La sonrisa espa?ola
Con sus gritos de guerra, Jordi Arrese, uno de los tres capitanes, es el bromista del grupo
Ni su voz ni la de los dem¨¢s miembros del G-3 tembl¨® cuando ayer anunciaron su dif¨ªcil decisi¨®n de dar paso a Rafa Nadal y dejar sentado a Juan Carlos Ferrero en los individuales de hoy. "Cuando uno hace lo que cree", afirm¨® Arrese expresando el sentir de sus compa?eros en la capitan¨ªa del equipo espa?ol, "no debe tener miedo". Su decisi¨®n despierta bastantes inc¨®gnitas, que van desde el rendimiento que puede dar Nadal frente a Roddick, hasta el hecho de que deber¨¢ jugar al menos dos partidos consecutivos, puesto que es componente del doble que forma con Tommy Robredo.
Sin embargo, el G-3 est¨¢ convencido de su acierto, al igual que ya en muchas ocasiones anteriores han debido tomar riesgos que, hasta ahora, les han salido relativamente bien. Tal vez el m¨¢s cuestionable fue dejar fuera del equipo que disput¨® la final de 2003 a Albert Costa, entonces pupilo de Josep Perlas, para dar paso a Feliciano L¨®pez, mejor especialista en pistas de hierba. Aquella vez, en Melbourne, el doble con Corretja tampoco funcion¨®. Pero despu¨¦s, acertaron con el equipo que viaj¨® a Brno y tambi¨¦n en su decisi¨®n de hacer jugar a Feliciano el cuarto punto y dejar para Nadal el quinto, que decidi¨®. De ellos es el m¨¦rito de haber potenciado el doble Nadal-Robredo y de haber hecho debutar a Nadal, con 17 a?os, cuando a¨²n no se hab¨ªa consolidado entre los 50 primeros del mundo. "La cuesti¨®n", subraya Arrese, "es poder hacer todo eso y conseguir que el ambiente en el equipo no se deteriore". Eso es en gran parte culpa suya.
Cierto que los tres miembros que forman la capitan¨ªa espa?ola (¨¦l, Josep Perlas y Juan Bautista Avenda?o) aportan su granito de arena para pulir cualquier arista que pudiera hacer da?o al grupo. Pero, por su car¨¢cter m¨¢s abierto, Jordi Arrese tiene una chispa especial que le permite aportar alegr¨ªa a los jugadores y a todo el entorno de la Copa Davis.
"Tal vez es una cuesti¨®n simplemente de edad", dice Arrese, que ha cumplido ya los 40 a?os. "Tengo experiencia en la Copa Davis, en los Juegos y estuve en dos Copas de las Naciones. En mi etapa como jugador me gustaban los equipos, me sent¨ªa c¨®modo comparti¨¦ndolo todo con los dem¨¢s". La verdad es que s¨®lo jug¨® tres partidos de Copa Davis, pero descubri¨® lo que era la presi¨®n. Y volvi¨® a sentirla m¨¢s adelante, cuando fue el protagonista del regreso de Borg a las pistas en 1984, en el torneo de Montecarlo. Le gan¨® con comodidad. Probablemente, todo eso le acerca m¨¢s a los jugadores.
Hubo algunos rasgos que caracterizaron su carrera como jugador. Nunca brill¨® en los cuatro grandes torneos, y su camino qued¨® en gran parte eclipsado por las figuras de Sergi Bruguera, doble campe¨®n de Roland Garros, y Emilio S¨¢nchez Vicario, el mejor espa?ol durante muchos a?os antes de la irrupci¨®n de Bruguera. Pero Arrese se fue abriendo camino, con todas sus limitaciones, y alcanz¨® su mayor gloria cuando fue plata en los Juegos de Barcelona. "Fue mi mejor momento, me plante¨¦ aquel torneo como algo muy especial y me prepar¨¦ a conciencia". Pero, curiosamente, entr¨® en ¨¦l s¨®lo gracias a la renuncia de Carlos Costa.
Ahora, instalado en la capitan¨ªa del equipo espa?ol desde 2001, tiene ante s¨ª el reto de conseguir la segunda Ensaladera. "Hay momentos muy duros en el equipo, pero debemos intentar salvarlos lo mejor posible", asegura. "Intento poner alegr¨ªa con mis bromas, con mi ingl¨¦s deplorable en las conferencias de prensa, con los gritos de guerra. No me siento un buf¨®n, sino alguien que intenta lograr un buen ambiente".
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