El apasionante 'caso Fabra'
Tenemos en el Pa¨ªs Valenciano unos cuantos novelistas, y quiz¨¢ tambi¨¦n alg¨²n periodista, capaces de escribir el que sin duda ser¨ªa el libro del a?o o del lustro. Me refiero a una biograf¨ªa -mejor no autorizada- del presidente de la Diputaci¨®n de Castell¨®n, Carlos Fabra. Muchos de sus paisanos, o la inmensa mayor¨ªa, no hallar¨ªan grandes sorpresas en el relato, pues tiene uno la impresi¨®n de que est¨¢n al cabo de la calle, no s¨®lo de las haza?as del personaje, sino tambi¨¦n de su linaje, expresivo de una vocaci¨®n pol¨ªtica hereditaria, con las consiguientes pr¨¢cticas caciquiles y clientelares que ello engendra. Quiz¨¢ sea excesivo a este respecto y en estos tiempos hablar de fabrismo como opci¨®n partidaria, pero lo cierto es que los confesos de antifabrismo no se comen un rosco en esa taifa provincial. Y m¨¢s a¨²n: el amparo del mentado presidente es mano de santo para que se abran las puertas de la Generalitat y muchos ministerios, como se ha visto.
Y digo lo que precede porque me parece incuestionable que el presidente Fabra ha sido el protagonista de 2004 por estos pagos auton¨®micos. Al menos, por la cantidad de noticias e informaciones que ha motivado. Desde febrero pasado, que me conste, no ha cesado de darle cuartos al pregonero y, muy especialmente, de nutrir la cr¨®nica de tribunales por la cantidad de contenciosos entrecruzados a prop¨®sito de ese zarzal de empresas que han crecido a su vera. Y, como era de esperar, tampoco ha faltado el escrutinio de su fortuna, aparentemente recrecida desde que el caballero gobierna la corporaci¨®n y tiene tiempo libre, adem¨¢s de la bendici¨®n oficial, para intermediar y despachar dict¨¢menes tan sigilosos que nadie ha visto.
No cabe en esta columna un asunto tan prolijo y trenzado como es la serie de pleitos en que anda enzarzado el caballero. Tanto m¨¢s cuando el fiscal anticorrupci¨®n, que hasta ahora andaba moroso y circunspecto en este caso, ha calificado de "muy extensas y letales" las diligencias que lleva a cabo. Lo de letales debe aludir a los productos fitosanitarios sin licencia, y quiz¨¢ tambi¨¦n con ella, que se comercializaban, sin excluir todo ese trapicheo de finanzas, pagos, obsequios de joyas, compra de mas¨ªas de titularidad p¨²blica y un largo etc¨¦tera que garantiza la mejor materia prima para moldear la semblanza de un triunfador de nuestro tiempo con modos y maneras que no acaban de ser anacr¨®nicas. As¨ª visto hasta podr¨ªa componerse una tesis doctoral sobre los avatares del poder caciquismo perif¨¦rico.
Quienes hayan seguido con alg¨²n inter¨¦s esta historia habr¨¢n constatado la confianza que manifiestan las gentes del PP acerca del fallo o fallos absolutorios con que se cerrar¨¢ este corolario de esc¨¢ndalo familiar y pol¨ªtico. Tambi¨¦n hay excepciones que apelan al c¨®digo ¨¦tico del PP, en virtud del cual el todopoderoso presidente ya habr¨ªa de haber dejado el proscenio p¨²blico, no vaya a ser que lo reclamen para el trullo mientras preside una sesi¨®n solemne. Y no ser¨ªa eso lo peor, pues delito habr¨ªa, sino que tambi¨¦n arrastre consigo a cuantos han apostado sin reservas por su inocencia, como el incondicional V¨ªctor Campos, vicepresidente del Consell, y hasta el titular de ¨¦ste. Si alguien se apresta a escribir esta historia de vino y rosas, amistades y traiciones, presuntas triqui?uelas y sobornos, no ha de omitir el sacrificio de estos leales que, por ceguera, lealtad o fuerza mayor, se chamuscaron con el condenado.
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