Rafael Chirbes reflexiona sobre la vida con un recorrido literario por ciudades de todo el mundo
El viaje como fuente de aprendizaje fecundo para conocerse a uno mismo. ?ste es el motivo fundamental del libro El viajero sedentario. Ciudades (Anagrama), de Rafael Chirbes (Tabernes de Valldigna, Valencia, 1949). La obra recoge una serie de reportajes sobre ciudades de todo el mundo publicados en la revista madrile?a Sobremesa, cabecera en al que Chirbes escribe desde hace una veintena de a?os. Las piezas han sido reelaboradas con el fin de crear un texto reflexivamente unitario. Como conclusi¨®n, una sentencia objetiva: a pesar de todo, la vida sigue. La pasi¨®n viajera del autor viene de lejos, reforzada con el tiempo por sus compromisos profesionales. "El hombre siempre se ha sentido fascinado por mirar fuera, por ver c¨®mo transcurren vidas ajenas y mundos diferentes al nuestro", explica. "El deseo de viajar oculta una melancol¨ªa por vidas no vividas. Cuando viajaba de adolescente o so?aba con viajar de ni?o, buscaba encontrar un lugar en el que vivir una vida distinta a la m¨ªa".
La senda de Chirbes rehuye los dejos aventurescos y los apartes ex¨®ticos para adentrarse en un paseo de tintes inci¨¢ticos. "Miro las ciudades que visito con un punto de vista literario. Preguntarse c¨®mo viven los dem¨¢s significa al mismo tiempo preguntarse por uno mismo. No entiendo el viaje como una aventura. Me he acercado a los sitios que tienen algo de m¨ª, aunque sea simplemente porque all¨ª naci¨® un pintor que admiro. He buscado la raz¨®n de eso que se llama vivir". Contra toda tentaci¨®n azucarada, el libro constata algo sabido: el poder omnipresente del dinero. "Las ciudades son representaciones del poder y el dinero es la base de ese poder. En este contexto, la cultura es la gran mentira que cubre los mecanismos m¨¢s crueles de la ambici¨®n".
El viajero sedentario arranca en Pek¨ªn y concluye a orillas del Mediterr¨¢neo, periplo con el que Chirbes desentra?a recovecos vitales compartidos. "En todas partes se representa la vida con mecanismos parecidos. Este libro es un homenaje a la vida. Unos viven sobre el hielo, otros al pie de un volc¨¢n o en sitios en los que tiembla la tierra. A pesar de las dificultades, todos siguen persistiendo en vivir all¨ª. La cadena de la vida me atrae mucho. Aunque no sea muy optimista, esta obra es un canto a su continuidad. Al fin y al cabo, las ciudades son resultado de un proyecto colectivo de varias generaciones", afirma el novelista. Una pervivencia urbana que convierte la destrucci¨®n en acicate para volver a nacer. "Se conserva y se destruye para crear s¨ªmbolos de poder. Todo forma parte de un juego m¨¢s amplio en el que tiene un papel principal la ideolog¨ªa".
Las ciudades literariamente rese?adas suman m¨¢s de cuarenta y abundan las europeas. "Me apasionan ciudades como Leningrado, un sitio descabellado sito en el peor clima posible por la voluntad de un aut¨®crata. Por el contrario, me atraen poco las ciudades hist¨®ricas, tipo parque tem¨¢tico. Algunas de mis favoritas son las ciudades hojaldre, aquellas que acumulan muchas capas. Tambi¨¦n me gustan las ciudades tozudas, lugares que a pesar de haber padecido desastres varios vuelven a construirse una y otra vez. Por ¨²ltimo, me entusiasman las ciudades cuya biograf¨ªa se parece a la vida de un individuo. As¨ª, este libro es tambi¨¦n una autobiograf¨ªa".
Babelia
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