La hora azul de Henze
Una ¨®pera deliciosa, sencillamente deliciosa. L'Upupa, ¨²ltimo t¨ªtulo para la escena de Hans Werner Henze (1926), ha llegado a Madrid como un regalo de Navidad adelantado, solamente unos meses despu¨¦s de su estreno en el festival de Salzburgo el 12 de agosto de 2003.
El reparto vocal madrile?o se mantiene pr¨¢cticamente ¨ªntegro respecto al salzburgu¨¦s, con la ¨²nica incorporaci¨®n de una estupenda Ofelia Sala para cubrir la ausencia de Laura Aikin. En cuanto a la orquesta, Paul Daniel sustituye a Markus Stenz, y la Sinf¨®nica de Madrid, a la Filarm¨®nica de Viena. La pol¨ªtica de coproducciones del Real cristaliza, al f¨ªn, en un espect¨¢culo actual, hermoso, equilibrado entre sus partes musical y esc¨¦nica, sorprendente, imprescindible.
L'Upupa
De Hans Werner Henze. Director musical: Paul Daniel. Director de escena: Dieter Dorn. Con John Mark Ainsley, Alfred Muff, Hanna Schwarz, G¨¹nter Missenhardt, Matthias Goerne, Anton Scharinger, Axel K?hler y Ofelia Sala. Coro y Orquesta Sinf¨®nica de Madrid. Producci¨®n estrenada en el Festival de Salzburgo, 2003. Teatro Real, Madrid, 7 de diciembre.
Por encima de todo, L'Upupa es una ¨®pera del siglo XXI. Obvio que lo es por la fecha de composici¨®n y estreno, pero no es a ello a lo que me quiero referir prioritariamente. La modernidad, llam¨¦moslo as¨ª, de esta ¨®pera se asienta en el extraordinario oficio y experiencia del compositor alem¨¢n, que, sobre un soporte orquestal de una riqueza portentosa, con una variedad de recursos extraordinaria, sit¨²a una f¨¢bula de una capacidad po¨¦tica tan sugerente que el espectador siente que est¨¢ viviendo durante unas horas en el interior de un cuento, o de todos los cuentos.
La tensi¨®n no decae en ning¨²n momento, ni la sorpresa, ni el misterio. Es un viaje inici¨¢tico que nos devuelve a la infancia desde la profundidad de la f¨¢bula moral. Como en La flauta m¨¢gica, por poner un ejemplo familiar. Incluso el final, esa hora azul, deja todas las puertas abiertas para que la poes¨ªa nos invada desde caminos impredecibles.
Dec¨ªa Messiaen algo as¨ª como "si yo he escogido por maestros a los p¨¢jaros es porque la vida es corta". Henze hace de la abubilla el centro de su imaginativa historia, heredada de leyendas orientales. Lo que importa, en cualquier caso, son los sentimientos de los personajes y los valores que representan. Tres de ellos, los que asumen Matthias Goerne, John Mark Ainsley y Ofelia Sala, se hacen querer. Su actuaci¨®n es, vocal y teatralmente, conmovedora. Tiene importancia la homogeneidad del reparto y el acierto de la puesta en escena, con una sutil direcci¨®n de actores y una escenograf¨ªa y vestuario de J¨¹rgen Rose llenos de hallazgos, pero con el privilegio de la sencillez o, si se prefiere, al servicio total de lo que se est¨¢ contando sin renunciar a la fantas¨ªa.
Menci¨®n especial merece la Sinf¨®nica de Madrid, en una partitura erizada de dificultades, a la que responde con entrega y solvencia a las ¨®rdenes de Paul Daniel. Y tambi¨¦n menci¨®n especial reclama la oportunidad del Real en esta ocasi¨®n para estar al tanto de lo que se est¨¢ haciendo por esos mundos y traerlo a Madrid a su debido tiempo. Hans Werner Henze se ha instalado aqu¨ª como en su propia casa. Lo merece como pocos.
El p¨²blico ovacion¨® con afecto su presencia en el patio de butacas. Y tambi¨¦n a los artistas de la representaci¨®n. No fue una recepci¨®n con el mismo nivel de entusiasmo que en Salzburgo, pero considerando que las premi¨¨res madrile?as son de las m¨¢s glaciales de la vieja Europa, pues, bueno, no estuvo tan mal la acogida. Para terminar, un consejo: no se lo pierdan. Ensancha horizontes de la m¨²sica, de la ¨®pera, del arte, de la inteligencia y de la fantas¨ªa. Qui¨¦n sabe los a?os que pueden pasar sin tener la oportunidad de un espect¨¢culo tan enriquecedor.
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