Telas de hoy a precios de 1953
Un establecimiento de textiles de la Gran V¨ªa festeja su cincuentenario con 50.000 art¨ªculos a 0,59 euros
Varios miles de personas, principalmente mujeres de edad media, irrumpieron ayer en un establecimiento textil de la Gran V¨ªa atra¨ªdas por una oferta ins¨®lita en la vida comercial madrile?a: precios de 1953, el a?o en que morir¨ªa Stalin, Franco mandaba m¨¢s que nunca, los guardias de la circulaci¨®n llevaban casco blanco y, todav¨ªa, carros con mulos acarreaban madera por la calle de Alcal¨¢.
En la cercana Gran V¨ªa, ayer, la oferta que muchas se?oras se aprestaban adquirir consist¨ªa en un stock formado por 30.000 metros de tela de vestir, 15.000 pa?uelos y otros tantos foulards -bufandas en tejidos suaves-, que se venden, hasta que se agoten existencias, al precio de 0,59 euros, equivalente a 99 pesetas, por cada metro de tela o bien por unidad de ambos tipos de prendas.
'?Vayan terminando sus compras, que cerramos hasta la tarde!', dice un polic¨ªa armada de gris
Pero a¨²n hab¨ªa m¨¢s ofertas, que explica Javier Enrich, barcelon¨¦s de 37 a?os, responsable de mercadotecnia de la casa Juli¨¢n L¨®pez: "No se trata de rebaja alguna, sencillamente", dice con convicci¨®n, "es un regalo a nuestras clientas". ?Regalo? "Claro que s¨ª: a quienes acudan a nuestro establecimiento se les regala un 33% en cada compra que realicen de productos no incluidos en los de precio ¨²nico. De este modo", agrega, "si una se?ora quiere poner cortinas en su casa -deseo habitualmente caro ya que viene a costarle unos 1.800 euros-, su anhelo quedar¨¢ convertido en s¨®lo 1.200 euros. De una tacada se ahorra m¨¢s de 100.000 pesetas. Se preguntar¨¢ usted por qu¨¦ hacemos esto", a?ade Enrich, "pues, simple y llanamente, porque hemos querido festejar nuestro cincuenta aniversario con los precios de entonces".
Despliega su panoplia de recursos de persuasi¨®n este experto en mercadotecnia que, a los 18 a?os, viaj¨® a Estados Unidos, donde confiesa que cada cosa que ve¨ªa le parec¨ªa una sorpresa. "Hoy, sin embargo, todas las tiendas, desde Nueva York a Barcelona, ofrecen lo mismo, casi todo es igual en todas partes. Por ello" -vuelve a la carga- "hemos querido aplicar nuestro lema, al que nos hemos mantenido fieles a lo largo de toda nuestra vida comercial: ser diferentes".
Aquellas personas que aguardan en la puerta de la tienda de textiles se ven primero abordadas por una gitana que dice llamarse La Merche. Lleva una peineta de color verde, fosforescente adem¨¢s, y reparte impresos en papel couch¨¦ donde se explican las gangas en venta. Recorriendo las largas colas que llegan incluso a mezclarse con las de un cercano establecimiento de loter¨ªa, una supuesta azafata de la compa?¨ªa a¨¦rea Iberia luce su uniforme de los a?os sesenta, con falda larga chanel y abrigo azul aviador claro. Y ya en la puerta, Pedro, con un inconfundible uniforme policial gris y gorra de plato, cinta roja y aguilucho en su remate, impone orden a voces. Cuando no le hacen caso, toca un silbato que extrae de entre sus correajes negros: ?Hagan el favor de realizar sus compras con orden!, grita por doquier, mientras dos supuestos modistos, que dicen llamarse Visconti y Luchino, de vistosa indumentaria, gritan a su vez a cada comentario que escuchan de las se?oras que configuran las colas. "Los actores se dedican a entretener a las personas de la fila", sonr¨ªe Enrich.
Mary Sol es una se?ora muy joven, que ha logrado entrar en la tienda. "He pasado hora y cuarto en la cola y ya estoy dentro", dice con una sonrisa. "?Qu¨¦ espero encontrar aqu¨ª? Pues en realidad he venido porque voy a ser mam¨¢", explica mientras baja un poquito la voz, "y quiero conseguir tela para el ajuar de mi hija". ?C¨®mo va a llamarla? "Se llama In¨¦s", afirma con ilusi¨®n. "Estos precios son muy interesantes", asegura mientras examina seda blanca con la cual piensa cubrir la cuna de su ni?a. A su lado, otra dama pasa la mano sobre un sat¨¦n con pedrer¨ªa.
"C¨®jalo, coja un foulard, s¨®lo cuestan 99 pesetas", comenta un dependiente de corbata, con acento levantino. De Valencia procede la primera casa de esta cadena de establecimientos textiles, que tiene su centro matriz en la calle del Periodista Azat¨ª n¨²mero 9, explica Enrich con entusiasmo. "El pionero Juli¨¢n L¨®pez, que hoy cuenta con 80 a?os, era un emprendedor visionario del comercio", se?ala.
?Pero, con estos precios, no temen que otras tiendas vecinas piensen que ustedes hacen algo as¨ª como dumping? "Hombre, no, mire: aqu¨ª no hacemos dumping en absoluto; estamos de aniversario, ni m¨¢s ni menos que eso, y la lealtad de nuestras clientas se merece nuestra deferencia", explica. "Tenga en cuenta que somos una peque?a empresa familiar y que estamos rodeados de compa?¨ªas multinacionales. Con todo el respeto hacia ellas, las multinacionales tienen dinero, y nosotros, creatividad. ?sa es nuestra f¨®rmula: aplicar la imaginaci¨®n al comercio". El experto se muestra infatigable en su mercadotecnia.
A su lado, una se?ora de los casi cinco centenares que se hacinan dentro de las dos plantas de la tienda tropieza con la barra en torno a la que se pliega un raso. Cae al suelo. El golpazo suena sobre el pavimento. "No, si no me he hecho nada, es que se agotaba una tela con la quiero hacerme un traje de chaqueta y me la quitaban de las manos", afirma mientras se sacude la falda y se incorpora del suelo, asida ya al tejido.
A la una y media, Pedro, el polic¨ªa armada, toca su silbato: "?Vayan terminando de hacer sus compras, que cerramos hasta las cuatro y media!", grita henchido de autoridad. Como en 1953.
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