Residuos del futuro
La declaraci¨®n de Nietzsche seg¨²n la cual el concepto es la ruina de una met¨¢fora tiene muchos sentidos. El m¨¢s obvio, sin duda, es el de socavar la distinci¨®n radical entre filosof¨ªa y poes¨ªa, el de acusar al pensamiento filos¨®fico de taxidermia, de acartonar, endurecer y esterilizar mediante el an¨¢lisis intelectual la profunda vida latente de la lengua. Pero como Nietzsche no solamente era un cr¨ªtico de la filosof¨ªa, sino tambi¨¦n un fil¨®sofo, no pod¨ªa lanzar semejantes acusaciones sin acompa?arlas de un programa capaz de responder a ellas, es decir, de un procedimiento para poner al descubierto la actividad po¨¦tica inconsciente de la cual resultan luego las abstracciones aparentemente "fr¨ªas" del entendimiento. Y para un fil¨®logo como ¨¦l, "actividad po¨¦tica" tiene que entenderse -de acuerdo con el sentido griego de la poi¨ºsis- en t¨¦rminos de una aut¨¦ntica producci¨®n, de una construcci¨®n o una creaci¨®n.
FRAGMENTOS P?STUMOS SOBRE POL?TICA
Friedrich Nietzsche
Edici¨®n y traducci¨®n de J. E. Esteban
Trotta. Madrid, 2004
206 p¨¢ginas. 12 euros
FRAGMENTOS P?STUMOS
Friedrich Nietzsche
Edici¨®n de G¨¹nter Wohlfart
Traducci¨®n de J. Chamorro
Abada. Madrid, 2004
256 p¨¢ginas. 22 euros
Nietzsche llamaba genealog¨ªa al arte de reconducir esas abstracciones hasta la ignorada y oscura fuente de la cual son hijos bastardos. "Igual que el idioma es el poema original de un pueblo, la totalidad del mundo intuido, sentido, es la poes¨ªa original de la humanidad". Todo aquello que el conocimiento "recibe" como algo llegado desde fuera -desde un mundo ya armado que le precede- y con lo que constituye los discursos "verdaderos" y diurnos (la ciencia, la filosof¨ªa) ha sido previa y secretamente producido, durante la noche y durante el sue?o, en los talleres infernales de la poes¨ªa y la religi¨®n, como dicen repetidamente sus fragmentos sobre la voluntad de poder como arte recopilados por G¨¹nter Wohlfart.
Y esto no es todo: Nietzsche no pretend¨ªa ¨²nicamente "descubrir" la trastienda o farmacia nocturna en la cual se han fabricado los grandes productos del esp¨ªritu de los cuales nos enorgullecemos (el "platonismo", el "cristianismo", el "idealismo"), sino que quer¨ªa aprovechar el descenso para fabricar el mundo que ma?ana recibir¨¢n nuestros sucesores, crear el porvenir en lugar de rumiar el pasado. De esta tarea nos hablan sus fragmentos p¨®stumos sobre pol¨ªtica, que no pueden sonar a nuestros o¨ªdos m¨¢s escandalosos ni m¨¢s "pol¨ªticamente incorrectos": aunque algunos de ellos sean m¨¢s arcaicos (m¨¢s nost¨¢lgicos de la Antig¨¹edad bien ordenada) que otros, en su conjunto podemos experimentar hasta qu¨¦ punto el ideal esteticista de un individualismo aristocr¨¢tico es incompatible, no ya con nuestras sociedades (m¨¢s o menos) democr¨¢ticas, sino acaso con cualquier forma de sociedad moderna.
?Por qu¨¦, sin embargo, no dejamos de percibir en ellos algo m¨¢s prof¨¦tico que siniestro? "Si mi filosof¨ªa es un infierno", dec¨ªa, "quiero al menos empedrar el camino hacia ¨¦l con buenas sentencias". Una colecci¨®n de estas sentencias excepcionales, en las que se cuece aquella realidad que hoy ya estamos empezando a "recibir" como algo dado, se re¨²nen en estas ediciones. A veces son tan asombrosas que nos preguntamos si, en esta ¨¦poca en la que todo el mundo se ha vuelto tan creativo, no nos vendr¨ªa bien una peque?a dosis de taxidermia conceptual para contrarrestar las sobredosis de poes¨ªa y religi¨®n; pero esto tiene que ver con nuestras debilidades de hoy, no con las de Nietzsche. Y si alguien pregunta por qu¨¦ esta selecci¨®n de sentencias en lugar de otras, por qu¨¦ incluso los fragmentos tienen que d¨¢rsenos en nuestro pa¨ªs de forma fragmentaria, s¨®lo se le podr¨¢ responder que, a falta de una edici¨®n decorosa de Nietzsche, no tenemos m¨¢s remedio que conformarnos con migajas, y tanto mejor si son, como en este caso, selectas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.