Sindicalistas y parroquianos
Lo ocurrido en ?beda con los inmigrantes subsaharianos suscita varias reflexiones. Hace m¨¢s de una d¨¦cada que los jornaleros de origen extranjero, regularizados en su mayor¨ªa, se mov¨ªan a lo largo y ancho de este pa¨ªs, de una campa?a agr¨ªcola a otra; asumiendo los gastos de desplazamiento, del tiempo dedicado a la b¨²squeda de trabajo y las semanas que separan el fin de una campa?a del comienzo de otra. De las comarcas de Catalu?a, Arag¨®n y la Rioja hasta los rincones m¨¢s profundos de Andaluc¨ªa y Extremadura; se repite el mismo panorama y las mismas penurias de estos trabajadores. Ausencia de contrato previo, falta de alojamiento, informaci¨®n inexacta o err¨®nea, abusos laborales y de paso incidentes que alteran la convivencia. La pregunta es: ?cu¨¢ndo las organizaciones sindicales van a poner en el centro de sus preocupaciones la suerte de estos trabajadores, como su propia suerte? Decidirlo y actuar en consecuencia las llevar¨ªa a organizar y ordenar los movimientos de estos trabajadores tal como lo hizo con los jornaleros andaluces en sus migraciones veraniegas a Francia. Canalizar la oferta y la demanda de mano de obra en el campo espa?ol, tener un censo de los jornaleros de origen extranjero y sus rutas, garantizar los derechos laborales y no permitir mandar al abismo de la exclusi¨®n a centenares de trabajadores por tener contentas, a corto plazo, a las patronales agrarias. Compa?eros sindicalistas: no es una cuesti¨®n de solidaridad sino de supervivencia, batirse en retirada con la ilusi¨®n de conservar los "castillos" de afiliados que caen uno tras otro bajo los golpes de la deslocalizaci¨®n; s¨®lo har¨¢ tardar la rendici¨®n. All¨¢ donde se ausenta un sindicalista, habr¨¢ un parroquiano que con buena voluntad mover¨¢ a centenares de trabajadores inmigrantes a la desilusi¨®n y la desesperaci¨®n; de ambas cosas est¨¢n bien servidos.
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