"Alianza" o "choque" de civilizaciones
El Consejo Europeo ha decidido abrir las negociaciones de adhesi¨®n con Turqu¨ªa, pa¨ªs candidato desde 1999. Previamente, el Parlamento Europeo se hab¨ªa manifestado a favor por amplia mayor¨ªa (407 a favor, 262 en contra y 29 abstenciones).
Asistimos as¨ª a un momento hist¨®rico. A caballo entre Europa y Asia, en la encrucijada de todos los caminos de la historia, Turqu¨ªa no es un pa¨ªs candidato cualquiera. Su futura incorporaci¨®n, o no, a la Uni¨®n Europea tendr¨¢ consecuencias para ese "choque" de civilizaciones que algunos se empe?an en provocar o la "alianza" de civilizaciones que muchos deseamos como garant¨ªa de paz y progreso compartido.
La cuesti¨®n turca divide a los europeos que se preguntan por los limites geogr¨¢ficos, hist¨®ricos y pol¨ªticos de Europa.
La relaci¨®n con el mundo isl¨¢mico es el principal problema al que se enfrenta Europa
Durante mucho tiempo hemos rehuido esta cuesti¨®n. La existencia del bloque sovi¨¦tico se encarg¨® de responder en nuestro lugar. El tel¨®n de acero nos impuso nuestras fronteras. Su desaparici¨®n nos obliga a definir la ambici¨®n de una Uni¨®n que unos desean cada vez m¨¢s estrecha y otros cada vez m¨¢s amplia. Buscando una respuesta a estas preguntas, Turqu¨ªa se ha situado en el centro de un apasionado debate en nuestro continente, en el que el Parlamento Europeo tiene mucho que decir. Al final del camino, su acuerdo ser¨¢ imprescindible para que la adhesi¨®n se lleve a cabo. Los ciudadanos europeos deben saberlo. Durante mi reciente visita a Turqu¨ªa, de Estambul a Diyarbakir, he podido constatar hasta qu¨¦ punto es imperativo luchar contra los estereotipos, la caricaturizaci¨®n y los malentendidos hist¨®ricos que tenemos el uno del otro, ?qu¨¦ sabemos en realidad los unos de los otros? Desde Europa, algunos temen una nueva invasi¨®n turca. Esta vez no la imponen alfanges y jen¨ªzaros, sino simplemente la fuerza de la demograf¨ªa. En Turqu¨ªa, ciertas palabras como "Chipre" o "Kurdist¨¢n" suscitan en ciertas franjas de la opini¨®n p¨²blica, y yo he podido comprobarlo directamente, pasi¨®n, pol¨¦mica y enfado.
A lo largo de esta visita, he tenido la oportunidad de comprobar cu¨¢n implicada est¨¢ la sociedad turca en este proceso. Todos mis interlocutores de los medios pol¨ªticos, del mundo sindical, de las organizaciones empresariales, los defensores de los derechos humanos y los representantes de las instituciones religiosas con los que he tenido la oportunidad de reunirme, todos, comparten la voluntad europea de Turqu¨ªa.
Cierto es que algunos sectores, los m¨¢s reaccionarios/nost¨¢lgicos, rechazan una futura adhesi¨®n a la UE. Pero las fuerzas pol¨ªticas m¨¢s progresistas de Turqu¨ªa son las que con m¨¢s fuerza apoyan el inicio de las negociaciones de adhesi¨®n. Porque saben que sin ellas, las reformas se parar¨ªan, o habr¨ªa incluso una marcha atr¨¢s. Los kurdos en particular lo ven como la ¨²nica garant¨ªa de acabar con la violencia y ver reconocida su identidad.
En cualquier caso, todos debemos ser conscientes de que la apertura de negociaciones es el inicio de un largo proceso que no conduce autom¨¢ticamente a la adhesi¨®n. Para el Parlamento Europeo este es el ¨²nico y ¨²ltimo objetivo de las negociaciones, sin que nada ni nadie pueda garantizar que se alcance, lo que depender¨¢ de los esfuerzos que hagan las dos partes.
Adem¨¢s, el PE considera que se deben imponer ciertas condiciones a este proceso de negociaci¨®n. En el caso en que se produjeran violaciones graves a los derechos fundamentales podr¨ªa decidirse una suspensi¨®n de las negociaciones.
Preciso es reconocer que, desde hace cinco a?os, Turqu¨ªa realiza grandes avances y reformas, pero todav¨ªa queda mucho por hacer, mucho m¨¢s de lo que Turqu¨ªa se cree. No hace falta que recuerde que las negociaciones con mi propio pa¨ªs, Espa?a, duraron 11 a?os y Polonia se adhiri¨® 15 a?os despu¨¦s de la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn. A pesar de la exigencia de unanimidad en el Consejo para la apertura de negociaciones, la cuesti¨®n turca provoca muchos recelos en varios pa¨ªses miembros. La mayor¨ªa de los argumentos han insistido sobre la singularidad de Turqu¨ªa y el hecho de que su poblaci¨®n sea mayoritariamente musulmana. Aunque no es menos cierto que el Estado turco fue fundado como un Estado laico y es la mejor prueba de la compatibilidad entre islam y la democracia.
Por eso, cualquiera que sea el resultado del proceso que ahora se abre, es muy importante dejar claro que la UE no traza sus fronteras seg¨²n el "choque de civilizaciones", y que para la adhesi¨®n turca no existen fronteras de orden religioso. Europa no es, y no debe ser, un club cristiano y Turqu¨ªa no debe ser rechazada porque su poblaci¨®n sea mayoritariamente musulmana. Nuestra idea de Europa es la de una uni¨®n basada en valores universales como la democracia, el imperio de la ley y el respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales. Desde esta perspectiva hay que valorar las condiciones de adhesi¨®n de Turqu¨ªa en la UE.
La cuesti¨®n turca nos plantea cual es la ambici¨®n pol¨ªtica que queremos para Europa. En este punto, me gustar¨ªa ser muy claro: el ingreso de Turqu¨ªa en la UE no deber¨ªa hacerse a costa de renunciar a hacer de la Uni¨®n un actor pol¨ªtico sobre la escena internacional, sino exactamente por lo contrario, para reforzar esta gran ambici¨®n.
Para algunos eso es imposible; la entrada de Turqu¨ªa en la UE ser¨ªa la definitiva desnaturalizaci¨®n de su raz¨®n de ser y el fin de su capacidad de pesar en el mundo a trav¨¦s de una pol¨ªtica exterior com¨²n. Para otros, en cambio, es indispensable para que Europa pueda jugar un papel mundial a trav¨¦s de una relaci¨®n con el mundo isl¨¢mico radicalmente diferente de la que los EE UU han desarrollado en Oriente Medio.
Por otro lado, no menos importante, la cuesti¨®n de Turqu¨ªa plantea otra serie de cuestiones m¨¢s materiales: su gran tama?o, su peso demogr¨¢fico, la persistente pobreza de las regiones rurales, que implicar¨ªa cuantiosas subvenciones para la agricultura, una econom¨ªa que se resiente a¨²n de las crisis que hace a?os rodearon a la lira turca, etc¨¦tera. ?Y si en realidad todas las dudas alrededor de Turqu¨ªa estuvieran basada en que es un pa¨ªs muy grande y muy pobre?
Ante el largo camino que se abre, el debate democr¨¢tico es fundamental. El tema de Turqu¨ªa debe ser una prioridad del Parlamento Europeo, porque la relaci¨®n con el mundo isl¨¢mico es el principal problema al que se enfrenta el futuro de Europa.
Josep Borrell es presidente del Parlamento Europeo
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