Fogonazos del desarraigo
Las bandas de j¨®venes latinos incrementan su presencia en Barcelona y el ¨¢rea metropolitana
Jonathan, de 15 a?os, estaba a punto de sufrir un robo en el barrio barcelon¨¦s de la Sagrera la semana pasada. "Mamag¨¹ebo, danos el m¨®vil", le hab¨ªan ordenado una veintena de j¨®venes latinoamericanos con bates de b¨¦isbol, cuchillos y cadenas. Pero tras rodearlo, lo que le cay¨® fue una paliza por la que ingres¨® grave en el hospital. No llevaba tel¨¦fono, aunque tampoco le preguntaron por ¨¦l. Ni siquiera le robaron el monopat¨ªn. La polic¨ªa habla de un rito inici¨¢tico, una prueba de fuerza, de macher¨ªo. Lo m¨¢s probable es que el autor de la pu?alada en el abdomen sea ya oficialmente un ?eta.
A finales de 2002 se ve¨ªan sus primeras pintadas y a la Guardia Urbana le empezaron a llegar quejas de j¨®venes acosados por grupos de latinos. El asesinato de Ronny Tapias en 2003, la pelea multitudinaria en el parque de la Pegaso en julio de este a?o o la paliza de la semana pasada les han sacado de su voluntaria invisibilidad y ha creado una alarma social que, a juicio de los mossos, descansa m¨¢s en la instant¨¢nea evocaci¨®n de las bandas del otro lado del Atl¨¢ntico o en el miedo a lo desconocido que en el volumen de los delitos cometidos.
Muchos de sus miembros trabajan y estudian, pero siguen al margen de la sociedad
Robos, trapicheo de drogas y peleas entre ellos son los delitos m¨¢s habituales
En el ¨¢rea metropolitana hay unos 400 miembros de bandas latinas, aunque tan s¨®lo unos 70 forman parte de sus n¨²cleos duros. La mayor¨ªa son Latin Kings, enfrentados a los ?etas. Estas bandas han absorbido a los Rancutas y Masters. En los ¨²ltimos tiempos se han visto pintadas de los Vatos Locos y la Mara Salvatrucha, a¨²n residuales.
Latins y ?etas son amalgamas de nacionalidades, b¨¢sicamente centroamericanas, con un amplio sustrato ecuatoriano. El criterio m¨¢s fiable de adscripci¨®n es el de sus ra¨ªces: los latins provienen de las regiones costeras de sus pa¨ªses (conocidas como Sur Oscura). Los ?etas se nutren de los habitantes de la sierra (Emelec), ind¨ªgenas que conservan su identidad, formas de vida y supersticiones. Por su voluntad de crecimiento, los criterios excluyentes son pocos: en las bandas de Barcelona hay magreb¨ªes y algunos espa?oles.
El sentido territorial caracteriza a las bandas latinas. Las pintadas en calles y parques tienen m¨¢s valor amenazante que publicitario. "Pero una cosa es su percepci¨®n, muy dada a los excesos imaginativos, y otra la real. Pueden ocupar un espacio muy reducido, como un parque, e incluso expulsar a bandas rivales, pero no pueden sostenerlo en el tiempo". Sus 400 miembros y la actuaci¨®n policial impiden hablar de una ciudad dividida en compartimentos estancos sobre los que ejercen un control f¨¦rreo, como s¨ª pasa en algunas partes de Am¨¦rica Latina. Reconocerles esos territorios ser¨ªa admitirles un ¨¦xito que est¨¢n muy lejos de lograr, afirma un mosso. Con esas reservas, s¨ª hay zonas m¨¢s frecuentadas por un grupo y que el otro se cuida de no pisar, o pisa s¨®lo en busca de pelea. Entre ellos se admite que L'Hospitalet de Llobregat y los barrios barceloneses de Sants y Sagrera son territorio latin, mientras que el barrio del Clot y Santa Coloma de Gramenet (Barcelon¨¨s) son de los ?etas.
Las tensiones tienden a mover las fronteras, en algunos casos muy delgadas. En Santa Coloma, la plaza de Fondo es ?eta, mientras que la plaza de la Vila, entre las que media una sola estaci¨®n de metro, es latin. Una decena de ¨¦stos fueron de batida unos meses atr¨¢s por el ¨¢rea de los ?etas. Persiguieron a dos miembros que lograron esconderse en un bar. Despu¨¦s esperaron a la salida de la boca del metro hasta que apareci¨® un ?eta. Antes de recibir una pu?alada apenas le dio tiempo de preguntarles por qu¨¦ estaban ah¨ª. Algunos de los atacantes est¨¢n detenidos por intento de homicidio. Los aleda?os del centro comercial Heron City, en Nou Barris, son otro punto caliente: es una ¨¢rea enclavada entre zonas rivales y miembros de ambas bandas acuden a divertirse en el complejo de ocio, aseguran los Mossos d'Esquadra.
El Ayuntamiento de Barcelona anunci¨® el pasado jueves que agentes del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa y de la Guardia Urbana patrullar¨ªan en los barrios de Sagrera y el Clot para impedir que las bandas "ocupen de forma excluyente el espacio p¨²blico". Las bandas hacen vida en los parques, sobre todo a partir del atardecer. En el de la Pegaso, "muchos vecinos no se atreven a atravesar los puentes", explica Oleguer M¨¦ndez, presidente de la Asociaci¨®n de Vecinos de la Sagrera. "La polic¨ªa dice que no pueden evitar que est¨¦n en la calle. Al final se lo han quedado ellos, porque la gente tiene miedo. Los chavales no se atreven a salir solos a seg¨²n qu¨¦ hora", a?ade. En ese parque se pegaron una cuarentena de miembros en julio. En el parque del General Moragues, del mismo barrio, fue atacado Jonathan la semana pasada. En el parque de la Espa?a Industrial (en Sants), los j¨®venes del barrio perdieron uno de sus tradicionales lugares de reuni¨®n despu¨¦s de muchas tensiones, explica M., un abogado que ha defendido a una decena de miembros de bandas y que ha estudiado a fondo el fen¨®meno. Los parques se degradan r¨¢pidamente tras su ocupaci¨®n: "Los abuelos dejan de jugar a la petanca, se llena de pintadas y a los de la limpieza les da miedo ir", se?ala M.
Las bandas nacieron de la inmigraci¨®n latinoamericana a las grandes ciudades de Estados Unidos a mediados del siglo XX. A?os despu¨¦s se implantaron en Am¨¦rica Latina, donde mudaron de grupos juveniles agresivos a bandas de crimen organizado. Los mossos s¨®lo les achacan robos con fuerza, trapicheo de drogas a ¨ªnfima escala y peleas entre ellos, que por un pacto t¨¢cito nunca son denunciadas.
La polic¨ªa auton¨®mica insiste en que no se juntan para delinquir, aunque s¨ª les reconocen ciertas dosis de violencia -es habitual que sean requisadas armas blancas tras cualquier incidente-. "La sociedad es totalmente distinta. Para que la situaci¨®n pudiera parecerse, tendr¨ªa que llegar un aluvi¨®n de estos sujetos, todos con unas caracter¨ªsticas muy precisas".
Las bandas latinas en Espa?a son estructuras afectivas. O como define M., sociedades de socorro mutuo, parecidas al mundo abertzale, "que se re¨²nen para comer en la herriko taberna y se reservan los puestos de trabajo en las cooperativas". Elevarlas a bandas delictivas es, a juicio de M., tambi¨¦n una decisi¨®n pol¨ªtica".
A diferencia de la marginalidad extrema que caracteriza a sus miembros en Am¨¦rica, aqu¨ª muchos de ellos trabajan o estudian. Eso no impide que vivan alejados de la sociedad, explica M. Sus ocho defendidos trabajan, pero lo hacen sin permiso de residencia, y siempre para empresarios espa?oles. Muchos llevan varios a?os en Espa?a, y ninguno se enter¨® de las dos regularizaciones extraordinarias. "Ahora no pueden obtener el permiso de residencia porque tienen antecedentes, lo cual les condena de por vida a la ilegalidad, a los sueldos miserables que les pagan los aprovechados".
"Al final", contin¨²a el letrado, "s¨®lo les queda el grupo".
Culto a Inca
Los Latin King dividen su territorio en cap¨ªtulos, cada uno capitaneado por un royal crown. ?ste firma los carnets que acreditan a los miembros, que llevan un cachorro de le¨®n en el reverso. En el ¨¢rea metropolitana hay unos 15 cap¨ªtulos. Es una organizaci¨®n muy estratificada: cada latin paga semanalmente unos tres o cinco euros. Una parte se destina a gastos locales (fiestas, compra de armas blancas...) y la otra llega a la secci¨®n superior de Madrid, y de ¨¦sta a Chicago, donde est¨¢ la c¨²spide. La escala jer¨¢rquica termina en el Inca o jefe supremo. Los ?etas conservan una mayor independencia funcional.
Los latin, una de las pocas bandas que aceptan a mujeres, profesan el kingism, una suerte de religi¨®n muy elemental. En su plegaria ensalzan el "amor de rey" o entre los latinos. Adem¨¢s, rinden culto al Inca y le piden protecci¨®n.
Para entrar en una banda es necesario pasar pruebas como el brincado -los miembros apalean al nuevo durante 13 segundos- o la l¨ªnea -debe avanzar 10 metros entre golpes-. Los mossos han acudido al lugar de una paliza tras ser alertados por un vecino. "Cuando llegamos, el herido nos dice que no ha pasado nada".
Los mossos temen que en adelante las pruebas de acceso afecten a gente ajena al grupo, como le ocurri¨® a Jonathan. Esa es la ¨²nica paliza gratuita que le consta a la polic¨ªa auton¨®mica.
Sobre una base com¨²n (andares balanceantes, ropa ancha tomada prestada de la est¨¦tica hip hop o rap), las bandas cuidan los signos externos que las individualizan. En el vestuario de los latin priman los colores negro y dorado o amarillo. Los ?etas combinan blanco, azul y rojo, los colores de la bandera de Puerto Rico.
Los tatuajes en Barcelona no son mayoritarios, y casi nunca aparecen en sitios visibles. Los mossos s¨®lo han visto a un par de miembros con la cara tatuada con las l¨¢grimas negras que los identifican en Centroam¨¦rica. "Tatuarse es procesalmente suicida", explica el abogado M., en referencia a las ruedas de reconocimiento.
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