El feliz retorno del 'Burrito'
Ortega triunfa con el Newell's en Argentina tras su sanci¨®n por escaparse del Fenerbah?e
La vida, el azar, los astros, el destino, algo o alguien en el universo del f¨²tbol se apiada y retiene de los pelos a jugadores como el Burrito Ariel Ortega cuando su propia indefensi¨®n e incapacidad para entender las reglas del sistema los deja a punto de caerse al abismo del olvido y la desesperaci¨®n. A sus 30 a?os de edad, despu¨¦s de un curso y medio sin jugar, retirado por propia voluntad de la actividad profesional luego de que la FIFA decidiera suspenderle hasta finales de 2003 tras abandonar por su cuenta y riesgo al Fenerbah?e, de Turqu¨ªa, el ex futbolista fue rescatado por el Newell's Old Boys, de Argentina, que acaba de consagrarse campe¨®n del torneo Apertura de la Liga.
"Yo s¨¦ que he jugado el torneo [Apertura] a media marcha. Si pon¨ªa la segunda, me desgarraba"
En julio de 2002, el Fenerbah?e pag¨® al River Plate 7.500.000 d¨®lares por la ficha de Ortega y a ¨¦ste le adelant¨® la mitad de ese contrato: 4.000.000. S¨®lo siete meses m¨¢s tarde, desesperado por regresar a su pa¨ªs, Ortega aprovech¨® la convocatoria de Marcelo Bielsa para disputar un partido amistoso con Argentina en Holanda el 11 de febrero de 2003 y al d¨ªa siguiente, sin decir nada a nadie, cambi¨® el billete de avi¨®n de retorno a Estambul por otro con destino a Buenos Aires.
Su representante, Juan Berros, en declaraciones a este peri¨®dico, trat¨® entonces de justificar su huida sin demasiados argumentos: "Los directivos del Fenerbah?e saben que Ariel est¨¢ muy molesto porque no han cumplido nada de lo que le prometieron en el momento de firmar el contrato. Seg¨²n ellos, iban a argentinizar el equipo. Se iban a llevar otros dos argentinos y han comprado a un serbio y a un ruso, as¨ª como a un entrenador alem¨¢n. Cualquiera que conozca a Ortega sabe que, m¨¢s temprano que tarde, se iba a sentir mal. Ten¨ªa problemas con el t¨¦cnico y sucedieron cosas muy raras. Una vez, estaba concentrado con otros veinte jugadores, com¨ªa lo mismo que ellos y, sin embargo, sufri¨® tres d¨ªas seguidos de diarrea sin que el m¨¦dico se preocupara por su caso. Nada parec¨ªa casual. Una persona cercana a los directivos le advirti¨®: 'Cu¨ªdate, quieren hacerte da?o".
Los representantes del River iniciaron, en consecuencia, una negociaci¨®n con los del Fenerbah?e, pero la devaluaci¨®n del peso frente al d¨®lar tras el derrumbe econ¨®mico de Argentina impidi¨® que se pudiera realizar una oferta conveniente para todas las partes. El presidente del club bonaerense, Jos¨¦ Mar¨ªa Aguilar, recuerda: "Ellos quer¨ªan recuperar el total del dinero pagado y eso era imposible. Por otra parte, Ortega deb¨ªa solucionar primero su situaci¨®n contractual". El jugador se negaba a devolver el dinero cobrado por anticipado. El tiempo pasaba y segu¨ªa en Buenos Aires, sin entrenarse ni jugar. Al fin, decidi¨® anunciar su retirada del f¨²tbol profesional.
Ortega se volvi¨® a su pueblo, Ledesma, en el interior de la provincia de Jujuy, fronteriza con Bolivia, al norte del pa¨ªs. All¨ª jugaba en el polvoriento bald¨ªo de la infancia con los amigos. Hac¨ªa vida de ex y se permit¨ªa salir por ah¨ª y beber cerveza. Pero no se le ve¨ªa bien. Su camino ten¨ªa una pendiente que le llevaba al fondo de la depresi¨®n.
As¨ª, hasta que Eduardo L¨®pez, el dirigente del Newell's desde hace diez a?os, un personaje bajo proceso por supuesta administraci¨®n fraudulenta, prometi¨® pagar al Fenerbah?e 3.500.000 d¨®lares de indemnizaci¨®n para que Ortega fuera autorizado a jugar en la Liga argentina. Despu¨¦s, vendi¨® al extremo Rosales al Ajax y con algo de esos ingresos se dispone ahora a terminar la operaci¨®n retorno.
Ortega, a quien todos llaman Burrito porque dec¨ªan "burro" a su padre o por razones nunca bien aclaradas, de 1,70 metros y 67 kilos, es un jugador de caracter¨ªsticas t¨¦cnicas argentinas, destacando por c¨®mo frena su carrera, engancha el bal¨®n y cambia la direcci¨®n, los amagos y el imprevisible regate. Por su estilo, result¨® el heredero natural de la camiseta n¨²mero 10 desde que Maradona se retirara y es todav¨ªa uno de los ¨ªdolos indiscutidos de los hinchas del River, el club en el que jug¨® 257 partidos y con el que conquist¨® siete t¨ªtulos de la Liga e internacionales.
En su primer paso por Europa, el Burrito hab¨ªa padecido ya el rigor de la competici¨®n y las dificultades de adaptaci¨®n cuando jug¨® en el Valencia que entrenaba el italiano Claudio Ranieri y luego en la Sampdoria y el Parma. En Argentina se le comprende y valora. Sus compa?eros le respetan. "Es de los que pueden marcar la diferencia", coinciden. En el Newell?s logr¨® dos goles en doce partidos, pero todav¨ªa no est¨¢ conforme con su estado f¨ªsico porque no hizo el trabajo de la pretemporada y admite que le cost¨® demasiado volver al primer nivel: "Yo s¨¦ que jugu¨¦ el torneo en primera marcha porque, si pon¨ªa la segunda, me desgarraba. Pero voy a sentirme mucho mejor en el pr¨®ximo". Dedic¨® el t¨ªtulo a Bielsa, el ex seleccionador, que le invit¨® a compartir los entrenamientos, y a todos los que se acercaron a ¨¦l para alentarle a seguir. El actual conductor de Argentina, Jos¨¦ Pekerman, asegura que "gente como Ortega siempre est¨¢ entre la que puede ser convocada".
El Burrito sonr¨ªe, da las gracias, se siente feliz con la familia, con su cerveza, con sus amigos, con los compa?eros y los rivales. Bien y... en casa, en el f¨²tbol argentino.
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