La carrera m¨¢s dif¨ªcil
Obtener un visado para estudiar en EE UU se ha convertido en una prueba de obst¨¢culos tras los atentados del 11-S
Baraa Shareef trabaj¨® muy duro para conseguir una beca para estudiar en EE UU. Pero nunca imagin¨® que la parte m¨¢s dif¨ªcil ser¨ªa entrar en el pa¨ªs. Obtener un visado se ha convertido en una larga tortura burocr¨¢tica desde que los ataques terroristas del 11-S blindaron las fronteras. Baraa Shareef, de 22 a?os, es parte de los 572.509 estudiantes extranjeros que asistieron a alguna universidad de EE UU durante 2003-2004. Por primera vez desde 1971, ese n¨²mero se reduc¨ªa el a?o pasado en un 2,4%, seg¨²n un estudio del Instituto de Educaci¨®n Internacional, grupo que promueve los intercambios. En los medios universitarios se atribuye este descenso a la dureza del sistema de visados y a la percepci¨®n por parte de los alumnos extranjeros de que tras el 11-S no son bienvenidos. Desde entonces, las peticiones de visados de estudiantes se redujeron un 15%.
Los estudiantes extranjeros son una industria de 13.000 millones de d¨®lares
En Baraa Shareef se concentr¨® m¨¢s de un obst¨¢culo a la hora de intentar estudiar en EE UU. No s¨®lo el visado. Su aspecto ¨¢rabe despert¨® los prejuicios de los agentes de aduanas. So?aba Baraa Shareef cuando era ni?a con estudiar en EE UU. Un d¨ªa tuvo la oportunidad y parti¨® hacia Pensilvania. Pero su sue?o se convirti¨® en una pesadilla en un aeropuerto estadounidense por algo tan simple como su lugar de nacimiento. Shareef naci¨® y vivi¨® en Irak hasta la guerra del Golfo de 1991. Entonces ten¨ªa seis a?os, y sus padres se vieron obligados a abandonar el pa¨ªs, junto a sus otros cinco hijos, por sus ideas contrarias a Sadam Husein. Primero recalaron en Arabia Saud¨ª por unos meses. Pero los siguientes 13 a?os de su vida Shareef los vivi¨® en Suecia. ?sa es su nacionalidad ahora. Su meta era lograr estudiar en EE UU. Fue aceptada tanto en la Universidad de Pittsburg como en la de Duquesne, las dos en Pensilvania. Antes de tomar una decisi¨®n, Shareef decidi¨® visitar ambos campus. Y viaj¨® hasta EE UU. Hasta ah¨ª, la realizaci¨®n de un deseo.
A partir de entrar en EE UU, empez¨® el mal sue?o. Fue al aterrizar en Atlanta cuando empezaron sus problemas. En ese aeropuerto deb¨ªa coger un avi¨®n para Pittsburg, vuelo que se retras¨®. En la espera, los agentes de seguridad empezaron a hacerle todo tipo de preguntas. "Me preguntaron que de d¨®nde era y que cu¨¢nto tiempo iba a permanecer en el pa¨ªs", explica Shareef. Al parecer, hab¨ªa alg¨²n problema con la base de datos. Adem¨¢s, la ¨²ltima vez que la joven hab¨ªa visitado EE UU era hac¨ªa cuatro a?os, pero era incapaz de recordar la fecha exacta. Para Shareef aquello fue un interrogatorio. "Me dec¨ªan que dijera la verdad o que si no me expulsar¨ªan del pa¨ªs o me meter¨ªan en la c¨¢rcel", recuerda Shareef. Faltando 10 minutos para despegar, la dejaron partir. Aquel d¨ªa Shareef perdi¨® el avi¨®n y parte de un sue?o: se plante¨® que quiz¨¢ no merec¨ªa la pena estudiar en un lugar donde la trataban mal debido a su origen.
Pero el deseo fue mayor que la rabia y opt¨® por estudiar en EE UU. Con las maletas hechas y el curso a punto de empezar, el fantasma de su pa¨ªs de nacimiento volvi¨® a aparecer sobre la vida de Shareef. Su visado se retrasar¨ªa. Sus papeles hab¨ªan sido enviados a Washington por razones de seguridad y tardar¨ªan en procesarse entre una y cinco semanas. Finalmente fueron dos meses. Shareef empez¨® tarde, y desilusionada, el curso.
Tanto como la coca-cola y las hamburguesas, los estudiantes extranjeros son una se?a de identidad del paisaje estadounidense. Pero m¨¢s all¨¢ de lo que representen para la cultura, se han hecho importantes para los grandes n¨²meros. Para la econom¨ªa, el coste de perder a estos estudiantes es alto, seg¨²n el articulista de The Washington Post Joseph S. Nye. "Los estudiantes extranjeros son una industria de 13.000 millones de d¨®lares", asegura Nye. "Adem¨¢s, EE UU no produce suficientes estudiantes de doctorado en ingenier¨ªas y ciencias que sean de aqu¨ª para cubrir las necesidades".
All¨¢ donde vayan de vuelta a sus pa¨ªses, los estudiantes "expanden las ideas y la cultura americana", opina Nye. Pero hoy eso puede verse limitado por algo tan simple como un visado de entrada. "El gran problema hoy es obtener una visa, es muy dif¨ªcil", asegura Huayu Wu, de 25 a?os, de nacionalidad china y que estudia un doctorado en ingenier¨ªa en al Universidad George Washington. Asegura Huayu que muchos de sus colegas de facultad en China desistieron de intentar conseguir el visado.
Hasta el Comit¨¦ de Relaciones Exteriores del Senado han llegado las quejas. El rector de la Universidad de Maryland, Dan Mote, exasperado, relat¨® ante tal comit¨¦ el caso de cinco estudiantes de doctorado que su centro educativo hab¨ªa admitido de la Universidad de Tsinghua, de reconocido prestigio en ciencia y tecnolog¨ªa. Los estudiantes solicitaron sus visados en abril de 2003. Pasado agosto no los hab¨ªan recibido. "Hicieron otros planes. Los perdimos para nuestra universidad. Y adem¨¢s advertir¨¢n a sus compa?eros que solicitar una plaza aqu¨ª es mucho l¨ªo para nada", explica Mote.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.