Panorama desde el puente
Respeto
Otra vez -ahora desde las instituciones- se maneja a conveniencia el respeto por todas las personas y, cabe suponer, por algunas de sus opiniones. Lo que, para la ocasi¨®n, incluye la utilizaci¨®n de un buscabullas como Garc¨ªa Sentandreu para marear en lo posible acerca del asunto, tan lejos y tan cerca, de nuestra maltratada lengua. No habr¨¢ que insistir en que ning¨²n dem¨®crata con m¨¢s de un trienio de antig¨¹edad debiera conceder cancha ninguna, no digo ya la banda entera, a tipos que en otro tiempo bland¨ªan la cachiporra como argumento global contra sus adversarios pol¨ªticos o emocionales. A lo que cabe a?adir que si algunas decenas de miles de personas -todas ellas respetables, sin duda- salen a la calle en alegre y combativa manifestaci¨®n filol¨®gica, es que el asunto est¨¢ cualquier cosa excepto claro.
La instancia cient¨ªfica
Claro que tampoco est¨¢ claro a santo de qu¨¦ los defensores, que tienen m¨¢s raz¨®n que un santo, de la unidad de la lengua recurren a criterios cient¨ªficos para respaldar sus posiciones civiles. A fin de cuentas, tambi¨¦n est¨¢ demostrado cient¨ªficamente que no conven¨ªa para el futuro de la humanidad votar a Bush bis y millones de sus ciudadanos lo han hecho, por lo mismo que no conviene fumar y se fuma, el alcohol duro es muy peligroso y su ingesta mata a m¨¢s personas que el aburrimiento, las gambas son colesterol en estado puro y su consumo excede al volumen de capturas, la coca¨ªna lleva a la ruina y es el mayor negocio de este mundo. No es la econom¨ªa, listillos, son las emociones. Todo lo est¨²pidas que se quieran, pero ah¨ª no hay residuo cient¨ªfico capaz de penetrar con soltura, no dir¨¦ ya con provecho. Y eso pese a la enorme, in¨²til, ingente tarea de nuestras universidades universitarias. ?O es contradictorio examinarse de Plat¨®n el viernes y ponerse ciego con el profesor asociado hasta el lunes?
La visita del rencor
El por fortuna ex presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ha perdido en su comparecencia ante la comisi¨®n del 11-M una magn¨ªfica ocasi¨®n de hacerse pasar por un se?or equilibrado y con criterio capaz de reconocer la cadena de errores que llevaron a su partido a perder las pasadas elecciones generales. De haberlo aceptado, habr¨ªa logrado de paso el respeto que desde?¨® en sus ¨²ltimos a?os de reinado, adem¨¢s de esa calma interior que sigue al reconocimiento p¨²blico de la culpa propia. Los expertos en el an¨¢lisis de la conducta designan como dinamismo paranoide la pulsi¨®n destinada a hacerse una idea del mundo a la medida de uno mismo y aferrarse a ella hasta las ¨²ltimas consecuencias. No se trata de sugerir que el ex presidente ha perdido la raz¨®n, pero s¨ª de aventurar que sus relaciones objetivas con la realidad est¨¢n algo obstruidas. S¨®lo as¨ª se entienden sus alusiones a una posible conspiraci¨®n no ya contra su persona, sino contra lo que representar¨ªa. Eso cae de lleno en los delirios del brote psic¨®tico.
D¨ªas de puente
Por si no resultaran de por s¨ª algo tediosos los fines de semana de invierno, cuando a las cinco de la tarde cae la noche y poco despu¨¦s hace fr¨ªo por las calles, llegan tambi¨¦n los grandes puentes como portaestandartes de las fiestas que se avecinan. Nadie, salvo quiz¨¢s los m¨¢s j¨®venes, sabe qu¨¦ hacer en esos d¨ªas, llenos tantas veces de vac¨ªos indeseados. Haraganear en la cama durante m¨¢s tiempo que los d¨ªas de a diario, leer algunos libros atrasados con la mejor voluntad y sin tomar notas, perder el tiempo en las colas de cine o de autopista, o viendo una televisi¨®n que ni siquiera sirve como inductora al sue?o, cenar fuera de casa para comprobar a la hora de abonar la cuenta que otra vez se ha incurrido en una ingenuidad onerosa y, probablemente, estomagante. Y as¨ª casi todo.
El lacito del sida
Es espeluznante ver a los profesionales de la bronca cardiaca televisiva luciendo en la solapa el lacito del d¨ªa del sida mientras destrozan a conciencia la intimidad p¨²blica de Isabel Pantoja o Antonia Dell'Atte, Juli¨¢n Mu?oz o Jesul¨ªn de Ubrique. La solidaridad con la desgracia tiene sus reglas, y la primera de ellas es no convertir en carro?a de casquer¨ªa las exclusivas prefabricadas sobre el bajo vientre de los famosos que alcanzan la fama por las trifulcas en horas de m¨¢xima audiencia sobre las flatulencias de zona tan delicada. Como hay d¨ªas para todo, estos tipos y tipas que hacen de periodistas fingidos bien podr¨ªan llenarse la pechera de esa acumulaci¨®n de distintivos que celebran a su modo el tumulto del malestar de calendario que nos invade cada d¨ªa. Siempre que aparezcan sin insignias de impostura el d¨ªa dedicado a la salud mental, que seguro que lo hay.
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