El 'antih¨¦roe' ha vencido
El triunfo de Fran?ois Hollande en el refer¨¦ndum socialista sobre la Constituci¨®n europea le allana el camino hacia El El¨ªseo
A los 50 a?os de edad, Fran?ois Hollande ha dejado de ser simplemente un dirigente de partido y se ha enfundado el traje de estadista. Su victoria es la de una persona cautelosa, m¨¢s amante del compromiso que del conflicto, que ha seguido una estrategia "paso a paso" desde que fue elegido primer secretario del Partido Socialista, hace siete a?os.
En realidad, no empez¨® a forjarse como dirigente hasta la noche del 21 de abril de 2002, cuando vio c¨®mo se romp¨ªan en mil pedazos el orgullo y la seguridad de una militancia que acababa de perder a su l¨ªder hist¨®rico, Lionel Jospin. Todo arranca del trauma provocado por la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Jospin, hasta entonces primer ministro, aspiraba a derribar a Jacques Chirac, pero perdi¨® la carrera al verse rebasado por el ultraderechista Jean-Marie Le Pen.
Para sustituir al l¨ªder ca¨ªdo no hab¨ªa muchos aspirantes. Las grandes figuras -Jack Lang, Dominique Strauss-Kahn, Laurent Fabius, Martine Aubry- concedieron que le tocaba a Hollande gestionar la derrota. La primera decisi¨®n fue llamar al voto a favor de Chirac en la segunda vuelta de las presidenciales, para frenar a la ultraderecha. El presidente electo no perdon¨®: sus hombres de confianza unificaron a toda velocidad los partidos de la derecha en un magma provisionalmente llamado Uni¨®n por la Mayor¨ªa Presidencial (UMP), que a las pocas semanas aplast¨® a la izquierda en las legislativas, alz¨¢ndose con la mayor¨ªa absoluta.
Relegado al papel de antih¨¦roe, la oposici¨®n de Hollande se hizo inaudible, sobre todo porque la izquierda no pudo estar m¨¢s de acuerdo con el rol de l¨ªder contra la guerra de Irak adoptado por Jacques Chirac en 2003.
Todo eso ha cambiado en 2004. Tocaban tres elecciones sucesivas -regionales, cantonales y europeas- y en todas ellas el Partido Socialista fue el m¨¢s votado del pa¨ªs. La UMP, transformada en partido con un ligero cambio de nombre (Uni¨®n por la Mayor¨ªa Popular) se fue para abajo en cada una de esas citas electorales, hasta caer en manos de Nicolas Sarkozy, que se apresta a enfrentarse a los hombres de Chirac por las presidenciales de 2007. ?Qui¨¦n podr¨¢ discutir a Hollande su derecho a ser el candidato socialista en esos comicios, si ¨¦l quiere?
Al l¨ªder de los socialistas franceses le faltaba consolidar su autoridad y legitimidad personal entre los suyos, y estos vasos han quedado colmados con la victoria del s¨ª en el refer¨¦ndum sobre la Constituci¨®n europea, celebrado el mi¨¦rcoles por la noche entre los afiliados, cuyos resultados no dejan lugar a dudas.
Hollande ha sabido arriesgarse, cualidad importante para la forja del liderazgo. Primero, con la convocatoria misma de la consulta interna en su partido, que algunos de su campo le han reprochado por inoportuna, empezando por Lionel Jospin; y despu¨¦s, porque la victoria ha sido n¨ªtida, tras una campa?a larga y transparente. Hollande, cuya imagen estaba asociada a la de un hombre jovial y presto al compromiso, ha ido a por todas y ha conquistado el favor de los militantes, que han preferido respaldarle antes que permitir una guerra entre jefes o un cisma en sus filas, cuando los vientos electorales soplan a favor del Partido Socialista.
S¨¦gol¨¨ne Royal, su compa?era sentimental y madre de los cuatro hijos de la pareja -adem¨¢s de compa?era de partido-, tiene m¨¢s experiencia de Gobierno que Hollande: ha sido ministra varias veces y en la primavera pasada fue elegida presidenta de la regi¨®n de Poitou-Charentes. La pareja se encontr¨® en las aulas de la Escuela Nacional de Administraci¨®n (ENA) a finales de los ochenta; los dos entraron juntos en la presidencia de la Rep¨²blica como asesores, en los primeros tiempos de Fran?ois Mitterrand; y todo parece indicar que tienen muchas ganas de entrar de nuevo en el El¨ªseo.
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