Oteiza revisitado
"El d¨ªa de mi muerte ser¨¢ el de mi canonizaci¨®n", aventur¨® el fil¨®sofo Arthur Schopenhauer; y se cumpli¨® con creces el vaticinio. Algo similar a esto pod¨ªa darse en la figura del escultor Jorge Oteiza. Lo prueba la inconmensurable exposici¨®n suya presentada en el Guggemheim bilba¨ªno al a?o y unos pocos meses de su muerte. Para quienes apenas le conoc¨ªan ha sido un descubrimiento singular, un sorprendente encuentro. No obstante, muchos de ellos han reconocido la dificultad de poder captar, siquiera medianamente bien, buena parte de lo expuesto, en especial las ¨²ltimas obras, fechadas de 1956 a 1959. En cuanto a aquellos conocedores del talento y la calidad art¨ªstica del escultor de Orio, se han visto gratificados al redescubrir la grandeza pl¨¢stica repartida por el ¨¢mbito del Guggenheim, al punto de convertirse para ellos en un feliz reencuentro dif¨ªcil de olvidar.
He dejado ex profeso que trascurran dos meses desde el d¨ªa que se inaugur¨® la exposici¨®n. En ese tiempo he visto la muestra un mont¨®n de veces, he le¨ªdo los textos del cat¨¢logo de la exposici¨®n y, lo m¨¢s importante, he vuelto a leer los escritos del propio Oteiza. Ratifico la idea de que es una exposici¨®n prodigiosa, y su autor, uno de los m¨¢s grandes y genuinos creadores del siglo XX. Respecto a lo escrito en el cat¨¢logo, hasta un ni?o preguntar¨ªa ingenuamente: si todos los que escriben en ¨¦l incluyen constantemente referencias a los escritos de Jorge Oteiza, ?por qu¨¦ no se ha insertado alguno de esos escritos?
Aseguro que para entender los postulados est¨¦ticos de Oteiza nada mejor que acudir a sus escritos, muy en particular a su Prop¨®sito experimental 1956-1957. Ah¨ª est¨¢ el n¨²cleo central de su pensamiento. Significa a Malevich como el ¨²nico fundamento vivo de las nuevas realidades espaciales. A partir de lo cual crea para s¨ª la Unidad Malevich. A trav¨¦s de esa unidad ir¨¢ conformando su propio universo. Un universo que est¨¢ jalonado por alusiones a otros artistas, ya para refutarles, ya para apoyarse en ellos, como por ejemplo Kandinsky, Mondrian, Doesburg, Tatlin, Mortensen, Max Bill, entre otros, y por encima de todos el citado Malevich. En los escritos de ese prop¨®sito de Oteiza encontramos permanentes cargas de profundidad. Mostramos a modo de prueba una sola de esas cargas, por otra parte, clave para entender el quehacer de su propia creaci¨®n: "El vac¨ªo no se ocupa, no se pinta, se piensa". Un mes tienen para poder meditar en gozo con la exposici¨®n. Mas la peripecia vital de sus creaciones no tiene plazo. Ya est¨¢ para siempre en la historia universal del arte. Se cumplir¨¢ as¨ª el dicho heideggeeriano sobre que el futuro es la anticipaci¨®n del pasado.
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