Prevenci¨®n contra las violencias
?Tiene sentido hablar de prevenci¨®n de las violencias ejercidas contra las mujeres en una sociedad que, a¨²n hoy, utiliza la violencia como instrumento v¨¢lido, o como m¨ªnimo poco sancionado, para la resoluci¨®n de los conflictos? Concretando a¨²n m¨¢s la pregunta: ?qu¨¦ resultados puede tener una campa?a como la que hemos puesto en marcha desde el Gobierno de la Generalitat, dirigida a la prevenci¨®n de las relaciones abusivas entre las personas j¨®venes?
Actualmente ya podemos afirmar que las vidas femeninas van dejando de ser un destino y se van convirtiendo en empresas a manos de las propias interesadas. A pesar de todo, paralelamente, en el imaginario social permanece a¨²n un modelo de uso y atribuciones por sexo basado en estrategias arquet¨ªpicas que definen las pautas de comportamiento en las relaciones entre los valores masculinos y femeninos. Intervenir en la descodificaci¨®n de estas atribuciones entre la poblaci¨®n joven, sobretodo en lo que se refiere a la construcci¨®n de las identidades femenina y masculina debe permitir, y as¨ª nos lo dicen algunas de las experiencias realizadas en este sentido, actuar preventivamente respecto de las relaciones abusivas entre los sexos.
Las vidas femeninas dejan de ser un destino y se van convirtiendo en empresas a manos de las interesadas
Ante esta evidencia, es necesario se?alar la importancia de la prevenci¨®n como herramienta b¨¢sica para luchar contra todas las violencias ejercidas contra las mujeres, por el hecho de ser mujeres. Las actuaciones preventivas deben contemplar, por un lado, las situaciones en que a¨²n no se han producido abusos, lo que permitir¨¢ identificar los rasgos b¨¢sicos de la violencia, como, por otra, aquellos casos en que ya se han dado actuaciones violentas, para as¨ª evitar su cronificaci¨®n. Lo que siempre debe quedar muy claro, sea cual sea el marco de intervenci¨®n, es que ninguna forma de violencia es justificada ni tolerable.
Nuestro convencimiento sobre la importancia de la prevenci¨®n en el abordaje de las violencias, que parte de la premisa que ¨¦stas est¨¢n absolutamente arraigadas en las estructuras sociales, debe comportar la definici¨®n de intervenciones que puedan, verdaderamente, transformar la realidad. En este sentido tenemos, como ya he apuntado antes, en la poblaci¨®n joven y, en consecuencia, en la educaci¨®n, un objetivo que no podemos dejar de atender. Esta es la raz¨®n de la especificidad de la campa?a Talla amb els mals rotllos, puesta en marcha recientemente por la Generalitat de Catalu?a.
La experiencia y el trabajo de muchas personas dedicadas a la educaci¨®n, as¨ª como la presencia, a¨²n, en los dise?os curriculares, como en otros ¨¢mbitos culturales y sociales con incidencia educativa, de contenidos y planteamientos androc¨¦ntricos, etnoc¨¦ntricos, hom¨®fobos y belicistas, dan noticia de la secular dificultad en que se encuentran los agentes educativos para educar en la no violencia y tambi¨¦n en soportar la violencia.
El lenguaje de la violencia juzga, desvaloriza, insulta y niega la existencia de otros, menospreciando sus emociones y los diferentes puntos de vista; no acepta la diversidad ni la diferencia entre los seres humanos. Si un ni?o o una ni?a siempre oyen hablar en masculino, s¨®lo estudian hechos realizados por hombres, s¨®lo ven im¨¢genes activas masculinas, pueden crearse un imaginario en el cual las mujeres son inexistentes en tanto que sujetos y protagonistas activas de sus vidas y de la historia. El hecho de no introducir en los dise?os curriculares la diferencia sexual como elemento positivo, creador de discurso y digno de aprendizaje, representa una violencia simb¨®lica dif¨ªcil de identificar, en tanto que discurso hegem¨®nico. En los centros escolares se ha detectado el incremento de la agresividad y la competitividad como formas normales de relaci¨®n y esto perjudica a todo el mundo: las y los docentes que est¨¢n expuestos a situaciones para las que no disponen de herramientas de intervenci¨®n, los chicos como objetos-sujetos de la violencia y las chicas que permanecen vulnerable ante la violencia real y simb¨®lica sobre sus personas.
Frente a esta realidad, debemos optar por invertir en una verdadera coeducaci¨®n, en tanto que elemento preventivo en s¨ª mismo, para no continuar sosteniendo y reproduciendo en los ¨¢mbitos educativos y sociales contenidos, metodolog¨ªas y pr¨¢cticas que s¨®lo consideran el paradigma patriarcal, sino incorporando, visibilizando y validando los saberes de las mujeres en las diferentes ¨¢reas del conocimiento y de la vida. Como nos dice Ana Mar¨ªa Piusi "el neutro ya no es tanto el dominio excluyente del masculino con pretensiones de universalidad, sino la forma de inclusi¨®n del femenino (el uno y la otra) en un orden social y simb¨®lico inspirado en principios democr¨¢ticos y pluralistas, pero de hecho a¨²n sordo a la diferencia sexual libre, en primer lugar, a la libertad femenina". Pero tambi¨¦n, a?ado, a la libertad masculina, porque la masculinidad, perfilada como arquetipo, resulta limitadora y cada vez m¨¢s inviable ante la expresi¨®n de una feminidad que ha entendido, y ha decidido, romper con un determinismo injusto y alineante.
Es necesario, pues, intervenir coeducativamente, lo que significa caminar hacia una educaci¨®n relacional capaz de conjugar la diversidad, la diferencia y el respeto mutuo, como instrumentos para construir seres aut¨®nomos, ajenos, definitivamente, a la cultura excluyente de la violencia.
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