Aquellos d¨ªas soleados de Par¨ªs
?Aprueba usted la Constituci¨®n Europea, s¨ª o no? ?sta era la pregunta a la que respondieron, mayoritariamente a favor, los militantes del Partido Socialista Franc¨¦s(PSF) en el refer¨¦ndum interno celebrado esta misma semana. Los iconos visibles de las dos posiciones eran Laurent Fabius y Francois Hollande. Ambos comparten el significativo hecho vital de haber estudiado en la ENA (Escuela Nacional de Administraci¨®n), ese espacio de formaci¨®n casi m¨ªtico por el que han pasado la mayor¨ªa de los grandes l¨ªderes pol¨ªticos y empresariales de la historia reciente de Francia.
El primero de ellos, hab¨ªa presidido la Asamblea Nacional y fue a mediados de los a?os 80 el primer ministro m¨¢s joven de Francia con Francois Miterrand. Algunos a?os despu¨¦s, y tras algunos problemas pol¨ªticos que supo sortear, volvi¨® a tener responsabilidades de Gobierno, por encargo de Lionel Jospin, en la cartera de Econom¨ªa y Finanzas. Ocupaba los espacios m¨¢s centrados y menos izquierdistas del socialismo franc¨¦s, pero pact¨® con ¨¦stos una posici¨®n favorable al "no" de su partido a la Constituci¨®n Europea. El movimiento parece inscribirse en motivos m¨¢s org¨¢nicos y de poder interno que pol¨ªticos.
Al ganar su apuesta, Hollande ha conseguido la autoridad plena sobre el partido
A partir del "s¨ª" del PSF a la Constituci¨®n se abren nuevos escenarios para su ratificaci¨®n
Francois Hollande es un polit¨®logo que se hab¨ªa dedicado, m¨¢s que a la labor de Gobierno, a tareas de partido; fue portavoz de ¨¦ste y despu¨¦s, en 1997, fue nombrado primer secretario cuando Lionel Jospin empez¨® a desempe?ar labores de primer ministro. Hollande hab¨ªa emergido como nueva esperanza de la izquierda tras la derrota de ¨¦sta en las elecciones presidenciales y legislativas de 2002. En un primer momento, empez¨® sin mucha fuerza pero alg¨²n tiempo despu¨¦s, consigui¨® que el Partido Socialista volviera a ser el m¨¢s votado en las elecciones regionales de la ¨²ltima primavera. Fue iniciativa suya convocar el refer¨¦ndum interno para que su partido fijara posici¨®n ante la Constituci¨®n Europea. En este mar de incertidumbre, con los ojos de toda Europa mirando, ha ganado la apuesta.
Parece evidente que este resultado tendr¨¢ importantes consecuencias internas; en primer lugar, porque queda cerrado el peregrinaje en el desierto que inici¨®, para el Partido Socialista, la derrota de Jospin en 2002 en aquellos tristes episodios de la historia de Francia cuando el ultra derechista Le Pen, dej¨® fuera de la segunda vuelta de las presidenciales al socialismo franc¨¦s.
La ruptura del partido en dos sectores tras aquella hist¨®rica derrota puede ser que haya tocado a su fin, ya que, habiendo ganado un refer¨¦ndum convocado por ¨¦l mismo ante un asunto tan importante, Hollande ha conseguido la autoridad plena sobre el partido y sobre su estrategia futura.
De 120.000 militantes socialistas, se decidieron a votar cerca de 95.000, una participaci¨®n de m¨¢s del 75%, con un resultado de algo m¨¢s del 55% a favor del "s¨ª" a la Constituci¨®n Europea. Y a partir de ah¨ª ya se abren nuevos escenarios de posibilidad para el propio texto constitucional europeo, que tendr¨¢ que sortear 25 aprobaciones en 25 Estados. Sin el s¨ª del PSF a la Constituci¨®n Europea, todo indica que el modelo constituyente habr¨ªa nacido tocado de legitimidad en uno de los dos pa¨ªses motivo del proceso de construcci¨®n europea.
Las excusas discordantes entre ambas posiciones pivotaban sobre algunos campos pol¨ªticos bien delimitados. En primer lugar, las instituciones de la UE; el modelo de elecci¨®n de ¨¦stas y su proceso de toma de decisiones. En segundo lugar, la Europa de la defensa: Fabius y sus partidarios del "no" se?alaban que el texto constitucional asum¨ªa una excesiva tutela de la OTAN, perdiendo tiempo, dec¨ªan, en la construcci¨®n de una autonom¨ªa real con respecto a EE UU. Tercero, la Europa social: el miedo a las deslocalizaciones bajo este modelo fiscal, no armonizado por expreso deseo brit¨¢nico, marc¨® una l¨ªnea insalvable para el acuerdo entre las partes, al que se sumaron las diferentes percepciones sobre la intenci¨®n del texto con respecto al pleno empleo.
En cuarto lugar, los derechos y libertades: la inclusi¨®n de la Carta de Derechos Fundamentales en la Constituci¨®n convierte a Europa en la zona del mundo que mejor protege las libertades ciudadanas, pero los partidarios del "no" esgrimieron la falta de garant¨ªa de soberan¨ªa nacional en materia de laicismo institucional.
Por ¨²ltimo, la mec¨¢nica de modificaci¨®n del propio texto: Fabius se?alaba que ser¨¢ pr¨¢cticamente imposible reformarlo por la exigencia de unanimidad que lleva inscrita; Hollande apelaba al revisionismo que ha caracterizado hist¨®ricamente al proceso de integraci¨®n europea, que ha sabido reformar sus propios tratados para adecuarlos, en cada instante pol¨ªtico, a las nuevas realidades que Europa ha ido viviendo y conformando.
Tras este cap¨ªtulo, todo indica que Francia aprobar¨¢ holgadamente la Constituci¨®n Europea y que, si no hay sorpresas, ¨¦sta ser¨¢ mayoritariamente refrendada en el conjunto de los Estados de la nueva Uni¨®n Europea. La pena ha sido que, sobre un asunto tan trascendental como este reto que Europa se ha marcado para s¨ª misma, el PSF haya jugado una guerra interna con caracter¨ªsticas org¨¢nicas y dimensi¨®n nacional. Si los partidarios del "no" hubieran ganado el refer¨¦ndum interno, el proceso de integraci¨®n habr¨ªa gripado, sobre una confrontaci¨®n dial¨¦ctica con marcado car¨¢cter org¨¢nico, en uno de los pa¨ªses clave.
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