El veneno como arma pol¨ªtica
El veneno tambi¨¦n es un arma del nuevo siglo. Esa delicada forma de matar que lleg¨® a convertirse en un arte de la pol¨ªtica durante el Renacimiento italiano ha reaparecido en escena. Dos sucesos recientes lo ponen de manifiesto. Por un lado, las sospechas todav¨ªa vigentes sobre la muerte del l¨ªder palestino Yasir Arafat. Por el otro, las evidencias del trato dispensado al l¨ªder opositor ucranio V¨ªktor Y¨²shenko, cuyo rostro invadido por un espantoso acn¨¦ es hoy una prueba andante de un intento de envenenamiento con fines pol¨ªticos.
El uso del veneno para la eliminaci¨®n del adversario parec¨ªa un hecho infrecuente en los tiempos modernos, aunque se da por sentado su uso entre los servicios secretos. La esencia del veneno siempre ha perseguido la misma virtud: ser letal y no dejar huella. Y en ese sentido, los expertos reconocen la existencia de nuevas y poderosas sustancias en unas pocas manos. En cierto modo, los tiempos no han cambiado tanto.
El uso del veneno no se 'democratiz¨®' hasta bien entrado el siglo XIX. Hasta entonces fue un m¨¦todo de eliminaci¨®n propio de las clases dirigentes
"Cualquier alcaloide de s¨ªntesis desaparece del organismo a las 24 horas, y los neurot¨®xicos son indetectables al ser vol¨¢tiles", dice el experto Jos¨¦ Cabrera
El envenenamiento se convirti¨® siglos atr¨¢s en una pr¨¢ctica habitual de las clases dirigentes para dirimir sus diferencias de una forma m¨¢s educada. Se lograba eliminar as¨ª al adversario con discreci¨®n bajo los efectos de una enfermedad r¨¢pida e irreversible. Posteriormente, el veneno se democratiz¨® y se incorpor¨® a las p¨¢ginas de sucesos.
El uso del veneno data del principio de los tiempos. Hay tratados de criminolog¨ªa que sit¨²an su empleo entre los sumerios, los egipcios y los chinos. Fueron los griegos quienes dieron carta de naturaleza a esa pr¨¢ctica y emplearon la palabra "t¨®xico" para definir ciertas sustancias da?inas para la salud. Fue Grecia quien populariz¨® el caso de S¨®crates, condenado a morir envenenado por ingesti¨®n de cicuta, acusado de corromper a la juventud e inducir al culto de nuevas deidades.
La pr¨¢ctica del envenenamiento como arma pol¨ªtica se generaliz¨® durante el Imperio Romano como un m¨¦todo para acelerar ciertas crisis din¨¢sticas. Se cuenta como c¨¦lebres v¨ªctimas a emperadores como Claudio, Domiciano y Caracalla. La clase dirigente ten¨ªa por entonces entre su servicio al praegustator, encargado de probar las comidas de sus se?ores, muestra de hasta d¨®nde llegaba su obsesi¨®n por la seguridad.
Pero fue la Italia del Renacimiento la que convirti¨® esta pr¨¢ctica en un arte gracias a la familia Borgia, cuyos miembros usaban una extra?a poci¨®n conocida como La Cantarella y de cuya composici¨®n no se tiene noticias exactas hoy d¨ªa, aunque seg¨²n algunos autores, parece que se inspiraba en el uso del ars¨¦nico. En Venecia se cita la existencia del Consejo de los Diez, que ejecutaba los envenenamientos seg¨²n tarifa, actuaba en muchas ocasiones por orden del Estado y llevaba incluso una contabilidad de sus actuaciones y los correspondientes ingresos. Usaban compuestos a base de mercurio y ars¨¦nico. Se hablaba por entonces de la existencia de escuelas donde pod¨ªa aprenderse la t¨¦cnica del buen envenenador.
Italiana era la siciliana Teofan¨ªa d'Adamo, conocida como La Toffana, a quien se le atribuyeron en el siglo XVII m¨¢s de 600 asesinatos por encargo, entre ellos dicen que los de dos Papas, con un compuesto que se conoci¨® como agua de Toffana, basado tambi¨¦n en el ars¨¦nico. Toffana inaugur¨® un nuevo mercado: el de mujeres que quer¨ªan desembarazarse de sus maridos con tan sutiles procedimientos. Muchas otras toffanas comenzaron a extenderse por Italia.
De Italia, el arte de envenenar pas¨® a la Francia de los siglos XVII y XVIII, cuando el veneno se hizo presente como medio para resolver problemas en la aristocracia. La m¨¢s famosa envenenadora de aquel entonces fue la marquesa de Brinvilliers, due?a de una vida intens¨ªsima que inspir¨® a muchos escritores. La marquesa, que tuvo una juventud azarosa, se convirti¨® en una suerte de envenenadora compulsiva que eliminaba a familiares inc¨®modos y que hab¨ªa probado el ¨¦xito de sus p¨®cimas entre los pobres y desvalidos, a los que envenenaba met¨®dicamente durante sus visitas de caridad a hospitales y hospicios. Este caso fue importante porque a ra¨ªz de entonces se cre¨® en Francia la Chambre Ardente o Chambre de Poisons, una especie de tribunal que s¨®lo juzgaba casos de envenenamiento.
El paso del tiempo condujo a la democratizaci¨®n del uso del veneno. "La aparici¨®n de nuevas sustancias, por el desarrollo de los pesticidas en la agricultura y de la farmacolog¨ªa, permiti¨® el acceso popular a los t¨®xicos", dice Jos¨¦ Cabrera, experto en toxicolog¨ªa. Hasta el siglo XIX se carec¨ªa de m¨¦todos que permitieran certificar la causa de una muerte por intoxicaci¨®n. "Hasta ese momento", dice Jos¨¦ Antonio Lorente, director del Laboratorio de Identificaci¨®n Gen¨¦tica de Granada, "el principio de actuaci¨®n de muchos venenos era su sintomatolog¨ªa insidiosa, f¨¢cilmente confundible con procesos m¨¦dicos habituales".
El padre de la toxicolog¨ªa
Los expertos citan al m¨¦dico de origen balear Jos¨¦ Buenaventura Orfila Rotger, nacido en Mah¨®n en 1787, que lleg¨® a Par¨ªs a los 20 a?os y lleg¨® a decano de la Facultad de Medicina. Orfila est¨¢ considerado como el padre de la toxicolog¨ªa moderna "porque sus m¨¦todos experimentales para detectar venenos en las personas, tanto vivas como muertas, ayudando a su tratamiento y prevenci¨®n, permitieron tambi¨¦n un desarrollo de las t¨¦cnicas forenses: si se pod¨ªa detectar la presencia de un veneno en un cad¨¢ver, los envenenadores profesionales deb¨ªan actuar con m¨¢s cuidado", dice Lorente.
El uso del ars¨¦nico decae cuando en 1836 James Marsh crea un m¨¦todo para su detecci¨®n. En 1850, otro cient¨ªfico, Stass, cre¨® un m¨¦todo de aislamiento y extracci¨®n de t¨®xicos org¨¢nicos como la nicotina.
"Estos descubrimientos permitieron a la t¨¦cnica forense detectar la presencia de metales o alcaloides, que eran las sustancias en las que se basaban los venenos tradicionales", argumenta Cabrera. "Pero la ciencia forense no lo puede todo. Cualquier alcaloide de s¨ªntesis desaparece del organismo a las 24 horas. Y son los neurot¨®xicos los que no llegan a identificarse porque son vol¨¢tiles. Esas sustancias no se encuentran al alcance de la gente. La posibilidad del veneno indetectable sigue siendo real". "Muchas sustancias nuevas derivan de dioxinas, organofosforados, benceno y solventes en general, mut¨¢genos, a los que se les hacen cambios qu¨ªmicos para que aumenten su actividad lesiva", apunta Lorente. Tan real como que el siglo XX fue especialmente escaso en hechos conocidos con un trasfondo pol¨ªtico, lo cual permite creer en su eficacia. La sospecha de utilizaci¨®n de potentes venenos por los servicios secretos nunca ha sido negada, pero pocas veces probada.
Muertes aparentemente naturales, como la de Lenin o, m¨¢s recientemente, la del papa Juan Pablo I, alimentan la contabilidad de casos sospechosos. En ese sentido, Arafat y Y¨²shenko son dos apellidos que a?adir a esa lista, cuya extensi¨®n es, naturalmente, un enigma.
El paraguas asesino
GEORGI MARKOV era un escritor b¨²lgaro exiliado desde 1969 en Londres, donde trabajaba para la BBC. Su figura ten¨ªa una gran influencia sobre los disidentes b¨²lgaros del r¨¦gimen comunista de Todor Zhivkov, quien en junio de 1977 decidi¨® silenciar a un personaje molesto. La orden fue dictada en una reuni¨®n del Politbur¨® y encargada al entonces ministro del Interior, Dimiter Stoyanov, quien pidi¨® la asistencia del KGB.
Markov ya hab¨ªa sufrido dos tentativas contra su vida, una en Londres y otra durante un viaje a Cerde?a, pero ambas fracasaron. Sin embargo, el 7 de septiembre de 1978, el d¨ªa del cumplea?os del dictador b¨²lgaro, Markov se dirigi¨® como de costumbre a coger el autob¨²s cerca del puente de Waterloo. Se situ¨® en la cola, pero, repentinamente, not¨® un pinchazo en su muslo derecho. Se gir¨® y pudo observar a un hombre que estaba manipulando un paraguas, por lo que no sospech¨® nada extra?o. El hombre pidi¨® perd¨®n y se march¨® en busca de un taxi. Era un hombre delgado de unos 40 a?os.
Markov coment¨® el incidente con sus compa?eros y observ¨® que ten¨ªa una peque?a herida en su muslo, pero no le dio mayor importancia. Cuando regres¨® a su casa comenz¨® a sentirse enfermo, con una fiebre alta. Al d¨ªa siguiente fue al hospital, donde se le apreci¨® la existencia de una punci¨®n y se le diagnostic¨® una septicemia. Markov falleci¨® a los tres d¨ªas de haber recibido el pinchazo con el paraguas. En la autopsia se descubri¨® la existencia de una peque?a esfera de 1,52 mil¨ªmetros de di¨¢metro compuesta en un 90% de platino y en un 10% de iridio.
Tras la ca¨ªda del r¨¦gimen sovi¨¦tico, dos antiguos oficiales del KGB admitieron p¨²blicamente la participaci¨®n de los servicios secretos sovi¨¦ticos en este asesinato. La esfera conten¨ªa una dosis de ricino. El hombre del paraguas era un delincuente italiano contratado por los servicios secretos b¨²lgaros.
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