Conclusiones
La detenci¨®n en Lanzarote de cuatro presuntos miembros de la red terrorista Grupo Isl¨¢mico Combatiente Marroqu¨ª, relacionada con los atentados de Casablanca y Madrid, demuestra la eficacia de la actuaci¨®n policial y judicial; pero prueba tambi¨¦n que el riesgo de un atentado de ese signo en Espa?a sigue siendo alto. Y se?ala hasta qu¨¦ punto es absurdo centrar el debate sobre el 11-M en cuestiones objetivamente secundarias en comparaci¨®n con ese peligro.
La principal cuesti¨®n planteada tras las comparecencias de Zapatero y de la portavoz de las v¨ªctimas del 11-M, Pilar Manj¨®n, es la de si debe haber m¨¢s comparecencias ante la comisi¨®n parlamentaria o si es hora de pasar a establecer sus conclusiones; o, alternativamente, si, como propuso Manj¨®n, habr¨ªa que crear otra formada por independientes.
La comisi¨®n no ha sido in¨²til. Ha aclarado cosas que se desconoc¨ªan, incluyendo que las fuerzas de seguridad sab¨ªan bastante m¨¢s de lo que se supon¨ªa, lo que explica la rapidez de las detenciones; pero que la descoordinaci¨®n era mayor de lo imaginable, lo que explica que no se valorara adecuadamente el peligro. Tal vez los atentados se hubieran producido de todos modos, pero parece evidente que la descoordinaci¨®n policial y la insuficiencia de medios -traductores, agentes especializados, archivos eficaces- impidieron identificar correctamente los indicios y tomar m¨¢s en serio las amenazas existentes. La comisi¨®n ha servido tambi¨¦n para conocer el intenso tr¨¢fico clandestino de explosivos en Asturias, que ha obligado al Gobierno a anunciar reformas legislativas. ?No era ¨¦se uno de los objetivos de la comisi¨®n, detectar errores subsanables?
Falta poner los datos en orden y proyectarlos en conclusiones ¨²tiles; pero la comisi¨®n ha avanzado mucho. La insistencia en preguntar qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s, como si la autor¨ªa islamista no bastase, lleva al absurdo de mantener la comisi¨®n indefinidamente abierta, por si aparece otra hip¨®tesis. El alegato de Pilar Manj¨®n sobre el narcisismo y sectarismo de los pol¨ªticos -acusados de ir a lo suyo y de ofender a las v¨ªctimas- ser¨¢ eficaz si permite reorientar los trabajos de la comisi¨®n hacia sus objetivos iniciales. La obsesi¨®n del PP por buscar culpables de su derrota provoc¨® una obsesi¨®n sim¨¦trica de los socialistas por demostrar que Aznar enga?¨® a sabiendas, convirtiendo a la comisi¨®n en escaparate de afirmaci¨®n de las conclusiones previas de cada partido. Pilar Manj¨®n reproch¨® a todos ese extrav¨ªo. Pero la sugerencia de abandonar la comisi¨®n ahora y abrir una formada por independientes llega tarde. Si no parece razonable mantener indefinidamente abierta la existente (impidi¨¦ndola pasar a la fase de conclusiones), a¨²n lo ser¨ªa menos empezar ahora de cero.
Ante la comisi¨®n han comparecido numerosos expertos, en particular policiales, que han esclarecido los hechos principales y se?alado los puntos d¨¦biles con vistas al futuro. Por otra parte, existe la acci¨®n judicial, que establecer¨¢ las responsabilidades penales. El margen para una investigaci¨®n que no sea ni parlamentaria ni judicial es muy estrecho, y no est¨¢ contemplada en la Constituci¨®n. Lo que tal vez s¨ª debi¨® haberse hecho (y habr¨¢ que tener en cuenta en el futuro) es organizar la comisi¨®n de manera diferente, separando m¨¢s n¨ªtidamente una fase de comparecencias de t¨¦cnicos y expertos destinadas a establecer los datos de hecho, de una ulterior orientada a dilucidar eventuales responsabilidades pol¨ªticas. El reglamento del Senado contempla la posibilidad de constituir comisiones parlamentarias de "encuesta o estudio" sobre asuntos de inter¨¦s p¨²blico que podr¨ªa haber sido ensayada para lo primero. Hay cuestiones que no se dilucidan a votos; una comisi¨®n parlamentaria no es un tribunal.
Un efecto de la comparecencia de Pilar Manj¨®n ha sido el nombramiento de Gregorio Peces-Barba como alto comisionado para las v¨ªctimas del terrorismo. A Rajoy le pareci¨® bien de entrada, pero su partido ha preferido luego convertirlo en motivo de bronca, acusando a Zapatero de no haber respetado el Pacto Antiterrorista al tomar la decisi¨®n unilateralmente. Tal vez Zapatero debi¨® informar de ello a Rajoy antes de hacerlo p¨²blico, pero es una exageraci¨®n decir que se ha vulnerado el pacto. Sin embargo, el Gobierno ha aceptado convocar la comisi¨®n de seguimiento para discutirlo, lo que puede dar la ocasi¨®n para que unos y otros acuerden la mejor forma de pasar a las conclusiones ¨²tiles. Seguramente hay en el primer partido de la oposici¨®n quienes preferir¨ªan mantener la bronca retrospectiva, que potencia la imagen de todos contra el PP. Pero ello deja a Rajoy fuera de juego, y a la pol¨ªtica espa?ola vuelta hacia el pasado, en lugar de preparada para hacer frente a un futuro amenazante.
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