Sobre mar adentro, orillas y tierras

Un autor siempre hace una exposici¨®n p¨²blica de sus opiniones con la esperanza de que sirvan para estimular el debate abierto y cr¨ªtico en torno a ellas. Con gran alegr¨ªa e inter¨¦s recib¨ª, por tanto, la noticia de que el profesor M¨¦ndez Baiges hab¨ªa publicado una tribuna en EL PA?S (marte 16 de noviembre de 2004), en respuesta a la que yo mismo hab¨ªa publicado unas semanas antes en el mismo peri¨®dico con el t¨ªtulo Mar adentro: las otras orillas (martes 12 de octubre de 2004).

La alegr¨ªa permanece en parte despu¨¦s de leer su texto, pues su misma existencia alimenta el debate y hace que los ciudadanos tengan que pensar, deliberar y posicionarse. Y esto es siempre es positivo, fortalece la sociedad civil y mejora los h¨¢bitos democr¨¢ticos. Pero no puedo ocultar, por otra parte, la gran decepci¨®n que me ha producido su lectura. En mi modesta opini¨®n, el profesor M¨¦ndez Baiges, bioeticista en n¨®mina del Observatorio de Bio¨¦tica y Derecho de la Universidad de Barcelona, y por tanto, tambi¨¦n perteneciente a la casta de presuntos "vigilantes de la pureza de los debates", en ning¨²n momento ha tratado de contraargumentar mi posici¨®n con solidez intelectual. Su texto parece agotarse en la simple descalificaci¨®n del m¨ªo, pero sin explicar con detalle por qu¨¦ se siente tan emotivamente indignado por lo que yo digo. Es realmente triste y curioso que ante el esfuerzo de un "vigilante de la pureza" como yo por poner sobre la mesa problemas concretos que exigen ser analizados por los ciudadanos con detenimiento, otro "vigilante de la pureza" s¨®lo sea capaz de acusarle de "desfachatez" ante tal ocurrencia.

El problema de la eutanasia en Holanda no es balad¨ª, y quiz¨¢ lo que hace falta es estudiarlo con un poco de detenimiento, m¨¢s que escandalizarse hist¨¦ricamente por que alguien lo cite. Yo espero que en sus clases de bio¨¦tica, el profesor M¨¦ndez Baiges transmita a sus alumnos un pensamiento m¨¢s abierto, s¨®lido, creativo, tolerante y plural que el que deja entrever su tribuna. Un debate tan importante como el que tiene que hacer la sociedad espa?ola en torno a la eutanasia exige de todos nosotros ejercitar una rica "moral de la seriedad" y no una pobre "raz¨®n perezosa".