M¨¢s del ruido

"La capital no es ruidosa, lo son los ciudadanos".

Partiendo de esta premisa paranoide y escurriendo el bulto, el Ayuntamiento de Madrid despliega una campa?a para educarnos respecto al ruido, nos quiere "concienciar", con nuestros impuestos, quiz¨¢s al no poder predicar con el ejemplo.

Son numerosas sus fuentes de contaminaci¨®n ac¨²stica (obras constantes, helic¨®ptero a horas intempestivas los fines de semana...). Pero hay una especialmente injustificable: como se observaba hace unos d¨ªas en una carta de Opini¨®n del lector, el Ayuntamiento limpia cada vez m¨¢s ruidosamente.

Ha gastado dinero en unas m¨¢quinas sopladoras -desprenden un feo olor a gas¨®leo y levantan nubes de polvo contaminado- que desplazan, con un ruido escandaloso, unas cuantas hojas oto?ales hacia un coche cepillo que las aspira y atasca la circulaci¨®n.

Quitar las hojas de las aceras no es limpiar, y limpiar no es soplar lo m¨¢s ruidosamente posible. Quiz¨¢s el agua, higi¨¦nica, reciclada, y la escoba silenciosa no dar¨ªan una imagen moderna de una capital. La frecuencia con la que mima, tambi¨¦n ruidosamente, el asfalto el coche cepillo de lema fard¨®n es inversamente proporcional a la de la limpieza del peque?o parque infantil de la esquina. Pero, con su pol¨ªtica centrada en el bienestar del ciudadano, el Ayuntamiento, seguro, habr¨¢ visto que los ni?os lo tienen abandonado; entonces, ?para qu¨¦ preocuparse? ?Y para qu¨¦ cuidar los peque?os espacios urbanos? No son rentables como los espacios dedicados al coche, por ejemplo. ?Qui¨¦n se beneficia realmente de la pol¨ªtica de inversi¨®n del Ayuntamiento.