Palabras sobre el muro israel¨ª
La barrera que separa Cisjordania se llena de pintadas sobre la libertad
Desde lo alto de Abu Dis se divisa la c¨²pula dorada de la mezquita de la Roca. Entre sus 35.000 habitantes y la ciudad vieja de Jerusal¨¦n (cuatro kil¨®metros) se yergue una gigantesca pared de hormig¨®n que les obliga a dar un rodeo de m¨¢s de una hora. Ayer se cerr¨® la ¨²ltima abertura por la que pod¨ªan saltar de un lado a otro. Los palestinos lo llaman muro y los militares israel¨ªes, obst¨¢culo. Declarado ilegal por la Corte Internacional de Justicia de La Haya, su coste se eleva a 420.000 euros por kil¨®metro, seg¨²n el Centro Alternativo de Informaci¨®n.
La gente de Abu Dis ha tomado ese obst¨¢culo para expresar su protesta y sus sentimientos. Sobre sus ocho metros de altura garabatean frases en ingl¨¦s y ¨¢rabe insufl¨¢ndole de una vida literaria y rebelde: "Del gueto de Varsovia al gueto de Abu Dis", est¨¢ escrito. "Pagado por USA" y "Sharon, Bush y Blair, terroristas", en otras. Cada poco, los soldados mandan enterrar ese espejo insumiso de vida cotidiana con pintura blanca, pero en seguida brotan otras nuevas, incluso en castellano: "Ni las balas ni el muro detendr¨¢n la lucha por la libertad". Cerca del campus de la Universidad de Al Qods, un pastor dirige su reba?o. Acaba de recibir un requerimiento para el pago de los impuestos de Jerusal¨¦n. "No le dan servicios, le han dejado al otro lado y le amenazan con el embargo. Es parte de la pol¨ªtica de expulsi¨®n. Hay muchos casos como ¨¦ste", se queja un vecino.
"Ni las balas ni el muro detendr¨¢n la lucha por la libertad", reza una de las inscripciones
El cineasta Guiliano Mer (madre jud¨ªa y padre palestino), autor del documental Los ni?os de Arna, asegura que cerca de Gilo hay otro tipo de decoraci¨®n. "Los emigrantes rusos dibujaron vacas, valles suizos y grandes praderas verdes sobre el muro. ?No es fant¨¢stico? Es lo que vemos los israel¨ªes: un trozo de la irrealidad en la que estamos sumidos".
En direcci¨®n a Ramala se cruza por la aldea de Beit Hanina. Una moderna carretera de doble carril la parti¨® en dos hace un a?o y medio. No hay cruces para peatones ni coches, s¨®lo una valla met¨¢lica repleta de dispositivos electr¨®nicos que al subir el repecho se convierte en una tapia m¨¢s baja que la de Abu Dis. Sobre ella alguien pint¨® c¨ªrculos azules y verdes que la disfrazan de barrera antirruido. "La carretera enlazar¨¢ con la autopista de Tel Aviv. Los israel¨ªes podr¨¢n viajar de Jerusal¨¦n a la costa sin tener que cruzar una sola aldea ¨¢rabe. Las han destruido", dice Hasan.
A las puertas de Ramala, en el control militar de Kalandia, palestinos de todas las edades se arraciman para la inspecci¨®n. Los autom¨®viles guardan otra cola paralela y m¨¢s ca¨®tica. A veces, el tr¨¢nsito es r¨¢pido (media hora); otras, muy lento (seis horas). Dicen que es por "motivos de seguridad". A la izquierda de ese puesto de Kalandia se yergue un muro sin adornos. La atalaya blindada que lo remata parece la torreta de una c¨¢rcel. Su base est¨¢ rociada de manchones de pintura lanzada con tirachinas. Otro tipo de protesta.
Michel Warschawski, un jud¨ªo huido de la Francia ocupada por los nazis, es un intelectual de prestigio que el Gobierno tilda de izquierdista radical. Recuerda un graffiti israel¨ª reconvertido en logotipo para camisetas y que resume un estado de opini¨®n: "Sin ¨¢rabes, no hay atentados".
"Cuando veo ese horrible muro, imagino a un mill¨®n de palestinos pensando ya la manera de saltarlo o de pasarlo por debajo. Cada pared pide un t¨²nel. No tiene nada que ver con la seguridad; el objetivo es hacer imposible un Estado; encerrar a los palestinos y confiscar sus tierras", dice Warschawski. En Abus Dis, una frase le da la raz¨®n: "Este muro caer¨¢"; otra es pesimista: "Peor que el apartheid". Y una tercera, cargada de fuerza, ofrece una brizna de esperanza: "S¨ª a los puentes".
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