Ocho razones por las que hay hambre en el mundo
Unos 800 millones de personas pasan hambre en el mundo, la misma cantidad que los que padecen obesidad. ?Qu¨¦ pasa? Guerras, cat¨¢strofes naturales y corrupci¨®n tienen mucho que ver. Pero hay un factor clave que pasa inadvertido para muchos: el comercio injusto, los pa¨ªses ricos bloquean a los pobres con sus productos. La ONG Interm¨®n Oxfam, con la ayuda de famosos como Antonio Banderas o Michael Stipe, ha puesto en marcha una campa?a internacional por unas reglas m¨¢s justas de comercio.
En alguna parte de EL PA?S de hoy, como en otros peri¨®dicos a lo largo y ancho de Europa y Estados Unidos, habr¨¢ alg¨²n art¨ªculo, alg¨²n anuncio sobre las grandes obsesiones diet¨¦ticas de los hombres y mujeres de los pa¨ªses ricos: ?c¨®mo adelgazar?, ?c¨®mo hacer para no comer tanto?
Mientras muchos de nosotros vender¨ªamos nuestras almas por conseguir la pastillita m¨¢gica que nos permitiera hartarnos de churros, chorizo y huevos fritos sin aumentar de peso, y (claro) sin incrementar los niveles de colesterol, hay 800 millones de personas en el mundo que se van a la cama todas las noches con hambre. Y hay m¨¢s de 800 millones que tienen sobrepeso o padecen obesidad, seg¨²n el Worldwatch Institute de Washington, un organismo que se dedica meticulosamente a acumular esta clase de datos.
M¨¢s estad¨ªsticas, todas de Naciones Unidas: cada cinco segundos muere un ni?o de hambre; uno de cada cinco ni?os en Estados Unidos es peligrosamente obeso; 10 millones de personas mueren cada a?o debido al hambre o las enfermedades que provocan y acent¨²an la malnutrici¨®n; el mundo produce comida m¨¢s que suficiente para todos los seres humanos; el presupuesto total mundial que dan los Gobiernos de los pa¨ªses ricos para el desarrollo de los pa¨ªses pobres es de 50.000 millones de d¨®lares al a?o; el presupuesto de Estados Unidos para la guerra en Irak (seg¨²n cifras oficiales de ese pa¨ªs) hasta la fecha ya duplica esa cantidad.
El hambre, que mata directa o indirectamente a nueve veces m¨¢s personas cada d¨ªa de las que murieron en las Torres Gemelas de Nueva York, es la manifestaci¨®n m¨¢s extrema posible de la pobreza, del fracaso humano. Reducir la cifra de gente hambrienta en el mundo a la mitad ha sido identificado como una prioridad dentro de los Objetivos Milenio de Naciones Unidas para los pr¨®ximos 10 a?os. Aparte de organizaciones pertenecientes a la ONU, hay 1.200 ONG comprometidas con este esfuerzo. Con el objetivo de establecer por qu¨¦ hay tanta hambre en el mundo, EPS ha sondeado las opiniones de representantes de la ONU, especialmente del Programa Mundial de Alimentos; de ONG, entre ellos Ignasi Carreras, director general de Interm¨®n Oxfam; de acad¨¦micos especialistas en el tema; y de expertos de todo tipo -de m¨¦dicos a banqueros- en ?frica, el continente donde el hambre es m¨¢s end¨¦mica y devastadora.
No todos estaban de acuerdo en todo, pero en lo que hubo consenso fue en que la respuesta a la pregunta era m¨¢s compleja y diversa de lo que podr¨ªa pensar gente que no ha profundizado en el tema. Aqu¨ª, en una s¨ªntesis de la informaci¨®n recopilada, hay ocho razones por las cuales tantas personas en los pa¨ªses pobres se mueren de hambre al mismo tiempo que tantas en los pa¨ªses ricos se mueren de tanto comer.
01. La incompetencia o corrupci¨®n de los Gobiernos de los pa¨ªses m¨¢s pobres
El ejemplo m¨¢s caricaturesco lo da Guinea Ecuatorial, donde el presidente y su familia se han beneficiado con una extravagancia fara¨®nica del descubrimiento de grandes yacimientos petrol¨ªferos sin pensar ni un segundo en el 90% de la poblaci¨®n que sufre hambre y abandono. Mientras el hijo del presidente ocupa suites en los hoteles m¨¢s lujosos de Los ?ngeles y Par¨ªs, y derrocha dinero comprando trajes en Rodeo Drive y la Rue Faubourg Saint Honor¨¦, los ingresos medios de los habitantes que no son familia o amigos del presidente permanecen por debajo de un euro al d¨ªa. En Angola, donde no s¨®lo hay petr¨®leo sino una extensa riqueza mineral, una largu¨ªsima guerra civil termin¨® hace dos a?os, pero los gastos militares no han disminuido: siguen acaparando un 30% del presupuesto gubernamental. En Nicaragua, donde la mitad de la poblaci¨®n vive en condiciones de pobreza extrema, el 85% de la deuda externa ha sido condonada en los dos ¨²ltimos a?os, pero todav¨ªa no hay se?al de que haya subido el presupuesto, por ejemplo, para la educaci¨®n. La prueba m¨¢s contundente de lo devastadores que son los Gobiernos malos con pol¨ªticas ineptas se ve en el hecho de que las dos hambrunas m¨¢s grandes del siglo XX ocurrieron en Ucrania, en tiempos de Stalin, y en China, en tiempos de Mao. ("?Ideolog¨ªas que despueblan el mundo!", se lamenta el personaje Herzog, del novelista Saul Bellow). Ni Stalin ni Mao perdieron el poder como consecuencia de los millones de personas que murieron entonces. Ni siquiera vieron su poder diluido. Lo mismo ocurre hoy en muchos de los pa¨ªses donde la gente come mucho menos de lo que podr¨ªa si los Gobiernos se interesaran m¨¢s por su bienestar. El hambre, incluso a nivel masivo, no conlleva un coste pol¨ªtico. Quiz¨¢ un dictador africano considere sensato abastecer de alimentos a la poblaci¨®n urbana, al menos de la capital, con la ¨²nica intenci¨®n de mantener el orden p¨²blico. Pero si los habitantes de las zonas rurales m¨¢s aisladas sufren malnutrici¨®n, ?qu¨¦ importa? Por eso el premio Nobel Amartya Sen, economista hind¨² de la Universidad de Oxford, argumenta en su libro Desarrollo y libertad que existe un v¨ªnculo muy claro entre tiran¨ªa y hambre, democracia y prosperidad. En las democracias, escribe Sen, no hay hambruna. "Los gobernantes autoritarios, que pocas veces pasan hambre (u otras calamidades econ¨®micas), no tienen el incentivo para tomar el tipo de medidas necesarias para que las hambrunas se prevengan". En las democracias, en cambio, los Gobiernos s¨ª tienen un fuerte incentivo para mostrarse responsables ante las necesidades m¨¢s elementales del electorado: si no lo son, la pr¨®xima vez que la gente vote es probable que pierdan el poder.
02. La poca fe de los grandes pa¨ªses capitalistas en el libre mercado
Al menos a la hora de comerciar con productos agr¨ªcolas. Uno de los grandes esc¨¢ndalos a nivel mundial, uno que todos reconocen pero pocos de los que podr¨ªan hacer algo al respecto abordan con la necesaria seriedad, es el de los subsidios que los agricultores de Estados Unidos y Europa reciben de sus Gobiernos. Las reglas del comercio internacional son tan injustas que si los mismos principios se aplicaran en un partido de f¨²tbol se provocar¨ªan disturbios. Es como si el arbitro en un Francia-Burkina Faso hubiese sido pagado por los franceses para asegurarles que todos los goles del equipo africano ser¨ªan anulados, y, por si acaso, la mitad de los rivales expulsados antes de acabar el primer tiempo. El Gobierno del presidente Bush gasta 4.000 millones de d¨®lares al a?o en subsidios para sus productores agr¨ªcolas. Lo que esto significa, en la pr¨¢ctica, es que, por ejemplo, los productores de algod¨®n en Senegal van a la bancarrota. Los estadounidenses inundan el mercado y expulsan a los senegaleses de ¨¦l. Lo que es casi peor, inundan los propios pa¨ªses productores de algod¨®n -o ma¨ªz o az¨²car- con materia prima barata, lo que hace que los agricultores locales no puedan ni siquiera competir con los productos importados. La imagen del obeso ciudadano de Iowa, Estado agr¨ªcola por excelencia, contrastada con la del esquel¨¦tico et¨ªope, retrata a la perfecci¨®n esta gran injusticia global. Los europeos son igual de culpables. Hacen exactamente lo mismo con otros productos; una de las razones por las cuales algunos africanos, huyendo del hambre, se suben a pateras en Marruecos y (si tienen suerte) llegan a las costas espa?olas, generando problemas que proceden, al menos en parte, de la desleal competencia de la que son c¨®mplices Espa?a y el resto de la Uni¨®n Europea.
03. Las guerras y la inseguridad en general
Los peores casos de hambruna en ?frica en los ¨²ltimos a?os se han dado en tiempos de guerra. El fr¨¢gil equilibrio que permite que, aunque la gente pase hambre, sobreviva, se rompe y ocurre lo que ahora en Sud¨¢n y hace 20 a?os en Etiop¨ªa. Las guerras desplazan a la gente de sus tierras ancestrales, destruyen la infraestructura alimentaria, bloquean el acceso f¨ªsico a comida de otras partes y dejan secuelas -por ejemplo, la muerte de individuos que saben cultivar la tierra- de las que las comunidades afectadas tardan a?os en recuperarse. En Afganist¨¢n, el volumen de minas antipersonas enterradas en los varios conflictos militares que se han llevado a cabo desde 1979 ha hecho que m¨¢s de la mitad de la tierra agr¨ªcola no pueda ser cultivada. Los europeos que recuerdan la Segunda Guerra Mundial, o la Guerra Civil espa?ola, entienden la ecuaci¨®n guerra = malnutrici¨®n. Para un joven espa?ol o franc¨¦s, hoy en d¨ªa es casi inimaginable.
04. Dan pescado cuando hay hambruna, pero no ense?an a pescar cuando no la hay
Los pa¨ªses ricos responden bien cuando ocurre una cat¨¢strofe, pero lo que no han sabido hacer es ayudar a que se evite, o crear las condiciones para que los problemas del hambre end¨¦mica desaparezcan. O al menos no con el empe?o necesario.
Un buen ejemplo lo da Etiop¨ªa, uno de los pa¨ªses del mundo donde m¨¢s hambre hay. En 1984, el cantante irland¨¦s Bob Geldof reuni¨® a algunos de los mejores artistas musicales de la ¨¦poca y grab¨® una canci¨®n para recaudar fondos para las v¨ªctimas de la terrible hambruna et¨ªope de aquel a?o. La iniciativa se llam¨® Band Aid y logr¨® recaudar mucho dinero. Hoy, Geldof, Bono y unos 40 artistas m¨¢s han hecho lo mismo, en este caso para las v¨ªctimas de Darfur, en Sud¨¢n.
El problema es que en los 20 a?os que han pasado desde aquel gran despertar de la conciencia internacional que Band Aid represent¨® los problemas de Etiop¨ªa son los mismos. No hay hambruna hoy, al nivel de 1984, pero hambre permanente s¨ª. En un contexto en el que la ayuda internacional a los pa¨ªses pobres se ha ido reduciendo, Etiop¨ªa ha recibido lo que un alto funcionario de la ONU calific¨® como cantidades "lamentables" del exterior. En un a?o bueno, cuando las cosechas rinden a tope, entre dos y tres millones de personas de Etiop¨ªa necesitan comida del Programa Mundial de Alimentos u otros organismos internacionales. En un a?o malo, el n¨²mero asciende hasta una cantidad entre 12 y 15 millones. El problema es que: 1. Salvo brotes como Band Aid cada 20 a?os, los habitantes de los pa¨ªses ricos no se interesan lo suficiente como para presionar a sus Gobiernos para que inviertan m¨¢s en ayuda a los pobres del mundo que en nuevos submarinos. 2. Mientras se reacciona de manera ¨¢gil y eficaz y contundente (sin escatimar las inversiones), a la hora de las grandes crisis, tipo Darfur, existe poco af¨¢n por el trabajo lento, gradual, poco glamuroso (lejos de las c¨¢maras de la CNN) que se requiere para ir paulatinamente ganando terreno al hambre, y previniendo as¨ª las grandes hambrunas antes de que ocurran.
05. Hay amores que matan y gente que se acomoda a la supervivencia
Aunque la ayuda internacional es insuficiente, a veces es demasiado. Se crea un problema de dependencia que hace que comunidades enteras pierdan la costumbre de alimentarse a s¨ª mismas. En Ruanda, un pa¨ªs muy pobre que ha recibido mucha ayuda alimentaria desde el genocidio de 1994, una ministra del Gobierno se quejaba, en una conversaci¨®n hace un a?o, de que su gente, o mucha de ella, hab¨ªa perdido la costumbre de trabajar; de cultivar sus tierras. Siempre hab¨ªan vivido en un nivel de subsistencia, pero ahora la subsistencia no proced¨ªa de su propio trabajo, sino del cami¨®n semanal de reparto de comida. Incapaces de concebir -y esto tiene todo que ver con la falta de educaci¨®n- una ambici¨®n m¨¢s elevada que la mera supervivencia (lo cual desesperaba a la ministra, una mujer que hab¨ªa estudiado en el extranjero), hab¨ªan dejado de preocuparse por desarrollar la econom¨ªa local. Viv¨ªan la vida casi de animales de zool¨®gico. No muy digna, quiz¨¢, pero despreocupada, tranquila. Un ejemplo alternativo, pero que conduce a la misma conclusi¨®n, es el de aquellos angole?os que viv¨ªan en zonas rurales tan remotas durante la guerra que jam¨¢s recibieron ayuda. Hoy, que el pa¨ªs recibe menos ayuda que en aquellos tiempos de crisis, son ellos -los que no se acostumbraron a tener sus necesidades b¨¢sicas satisfechas por gente ca¨ªda del cielo- los que mejor se han adaptado, los que saben organizar sus vidas de manera productiva, responsable y eficaz. "Cuando tiene que hacerlo", como coment¨® Ignasi Carreras, de Interm¨®n Oxfam, "la gente se espabila".
06. Las enfermedades
La malaria, el sida y la tuberculosis causan hambre. No es s¨®lo que el hambre cause enfermedad. Porque cuanto m¨¢s enfermo de malaria est¨¦ un se?or en Mozambique que vive en una zona rural, menos posibilidades tendr¨¢ para trabajar en el campo y dar de comer a su familia, y alimentarse a s¨ª mismo. Con lo cual se crea un c¨ªrculo vicioso enfermedad-hambre-m¨¢s enfermedad-m¨¢s hambre. As¨ª se va hundiendo una familia, una comunidad, un pa¨ªs. No s¨®lo se ve afectada la cantidad de comida a ingerir, sino tambi¨¦n la calidad. La proporci¨®n de carbohidratos respecto a las prote¨ªnas aumenta en la dieta cuanta m¨¢s pobreza hay. (La Dieta Atkins, la que permite consumir todas las prote¨ªnas que uno quiera con tal de no tocar los carbohidratos, definitivamente no es para gente pobre, ni siquiera en EE UU). Lo cual a su vez supone una deficiencia de los micronutrientes de los que se derivan el hierro, el zinc, el yodo y las vitaminas. Se podr¨¢ sobrevivir sin las cantidades de estos micronutrientes consideradas b¨¢sicas en Occidente, pero no se puede llevar una vida sana. La vulnerabilidad es extrema.
07. El determinismo geogr¨¢fico
El clima y otras fuerzas ineludibles de la naturaleza pueden influir de manera decisiva en los h¨¢bitos alimenticios de la gente. Los pa¨ªses donde hay hambre son los pa¨ªses calientes de la Tierra, los que est¨¢n situados entre las latitudes de los tr¨®picos. Estos pa¨ªses son, por un lado, m¨¢s vulnerables a sequ¨ªas o inundaciones -a la violencia meteorol¨®gica- que los pa¨ªses del norte. Pero, por otro lado, existe la paradoja de que, en t¨¦rminos hist¨®ricos, son pa¨ªses m¨¢s f¨¦rtiles que los fr¨ªos; est¨¢n menos a la merced de los cambios bruscos estacionales. Una persona que no tiene ingreso alguno va a poder sobrevivir por su cuenta en la selva del Congo, va a poder encontrar comida en los ¨¢rboles con m¨¢s facilidad que una persona sin ingresos en los bosques de Finlandia. En tiempos prehist¨®ricos, vivir en el Congo en vez de en Finlandia era una ventaja. Lo que ocurre, como cuenta Jared Diamond en su libro sobre la evoluci¨®n de las civilizaciones Armas, g¨¦rmenes y acero, es que los humanos que habitan los pa¨ªses m¨¢s fr¨ªos e inh¨®spitos se ven obligados a buscar formas de conservar la comida para el invierno, de planificar para el futuro. Por ejemplo, antes de la refrigeraci¨®n, utilizando la sal. Esta necesidad de conservar hizo que la relaci¨®n con la comida se volviera m¨¢s sofisticada en los pa¨ªses del norte que en los del ecuador o el sur.
08. La caridad comienza en casa
La soluci¨®n al problema del hambre es muy sencilla de identificar y muy dif¨ªcil de llevar a cabo: el desarrollo. A no ser que sea especialmente incapaz o tenga muy mala suerte, la gente que vive en Norteam¨¦rica, Europa o Jap¨®n no pasa hambre. No est¨¢ mal nutrida. Y vive hasta los 75 a?os y m¨¢s. En ?frica viven 20 o 30 a?os menos. Ignasi Carreras est¨¢ en el negocio de ayudar a los hambrientos, pero ¨¦l lo tiene claro: regalar comida no es, a mediano o largo plazo, la soluci¨®n. "Lo m¨¢s importante es que la gente sepa c¨®mo ganarse la vida, que se valga por s¨ª misma", dice. El hambre es sencillamente la pobreza llevada a su m¨¢xima expresi¨®n. Con lo cual, l¨®gicamente, hay que combatir la pobreza, hay que dar a la gente los medios y las condiciones para que puedan enriquecerse. Esto supone, primero, abordar los siete problemas anteriores mencionados en este art¨ªculo, sin excluir una cooperaci¨®n internacional justa, responsable y enfocada con sensatez. Pero ante todo, seg¨²n lo entienden Carreras y -entre muchos m¨¢s- el Nobel Amartya Sen, hay que procurar crear sociedades democr¨¢ticas en el sentido m¨¢s amplio y profundo de la palabra. Esto no implica tanto la celebraci¨®n de elecciones como la creaci¨®n del conjunto de factores -Estado de derecho, medios libres de comunicaci¨®n- que llevan a la creaci¨®n de una sociedad civil cuyos valores son m¨¢s duraderos que los de cualquier Gobierno o partido pol¨ªtico. El hambre no es un problema de malas cosechas o de falta de tierra. (En Jap¨®n comen mejor que en Argentina). Es un problema con origen humano. Obedece a malas decisiones de determinadas personas, especialmente de las clases gobernantes. Cuanto m¨¢s responsable y preparada sea la gente en el poder, y cuanto m¨¢s generosa la gente en los pa¨ªses cuyos problemas de supervivencia elemental est¨¢n resueltos, menos hambre habr¨¢ en el mundo. El problema es que todo esto, como demuestra la historia de la especie, es mucho pedir.
M¨¢s informaci¨®n de la campa?a por un comercio m¨¢s justo: tel¨¦fono de Interm¨®n Oxfam: 902 330 331. www.intermonoxfam.org y www.comercioconjusticia.com.
Antonio Banderas y el ma¨ªz
El actor y director espa?ol que triunfa en Hollywood ha elegido el ma¨ªz para concienciar al mundo sobre el comercio injusto. Cinco millones de familias campesinas de M¨¦xico se enfrentan a la ruina porque el Gobierno de Estados Unidos subvenciona a sus empresas agrarias, que exportan su producci¨®n a su vecino del sur. En los ¨²ltimos 10 a?os, la exportaci¨®n de ma¨ªz de EE UU a M¨¦xico se ha triplicado y los precios de este producto han ca¨ªdo un 70%.
Michael Stipe y la leche
El cantante de REM ha elegido los productos l¨¢cteos en su campa?a de sensibilizaci¨®n. Interm¨®n Oxfam da datos preocupantes: las grandes empresas europeas reciben cada a?o m¨¢s de 1.000 millones de euros en subsidios a la exportaci¨®n. Con esos recursos inundan los mercados del Tercer Mundo de leche en polvo, que amenaza el sustento de los productores aut¨®ctonos. Con el caf¨¦ pasa otro tanto. Entre 2000 y 2003 su precio se redujo a la mitad; 25 millones de familias que cultivan caf¨¦ viven una grave amenaza.
Tamara Rojo y las plumas
La bailarina espa?ola, estrella del Royal Ballet de Londres, se ve aqu¨ª inundada de plumas. La crianza de pollos es una de las salidas para muchos campesinos en ?frica Occidental, pero en los ¨²ltimos a?os no pueden competir con las importaciones baratas procedentes de pa¨ªses europeos como Francia y B¨¦lgica. Entre 2001 y 2003 se perdieron 2.500 empleos en Senegal por las importaciones de pollo. En 2002, Ghana aprob¨® implantar aranceles a estos productos, pero el FMI oblig¨® al Gobierno a no aplicarlos.
Thom Yorke y el chocolate
El l¨ªder del grupo brit¨¢nico Radiohead, revolucionarios del pop, se ve en la imagen ba?ado de chocolate. El cacao es un producto del que dependen millones de campesinos en 50 pa¨ªses. Costa de Marfil, Ghana, Nigeria y Camer¨²n producen alrededor de dos terceras partes de la producci¨®n mundial de cacao, pero los cuatro figuran entre los pa¨ªses m¨¢s pobres. Las presiones de las multinacionales han rebajado el precio que pagan a los campesinos por libra de cacao desde 1,80 d¨®lares en 1977 hasta 0,80 en 2003.
Alanis Morissette y el trigo
La cantante canadiense se ve 'atacada' por el trigo. Estados Unidos y la UE representan la mitad de las exportaciones de trigo del mundo, y lo venden entre un tercio y un 46% por debajo del coste de producci¨®n. Mientras se obliga al Tercer Mundo a desmontar sus aranceles, los pa¨ªses ricos los inundan con sus productos subvencionados. Algo parecido sucede con el arroz. La UE y Jap¨®n protegen sus mercados con altas barreras arancelarias. A los pa¨ªses del Sur se les paga por su arroz un 60% menos que en 1980.
Youssou N'Dour y el algod¨®n
El cantante senegal¨¦s, uno de los pioneros del ¨¦xito de la m¨²sica ¨¦tnica en el mundo, llama la atenci¨®n sobre las desigualdades en el comercio del algod¨®n. Interm¨®n Oxfam aporta las cifras: 25.000 explotaciones y empresas de EE UU controlan el mercado mundial. Las subvenciones de este pa¨ªs a la exportaci¨®n de algod¨®n triplican el presupuesto total de ayuda a ?frica de EE UU. Esos subsidios superan el PIB de Burkina Faso. El algod¨®n es la principal fuente de ingresos agr¨ªcolas de pa¨ªses como Benin, Mal¨ª, Chad y Togo.
Bono y el az¨²car
Con esta secuencia de fotos, el cantante y l¨ªder de U2 quiere contribuir a denunciar el sistema europeo de producci¨®n de az¨²car, que prima a grandes explotaciones para que produzcan m¨¢s de lo que consumen los europeos e inunden cada a?o los mercados mundiales con cinco millones de toneladas de este producto, a precios inferiores a los costes. Esto arruina a los campesinos pobres de algunos de los pa¨ªses m¨¢s pobres, como Mozambique, Malawi y Etiop¨ªa.
Famosos para un comercio justo Por Rafael Ruiz
Los responsables de comunicaci¨®n de las ONG lo saben bien y lo suelen decir al o¨ªdo: en el mundo desarrollado, con tal proliferaci¨®n de mensajes y de informaci¨®n, enseguida se corre el riesgo de saturaci¨®n, y la repetici¨®n de cifras de la desigualdad en el reparto de la riqueza y de im¨¢genes que demuestran c¨®mo viven los menos favorecidos topan, en determinado momento, con el muro de lo ya demasiado visto, que no remueve conciencias. Por eso, la ONG Interm¨®n Oxfam (IO) ha decidido esta vez plantear una campa?a internacional de otra manera, d¨¢ndole la vuelta. Para explicar un tema dif¨ªcil de explicar, las relaciones injustas de comercio entre el Norte y el Sur, ha contado con la colaboraci¨®n de personajes famosos -los que salen en estas p¨¢ginas-, l¨ªderes de opini¨®n que han prestado su imagen para llamar la atenci¨®n, para que la gente se fije y enfoque bien un problema: desde sus privilegiadas posiciones, los pa¨ªses ricos inundan -por eso, los famosos aparecen en las fotos metaf¨®ricamente inundados con chocolate, ma¨ªz, trigo, leche- con sus productos agr¨ªcolas subvencionados a los pa¨ªses del Tercer Mundo, que siguen viviendo b¨¢sicamente de la agricultura -mientras pa¨ªses como B¨¦lgica y Holanda tienen menos de un 10% de poblaci¨®n rural; en otros, como Ruanda y Uganda, m¨¢s del 85% son campesinos-. Los saturan, los bloquean, les hacen imposible competir en el mercado mundial; es m¨¢s, ni siquiera les dejan margen para poder vender sus productos en su propia tierra. La supuesta globalizaci¨®n no es tal. El Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC) establecen un juego con reglas desiguales. Explican en Interm¨®n Oxfam que a los pa¨ªses en desarrollo se les obliga a abrir sus fronteras, a desarmarse de aranceles y cualquier otra medida proteccionista -en aras del libre comercio-, pero, a la vez, los pa¨ªses m¨¢s desarrollados -la UE y EE UU- usan las subvenciones agr¨ªcolas para poner en el mercado productos, como el trigo y el az¨²car, a precios por debajo de su coste. Competencia desleal. Adem¨¢s, las multinacionales alimentarias fuerzan continuamente a la baja el precio de materias como el cacao y el caf¨¦ -sus precios en origen, lo que se paga a los que cultivan la tierra, han ca¨ªdo a la mitad en los ¨²ltimos a?os-. As¨ª la situaci¨®n, los campesinos del Sur sencillamente se mueren de hambre. Estas reglas injustas de comercio constituyen una de las claves con m¨¢s ramificaciones de por qu¨¦ hay hambre. Los agricultores y ganaderos del Tercer Mundo no ganan para salir adelante; son vulnerables a episodios de sequ¨ªa o violencia. Lo dice en dos frases Interm¨®n Oxfam: "900 millones de campesinos no pueden vivir dignamente de su trabajo. Han sido arrastrados a la ruina porque no pueden competir con los productos baratos subvencionados por los pa¨ªses ricos". "Millones de familias pasan hambre por la crisis de materias primas. Deben vender sus cosechas por menos de lo que les cuesta producirlas, mientras las grandes empresas aumentan sus ganancias por los bajos precios que pagan por ellas". La ONG dice que ahora es el momento de luchar por cambiar, ya que en septiembre el Gobierno espa?ol lanz¨® en las Naciones Unidas, junto a Francia, Brasil y Chile, la Alianza contra el Hambre, que persigue acabar en 2015 con lo que John Carlin describe en su reportaje como "la manifestaci¨®n m¨¢s extrema del fracaso humano" y porque en 2005 se celebra en Hong Kong la pr¨®xima reuni¨®n de la OMC, que trazar¨¢ las coordenadas hasta 2020. Para presionar intentan recoger millones de firmas. Dicen que desde abajo tambi¨¦n se puede influir, y ponen como ejemplo dos campa?as de firmas que s¨ª sirvieron: la que en 2001 llev¨® a las empresas farmac¨¦uticas a retirar la demanda contra Sur¨¢frica por aprobar una ley que facilitaba el acceso a medicamentos contra el sida m¨¢s baratos que los patentados, y la que en 2003 convenci¨® a Nestl¨¦ para reducir de 6 a 1,5 millones de d¨®lares su reclamaci¨®n al Gobierno de Etiop¨ªa por nacionalizar una empresa filial.
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