De suicidios y ¨®peras
El Roma deja la ¨¦lite en un silencio s¨®lo roto por los gritos de los jugadores y los locutores
Los suicidios sinceros se cometen en silencio, a solas y sin notas de despedida. La cuarta hermana del f¨²tbol italiano quiso matarse de esta forma. Se desprendi¨® de Totti, Cassano, Montella y otras ataduras terrenales y, arruinada y enferma, con la casa vac¨ªa, se rindi¨® sin pelear. De las siete hermanas que compon¨ªan la familia cayeron ya en su d¨ªa la Fiorentina, el Parma y el Lazio. Fallecido el Roma, descanse en paz, quedan las tres mayores. S¨®lo la Juventus, el Milan y el Inter permanecen en el mundo de los vivos, el de los que aspiran a ganar alg¨²n t¨ªtulo o, en general, a algo.
Lo que pasa es que en Roma ni los suicidios m¨¢s tristes consiguen desarrollarse en serio. Roma es una ¨®pera, una eterna ficci¨®n. En la ¨®pera, las divas cincuentonas simulan ser doncellas y, cuando mueren, lo hacen entre gorgoritos. Por m¨¢s solas que est¨¦n en el momento final, siempre pasan por all¨ª un coro, alg¨²n tenor afligido, un padre arrepentido con voz grave y, si se tercia, un batall¨®n de h¨²sares. Como ayer en el estadio Ol¨ªmpico. La Roma (por una vez, perm¨ªtase el femenino italiano) se disfraz¨® de juvenil damisela y, entre ayes y suspiros, ante una pe?a de figurantes de lo m¨¢s raro, se despidi¨® por muchos a?os del f¨²tbol de nivel continental.
Como en la ¨®pera, el suicidio no tuvo nada de silencioso. Se o¨ªan los gritos de los jugadores. Pero tambi¨¦n, mucho, las vigorosas retransmisiones de los periodistas radiof¨®nicos espa?oles. Y los ocasionales aplausos de un p¨²blico fino, bien vestido y mayormente madridista, pero p¨²blico al fin y al cabo (m¨¢s que a puerta cerrada, fue un encuentro a puerta entreabierta), y las ocasionales exclamaciones del grupito de capi tifosi que se col¨® en la ceremonia del adi¨®s, y un coro de fan¨¢ticos romanistas que, como los esclavos de Nabucco, se pasaron el rato cantando sus penas cerca del Ol¨ªmpico. No se conoce ninguna ¨®pera en la que un par de secundarios se entretenga durante el tercer acto li¨¢ndose un porrito, pero en la de ayer se dio el caso.
No tardar¨¢ en llegar el d¨ªa en que la afici¨®n romanista tome consciencia de que la Roma se ha convertido en la peque?a Romita, exorcizada durante a?os por el dinero de Franco Sensi y los goles de Totti. Quiz¨¢ el d¨ªa llegar¨¢ a final de temporada, cuando se vaya Cassano y, probablemente, se vaya tambi¨¦n Totti y el objetivo vuelva a ser pelear con el Udinese, la Sampdoria y dem¨¢s por una plaza de la Copa de la UEFA. ?sa ser¨¢ otra ¨®pera. Algo en la l¨ªnea de lo m¨¢s t¨¦trico de Richard Strauss, por ejemplo. De momento, una se?ora gorda ha entonado el adi¨®s a la vida y ha quedado tendida sobre el escenario. Permanece en pie otra diva gorda, vestida de blanco, que ayer se limit¨® a asistir a un suicidio bufo en un escenario vac¨ªo lleno de gente. Veremos qui¨¦n canta al final.
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