Euskadi m¨¢s o menos
Dicen las agencias de noticias y las ediciones digitales de los diarios de informaci¨®n general que en la ma?ana del lunes, cuando se escriben estas l¨ªneas, la Comisi¨®n de Instituciones e Interior del Parlamento vasco ha aprobado la propuesta de Estatuto Pol¨ªtico de la Comunidad de Euskadi, fechada el 25 de octubre de 2003 en Ajuria Enea. La propuesta es conocida como plan Ibarretxe, y esta aprobaci¨®n le permite superar contra todo pron¨®stico su primer tr¨¢mite en la C¨¢mara vasca, gracias a la abstenci¨®n de Sozialista Abertzaleak. O sea, que siguen las sorpresas, esta vez, a cargo de Arnaldo Otegi, quien se ha felicitado acto seguido por el "fallecimiento oficial del estatuto".
Excuso a?adir que las felicitaciones que a s¨ª mismo se dirige Otegi, como presunto enterrador del estatuto actual, en absoluto son compartidas en otros ¨¢mbitos, donde las alegr¨ªas del dirigente abertzale han sido tantas veces generadoras de tristezas y del que todos recuerdan c¨®mo ha sido imposible escucharle condena alguna ante la sangre derramada en el altar de la Causa por los compa?eros etarras alzados en armas. Otra cosa es que la propuesta, tras la votaci¨®n con nueve votos a favor de PNV-EA-IU, vaya a proseguir ahora su tramitaci¨®n en el Parlamento de Vitoria, una vez que el Tribunal Constitucional desestim¨® en su momento el recurso presentado por el anterior Gobierno para impedirla.
El caso es que la genealog¨ªa de Euskadi procede del estatuto, el aprobado en 1936 durante la II Rep¨²blica y el de diciembre de 1979, para el que se acab¨® adoptando el nombre de Estatuto de Guernica. Fuera y antes de los textos mencionados s¨®lo cabe remitirse a las provincias vascongadas o territorios hist¨®ricos, si se prefiere la denominaci¨®n estatutaria. Tambi¨¦n hay otra referencia, la del amparo y respeto que la disposici¨®n adicional primera de la Constituci¨®n declara por los derechos hist¨®ricos de los territorios forales, para cuya actualizaci¨®n de sus reg¨ªmenes prescribe el marco constitucional y el de los estatutos de autonom¨ªa.
Los cristianos saben bien que en el principio era el Verbo, cuya encarnaci¨®n conmemoramos precisamente en navidades. Los vascos saben tambi¨¦n, por lo que se refiere a Euskadi, que en el principio fue el estatuto. Con anterioridad s¨®lo cabe referirse, como realidades previas, a los territorios hist¨®ricos con sus instituciones forales de ¨¢mbito estrictamente provincial. En cuanto a su integraci¨®n en la Corona recuerdo haber visto en 1981, cuando la visita del rey don Juan Carlos a la Casa de Juntas de Guernica, una amplia huella pict¨®rica a base de reyes castellanos que, desde muy antiguo, hab¨ªan jurado como se?ores de Vizcaya sus fueros. Indagu¨¦, entonces, si los regios retratos hab¨ªan sido pintados ad hoc en v¨ªsperas de aquella fecha por agentes adiestrados de la Guardia Civil a las ¨®rdenes del gobernador general, pero fui informado de que proced¨ªan de tiempo inmemorial, como tambi¨¦n la prescripci¨®n bajo la cual se exig¨ªa el conocimiento del castellano (suma degenerada, como bien sabemos, del lat¨ªn y del vascuence) para ser elegido juntero, porque en edades remotas ser castellanohablante equival¨ªa a nuestro actual certificado de estudios primarios.
Pero volvamos al plan Ibarretxe, cuyo primer tr¨¢mite parlamentario acaba de ser salvado en la comisi¨®n correspondiente, para subrayar c¨®mo, mientras quiere presentarse por algunos de sus m¨¢s destacados promotores en t¨¦rminos de cuidadosa f¨®rmula para lograr el encaje amable de Euskadi en el Estado, su redacci¨®n es en la pr¨¢ctica la suma de incontables unilateralismos, imposiciones sin m¨¢s a la otra parte contratante y de asignaci¨®n de las cargas econ¨®micas resultantes a cuenta del Estado abominable. Es como si nadie entre los suscriptores del plan Ibarretxe hubiera hecho el elemental ejercicio de evaluar el coste de la no Espa?a.
Hay una actitud singular que quiere un nuevo estatuto pol¨ªtico, casi colgado del aire, sin calcular que de una nueva negociaci¨®n, de un nuevo reparto de cartas para empezar la partida, pudiera resultar m¨¢s Euskadi pero tambi¨¦n menos, ya sea desde el punto de vista competencial o geogr¨¢fico. Con todas las tareas pendientes que tenemos se prefiere recaer en los esencialismos, pero habr¨¢ que atenderlos porque la suerte de los vascos es nuestra suerte y detr¨¢s de la Constituci¨®n reconciliadora s¨®lo est¨¢ la voluntad de los ciudadanos.
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