Sobre constituciones, retos y aventuras
En febrero nos quieren convertir a los espa?oles en los europeos ejemplares por ense?ar a los dem¨¢s que somos los m¨¢s fervientes partidarios de algo que no conocemos, es decir, la Constituci¨®n europea. Vaya por delante que somos bastantes los que ya hemos decidido ir a votar en favor de esta Constituci¨®n que, como no pod¨ªa ser de otra forma, no nos parece ni la ideal ni la mejor posible. S¨ª nos parece la mejor opci¨®n que se nos ofrece tras hundirse las ¨²ltimas resistencias a ciertos desequilibrios que pa¨ªses como el nuestro pueden lamentar en el futuro si resulta que el amor que nos profesan algunos socios mayores no es tan firme ni perenne como aseguran nuestros gobernantes. Pero ya no importa si no se pudo o no se quiso intentar preservar posiciones m¨¢s cautelosas porque se ha impuesto la certeza de la existencia del bien y la generosidad absolutos y que ambos son oriundos de Berl¨ªn y Par¨ªs.
Habr¨¢ que votar con un s¨ª a la constituci¨®n, con entusiasmo o sin ¨¦l. Aunque solo fuera porque la alternativa ser¨ªa un desastre. No una tragedia, pero s¨ª un desastre. Y hay que animar a todo el mundo a votar -afirmativamente- porque el desastre es posible y lo es por la ocurrencia de someter la ratificaci¨®n de la Constituci¨®n a refer¨¦ndum, cuando tenemos un Parlamento reci¨¦n estrenado al que nadie puede seriamente negar legitimidad y potestad para confirmar el compromiso espa?ol con la Carta Magna europea. Como no hay jard¨ªn en el que no entremos ¨²ltimamente, quedan diez semanas para movilizar al electorado y convencerle, no ya para la imposible empresa de leerse y valorar la Constituci¨®n, sino de que se levante otro domingo para volver al colegio electoral. No debe extra?ar que en esta situaci¨®n surjan ideas peregrinas como la del Gran Hermano o la conversi¨®n a la militancia europe¨ªsta de "personalidades de la cultura" que hace quince a?os insultaban a los polacos, a Vaclav Havel y a los alemanes orientales por quererse unir a la "globalizaci¨®n salvaje" y aun hoy son tiernos compadres de Castro y Ch¨¢vez.
Quiz¨¢s no baste con este despliegue de imaginaci¨®n. Tal como anda el patio pol¨ªtico y el prestigio que parecen haber obtenido las sectas en los dos grandes partidos, no es improbable -quiz¨¢s necio, pero no improbable- que parte de los votantes del PP opten por la abstenci¨®n o el no para no ayudar a un ¨¦xito del refer¨¦ndum que el Gobierno pudiera atribuirse. Tampoco parece probable que el Gobierno arrastre a las masas a las urnas a no ser que realmente presente la consulta como un plebiscito, lo que no parece muy conveniente. El PP tendr¨¢ que convencer a sus electores argumentando que la Constituci¨®n europea, un Tratado entre Estados, hace inviables los experimentos secesionistas en marcha en Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco. No ser¨¢ f¨¢cil cuando todos son testigos de que una Constituci¨®n mucho m¨¢s expl¨ªcita en la defensa de la unidad nacional, fuerte y ratificada por una inmensa mayor¨ªa, la Espa?ola de 1978, sufre cont¨ªnuos embates, cuestionamientos y planes de voladura m¨¢s o menos controlada. El Partido Socialista habr¨¢ de convencer a los suyos de que es buena una Constituci¨®n que rechazan todos sus socios en Barcelona y Madrid. En fin, que con el ambientazo de estos ¨²ltimos meses, habr¨ªa sido todo m¨¢s f¨¢cil de resolver entre parlamentarios que entre radioyentes.
El pasado s¨¢bado, en el Recinto Ferial de Madrid, no lejos de donde delegados de Izquierda Unida limaban asperezas en su b¨²squeda del cuadro ideal para la lucha final, cientos de ciudadanos de toda Espa?a aplaud¨ªan al ministro del Interior, Antonio Alonso, y al dirigente del PP en Estrasburgo, Jaime Mayor Oreja, por reafirmar lo que debiera ser obvio, la necesidad de que los dos grandes partidos act¨²en juntos en la lucha de todas las "cuestiones de Estado". Entre las primeras figurar¨ªa la preservaci¨®n del Estado mismo. Estos ciudadanos exig¨ªan a PSOE y PP responsabilidad y fin a la org¨ªa de sectarismo, el s¨ª a la Constituci¨®n europea y tambi¨¦n, y ante todo, a la espa?ola. Alex Vidal Cuadras y Josep Borrell clausuraron el acto y por lo que dijeron estaban de acuerdo. ?Ojal¨¢ vivieran m¨¢s cerca!
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