El dinero de los inmigrantes
No est¨¢ demostrada la relaci¨®n directa entre el desarrollo sostenible y las remesas que los emigrantes mandan a sus zonas de origen. Hay pa¨ªses que reciben mucho dinero de los ciudadanos que los abandonaron, y no han logrado nunca desarrollarse; y viceversa. Pero lo que s¨ª es seguro es que para muchos pa¨ªses pobres, las divisas que llegan de sus ciudadanos en el exterior han devenido en la principal fuente de riqueza por encima de las inversiones extranjeras directas y de la ayuda al desarrollo. Los espa?oles sabemos algo de esto por nuestra historia reciente.
Aunque no hay datos totalmente fiables, se estima que en 2003 las transferencias legales en el mundo por remesas de emigrantes pudieron ascender a 150.000 millones de d¨®lares, cifra que se duplicar¨ªa si se tuvieran en cuenta los canales informales de distribuci¨®n de dinero. Ante montos tan espectaculares, las remesas se han convertido en estudio de organismos multilaterales como el Banco Mundial y en objeto de deseo por parte de bancos y otras entidades financieras, que han descubierto un nuevo semillero de ingresos. La semana pasada, tres entidades espa?olas -Bankinter, Caixa Galicia y Bancaja- anunciaban un nuevo servicio a trav¨¦s del tel¨¦fono m¨®vil que podr¨ªa canalizar esas millonarias remesas: con el m¨®vil se puede sacar dinero del cajero autom¨¢tico o dar una orden para que otro cliente, en cualquier punto de la red de cajeros (incluso de otro pa¨ªs), pueda disponer de los ahorros. En definitiva, una sencilla y cl¨¢sica transferencia por conductos tecnol¨®gicos sofisticados.
Las remesas tambi¨¦n son protagonistas de la atenci¨®n de los expertos. En el seminario sobre Alianza/Choque de civilizaciones, celebrado en San Cristobal de la Laguna (Tenerife) la pasada semana, con objeto del quinto aniversario de la declaraci¨®n por la Unesco de esa ciudad como bien cultural patrimonio de la humanidad, se abordaron las principales caracter¨ªsticas de unas remesas que han sido calificadas de "leche materna para los pa¨ªses pobres". En primer lugar, son dinero eficiente que viaja de persona a persona, sin intermediaciones de los Gobiernos y sin condicionalidades como las que los organismos internacionales tipo FMI o el Banco Mundial imponen a sus cr¨¦ditos. Segundo, son transacciones ¨¢giles que no dependen de la volatilidad de los mercados, como las materias primas; su ¨²nico riesgo son los tipos de cambio. Tercero: esas transferencias tienden a abaratarse, ya que su monto total ha estimulado la competencia de las sociedades financieras; algunas de ellas han visto crecer espectacularmente sus beneficios por este cap¨ªtulo (la Western Union cuenta hoy con 170.000 agencias, esparcidas por 190 pa¨ªses de todo el planeta). Cuarto, las remesas son, por su propia naturaleza, parte de la pol¨ªtica econ¨®mica antic¨ªclica de los pa¨ªses que exportan mano de obra: cuando disminuye el precio de una materia prima y el pa¨ªs que basa su econom¨ªa en la exportaci¨®n de la misma entra en crisis, m¨¢s gente emigra para prosperar en otras partes, y m¨¢s dinero reenv¨ªa a sus familiares.
Las transferencias de los emigrantes son uno de los dineros m¨¢s favorecidos por el tipo de globalizaci¨®n que se ha construido. Son m¨¢s abundantes porque ha aumentado el n¨²mero de emigrantes en el mundo (m¨¢s de 100 millones), porque la innovaci¨®n tecnol¨®gica permite la libertad absoluta de movimientos de capitales (los mercados funcionan 24 horas al d¨ªa, 365 d¨ªas al a?o) y porque, como ya se coment¨®, se ha abaratado la intermediaci¨®n. Se da as¨ª la paradoja filos¨®fica que mientras los movimientos de capitales promovidos por el traslado de mano de obra de un sitio a otro son totalmente libres, los cambios de residencia siguen padeciendo de serias limitaciones.
El dinero de los inmigrantes ha devenido en una red de seguridad alternativa al Estado del Bienestar. Las remesas sirven para satisfacer las necesidades b¨¢sicas de las familias de los que se van, para comprar vivienda, tierras, herramientas agr¨ªcolas o ganado, y en el extremo, para financiar el viaje de nuevos miembros de la familia que quieren emigrar. Es por ello que algunos Estados depredadores han estimulado la cultura de la emigraci¨®n y prefieren que una parte de su poblaci¨®n emigre y env¨ªe los ahorros para que los que se quedan vivan mejor. Olvidando el inmenso dolor de la emigraci¨®n y, en muchos casos, la esclavitud que estimula.
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