?Consejera, ay¨²deme!
Como la mayor¨ªa de gacetilleros, esta semana les escribo desde la Feria del Libro de Guadalajara, donde la Cultura Catalana es la invitada de honor y donde una servidora, en tanto que miembro de dicha cultura, pasa unos d¨ªas estupendos. Estar aqu¨ª me hace sentir orgullosa de pertenecer al gremio y, de hecho, he estado practicando para comportarme como una verdadera escritora. No me refiero tan s¨®lo a tener en cartera mis buenas an¨¦cdotas de Pla (que las tengo). Me refiero al estilo. Hoy mismo, sin ir m¨¢s lejos, le he dicho al camarero que el caf¨¦ que me acababa de servir estaba sobrevalorado. Y en el lavabo, frente al rollo de papel higi¨¦nico, he sentido terror a la hoja en blanco. Comprendan el privilegio enorme que supone para m¨ª alojarme en el mismo hotel que 80 escritores (catalanes) de prestigio. Comprendan que desayuno, como, ceno, doy conferencias y me acuesto con 80 escritores (catalanes) de prestigio. Formamos una especie de Gran Hermano ilustrado. No quepo en m¨ª de gozo.
Por favor, consejera, no aplique el canon de lectura en bibliotecas p¨²blicas o no respondo
Por eso, quiero confesar. Lo hago a traici¨®n, aprovechando que mis 80 colegas -ocupados como est¨¢n en trabajar por Catalu?a- no leer¨¢n EL PA?S y no sabr¨¢n la mujer que soy. Ellos me han hecho dar cuenta de mi perversidad. Su pureza, su manera de ser, su preocupaci¨®n por nuestro pa¨ªs me han avergonzado. No tengo valor para decirles a la cara lo pesetera y rastrera que soy (y perd¨®n por la rima). Pero, eso s¨ª, debo quitarme la m¨¢scara ante la consejera de Cultura, que es quien me ha invitado a la feria. Bueno, all¨¢ voy. Se ha hablado mucho sobre si aplicar o no aplicar el canon de lectura en bibliotecas p¨²blicas. Algunos libreros est¨¢n en desacuerdo, algunos escritores, de acuerdo. La mayor¨ªa no sabe o no contesta. Pero yo s¨ª s¨¦. Por favor, consejera, no aplique el canon de lectura en bibliotecas p¨²blicas o no respondo. Se lo digo en tanto que lud¨®pata, en tanto que manzana podrida que puede echar a perder a las manzanas sanas del cesto. No lo aplique. Nosotros no podemos.
S¨ª. Ya lo s¨¦. Esto del canon, en principio, suena bien. Un lector va a la biblioteca, toma prestado un libro (supongamos, para simplificar, que es m¨ªo) y, por ese pr¨¦stamo, yo cobro derechos de autor, del mismo modo que los cobro por cada libro vendido. Aplicar el canon habr¨ªa hermanado a Catalu?a con un pa¨ªs como, por ejemplo, Suecia. Pero no debemos aplicarlo, y nos hermanaremos de este modo con un pa¨ªs como, por ejemplo, Gambia. Quiero aclarar que mis colegas no tienen nada que ver en esto. Al contrario. Es por mi culpa que sus herederos no cobrar¨¢n un dinero que les habr¨ªa ido la mar de bien para la casa-museo.
Sepa, consejera, que yo ten¨ªa pensado un negocio redondo con lo del canon. Se trataba de llamar a mis 50 mejores amigas y obligarlas a hacerse socias de todas las bibliotecas de Catalu?a sin dejar ni una. En cada biblioteca a la que hubiesen ido habr¨ªan pedido un libro m¨ªo. No hubiese hecho falta ni que lo devolviesen. Podr¨ªan haberlo dejado en el tronco de un ¨¢rbol, como hacen los del bookcrossing. Porque la cuesti¨®n consiste en que por cada libro que ellas hubiesen pedido yo habr¨ªa ganado el 10% habitual, lo que supone un euro por libro. Un total de 50 euros al d¨ªa son 1.500 euros al mes. Es mucho m¨¢s de lo que gano escribiendo. Con un sueldazo as¨ª no tendr¨ªa ning¨²n motivo para prostituirme en la radio y en la televisi¨®n (demostrando, de este modo, que lo hago por vicio). Al cabo de unos meses, hasta hubiese podido explotar a unos cuantos inmigrantes, que tambi¨¦n trabajar¨ªan de sol a sol yendo de biblioteca en biblioteca a? leer mi obra, fingiendo ser unos multiculturales cualesquiera.
Pero despu¨¦s de lo bien que me est¨¢n tratando los del Institut Ramon Llull, despu¨¦s de lo que me cunden las dietas que percib¨ª, no me siento con fuerzas de seguir con el plan. Y por eso apelo al sentido com¨²n de la consejera para que me proteja de m¨ª misma. Si aplica el canon no podr¨¦ resistirme a pecar.
Y repito que esta idea es s¨®lo m¨ªa, no tengo c¨®mplices, porque bajo ning¨²n concepto deben imaginar a compa?eros m¨ªos como David Castillo, Biel Mesquida, Jordi Punt¨ª, Toni Sala o M¨¤rius Serra cometiendo esta vileza. Gracias.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.