Condones benditos
Quiz¨¢s, en el fondo, la oposici¨®n frontal a los condones por parte de la Iglesia responde a que el miembro pierde sensibilidad en las relaciones, la vieja historia de que es mejor a pelo, porque de otro modo uno no lo entiende. Estar¨ªa de acuerdo en que a los c¨ªrculos eclesi¨¢sticos no les gustasen los condones con forma de Virgen de F¨¢tima luminiscente, o con la efigie de Juan Pablo II en la puntita, pero que tampoco les gusten los condones austeros, mon¨¢sticos, aquellos que pudieron salvar la vida de nuestros abuelos, y a los que quiz¨¢s debamos agradecerles estar aqu¨ª, es del todo parad¨®jico.
El cond¨®n no es de ahora. La primera representaci¨®n del preservativo, encontrada en Egipto, data de hace m¨¢s de 3.000 a?os, y la primera evidencia de su uso en Europa se hall¨® en unas pinturas rupestres, realizadas entre el 100 y el 200 AC. En el siglo XVI, el cirujano italiano Gabrielle Falopius relat¨® en su obra De morbo gallico haber inventado un cond¨®n de lienzo, experimentado en 1.100 hombres, ninguno de los cuales fue infectado por la s¨ªfilis. En la Primera Guerra Mundial, la Fuerzas Expedicionarias Americanas fueron las ¨²nicas fuerzas armadas en Europa a las que se prohibi¨® el uso del cond¨®n, porque el Secretario de la Armada los consideraba inmorales y anticristianos, y, por consiguiente, sus tropas ostentaron el dudoso honor de presentar la m¨¢s alta tasa de infecciones ven¨¦reas entre los combatientes. Por fin, durante la Segunda Guerra Mundial, los mandos militares fueron m¨¢s realistas, e hicieron campa?as para promover el uso del cond¨®n, que incluyeron pel¨ªculas educativas y lemas como: "?No se olvide! P¨®ngaselo primero antes de meterlo".
Esta breve historia del cond¨®n evidencia que, a lo largo de los tiempos, el uso de fundas para el pene ha sido conocido en numerosas sociedades, desde la antig¨¹edad m¨¢s remota hasta la actualidad, para prevenir el riesgo de enfermedades ven¨¦reas y tambi¨¦n para evitar la fecundaci¨®n. Antes incluso de que la Iglesia existiera, exist¨ªa el cond¨®n. Se dir¨ªa que, de la misma forma que la Iglesia se resisti¨® a admitir que la tierra es redonda, o que los astros giran alrededor del sol, ahora se niega a aceptar el hecho de que el uso del cond¨®n es un efectivo m¨¦todo para salvar vidas, m¨¢s all¨¢ de las convicciones religiosas de cada uno. "Y sin embargo... ?Salva vidas!", que dir¨ªa Galileo en este caso.
La tarea es urgente porque, mientras hablamos, 6.000 personas mueren diariamente en ?frica por no usar preservativo, que, hoy por hoy, es la vacuna m¨¢s eficaz que existe contra el sida. No se puede perder el tiempo pidiendo a los c¨ªrculos eclesi¨¢sticos condones benditos. Ya ha quedado claro que a los obispos no les gustan los condones, y que ellos no los usan nunca.
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