera, sus composiciones adquieren una relevancia mayest¨¢tica e indiscutiblemente atractiva. A su vez, se convierten en grandioso espect¨¢culo de algunos aspectos del comportamiento humano. Una f¨®rmula donde se pueden apreciar detalles que en otras circunstancias pasar¨ªan desapercibidos. Actitudes curiosas, gestos y situaciones divertidas de los dichosos (perm¨ªtase la suposici¨®n) ciudadanos del primer mundo en sus relaciones sociales.
Con anterioridad al tipo de trabajos que ahora podemos contemplar, el veterano Vitali trabaj¨® como y colabor¨® en distintas producciones cinematogr¨¢ficas. En la actualidad, los especialistas del medio lo incluyen dentro de la denominada Escuela italiana del paisaje, que, lejos de trabajar el paisaje en su acepci¨®n de naturaleza inmaculada, lo tratan desde la perspectiva de espacio intervenido por el hombre. Y dentro de esta corriente, nuestro autor ha optado por capturar el recargado barullo humano en el circo de la vida cotidiana.
Las obras expuestas, en colores muy poco saturados, tomadas siempre desde los cuatro metros de su principesca plataforma-tr¨ªpode y con c¨¢mara de 20x25 cm., son aut¨¦nticas instant¨¢neas. Salvo el escenario elegido, nada parece estar preparado y ordenado. La gente, elemento clave e inseparable de todas las fotograf¨ªas, se comporta con libertad y promueve un desorden irracional que marca definitivamente el estilo elegido por el fot¨®grafo. Matices que encontramos en las tomas realizadas en un picnic multitudinario, en el recinto de unos jardines p¨²blicos enmarcados por un arbolado que marca una perspectiva c¨®nica; en unas playas tapizadas por tumbonas de colores chillones; en el gent¨ªo que toma el sol sobre las rocas al borde del mar o en los viandantes por las calles de Florencia. Todo un espect¨¢culo para no perderse.
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