?Necesitan tomar leche los adultos?
Controversia sobre el consumo de l¨¢cteos en la edad adulta por su posible relaci¨®n con ciertos tumores
Algunos pueblos de la antig¨¹edad empleaban la leche para elaborar brebajes que seg¨²n sus creencias les proporcionar¨ªan la inmortalidad. El l¨ªquido blanco es la representaci¨®n de los cuidados maternos y como tal se considera un nutriente imprescindible de la dieta. Sin embargo, algunos cient¨ªficos sugieren que los productos l¨¢cteos son efectivamente un alimento casi sagrado durante la infancia, pero cuando se consume en la edad adulta sus bondades se pueden convertir en trampas capaces de desencadenar patolog¨ªas como el c¨¢ncer de mama en las mujeres y los tumores de pr¨®stata en los varones. Otros especialistas consideran, por el contrario, que todav¨ªa no hay suficientes pruebas.
El hombre es el ¨²nico mam¨ªfero que despu¨¦s de la lactancia materna sigue tomando leche
Investigadores como Jeffrey Holly, catedr¨¢tico de Ciencias Cl¨ªnicas de la Universidad de Bristol (Reino Unido) y coautor de un libro publicado hace algunos meses bajo el t¨ªtulo IGF y nutrici¨®n en la salud y en la enfermedad, asegura que la leche ha sido dise?ada durante la evoluci¨®n de los mam¨ªferos como el alimento imprescindible para el crecimiento y particularmente para cubrir el periodo de tiempo entre el nacimiento y la maduraci¨®n del sistema digestivo. "M¨¢s tarde no es deseable que los tejidos del organismo crezcan r¨¢pidamente porque en ese caso se produce un c¨¢ncer", explica Holly.
El ser humano es el ¨²nico mam¨ªfero que despu¨¦s de la lactancia materna contin¨²a consumiendo derivados de la leche. Esta pr¨¢ctica es especialmente frecuente entre los individuos de raza cauc¨¢sica (la predominante en Europa), mientras que "la mayor¨ªa de la poblaci¨®n del mundo (incluidos China y Jap¨®n) consume ninguno o muy pocos l¨¢cteos, y en estos individuos los c¨¢nceres de mama y pr¨®stata son extraordinariamente raros. Se dan much¨ªsimo menos que en las sociedades occidentalizadas", asegura el experto brit¨¢nico. "La evidencia de la asociaci¨®n entre la ingesta de leche y el c¨¢ncer viene fundamentalmente de las comparaciones entre poblaciones de diferentes partes del mundo".
Sin embargo, no todos los especialistas est¨¢n de acuerdo. "Estos estudios demuestran una asociaci¨®n, pero no necesariamente una relaci¨®n causal", afirma Ram¨®n Colomer, jefe de servicio del Instituto Catal¨¢n de Oncolog¨ªa de Girona. La relaci¨®n entre la leche y el c¨¢ncer "es una hip¨®tesis que tendr¨ªa que ser confirmada", dice.
Las miradas acusadoras se centran fundamentalmente sobre uno de los muchos componentes de la leche, la prote¨ªna IGF-1 (siglas en ingl¨¦s de factor de crecimiento similar a la insulina), que puede favorecer la aparici¨®n del c¨¢ncer. El papel fundamental de esta mol¨¦cula es estimular el crecimiento. Por este motivo, una vez que se ha rebasado la adolescencia sus niveles en sangre descienden, sin llegar evidentemente a anularse. De hecho, las deficiencias del factor de crecimiento est¨¢n asociadas a un aumento de los trastornos cardiacos y del deterioro cognitivo.
En cuanto a su exceso, su acci¨®n ser¨ªa la siguiente. En nuestro organismo se producen c¨¦lulas potencialmente cancer¨ªgenas de forma continua, pero hay mecanismos de reparaci¨®n del ADN y de muerte programada para destruir los elementos alterados y restablecer la normalidad. Si una c¨¦lula cancer¨ªgena escapa a los controles mencionados y se encuentra con un exceso de IGF-1, ¨¦ste le prestar¨¢ sus propiedades de forma que le facilitar¨¢ el crecimiento y la formaci¨®n de una masa tumoral.
En los ¨²ltimos a?os, varios grupos de investigaci¨®n, entre ellos el de Holly y otros de las universidades de Harvard (EE UU) y Montreal (Canad¨¢), han presentado en diversas publicaciones resultados que sugieren que los individuos que tienen los niveles m¨¢s altos de IGF-1 en sangre presentan un riesgo entre tres y cuatro veces superior de desarrollar c¨¢ncer de mama o de pr¨®stata que aquellos que tienen concentraciones normales. Su conclusi¨®n, tras analizar los diferentes factores diet¨¦ticos, es que "la leche y sus productos derivados son los ¨²nicos alimentos en los que se ha detectado una importante relaci¨®n con los niveles de IGF-1 en sangre". Seg¨²n Holly, que es vicepresidente de la Sociedad Internacional de IGF, "la asociaci¨®n es comparable a la bien conocida relaci¨®n entre los niveles en sangre de colesterol y l¨ªpidos y el riesgo de patolog¨ªas cardiovasculares".
Colomer explica que "el c¨¢ncer es un conjunto de enfermedades cada una de ellas con un origen distinto. Se sabe que su aparici¨®n depende de la interacci¨®n de m¨²ltiples mecanismos, entre ellos la gen¨¦tica y por supuesto la dieta, pero para afirmar rotundamente que existe una relaci¨®n entre la leche y el c¨¢ncer se deber¨ªan hacer estudios controlados con individuos que toman leche, otros que la consumen desnatada y un ¨²ltimo grupo que no la ingiere" y a?ade que "la leche tiene multitud de componentes, entre ellos grasa, y tambi¨¦n se sabe que la grasa animal puede contribuir al desarrollo de tumores".
Paralelamente, el mencionado grupo de Harvard en una revisi¨®n de diversos estudios publicada este verano conclu¨ªa que la leche, fundamentalmente debido a su contenido en calcio, reduce el riesgo de c¨¢ncer de colon.
En general, los expertos son cautos a la hora de hacer recomendaciones, pero insisten en que si se reduce la ingesta de productos l¨¢cteos es necesario asegurar una dieta suficientemente rica que supla las necesidades de otros nutrientes importantes para la salud como el calcio o las vitaminas, aunque en opini¨®n de Colomer "las evidencias no son suficientes para dejar de tomar leche".
El consejo de Holly es que "aquellos que est¨¦n preocupados por su riesgo de padecer alguno de estos tumores limiten el consumo de leche a menos de un vaso por d¨ªa. Eso s¨ª, siempre que sigan una alimentaci¨®n equilibrada", y a?ade: "una buena dieta variada no necesita incluir derivados de la leche".
En la dieta media de los espa?oles, los l¨¢cteos aportan el 66% del calcio necesario, pero existen otras fuentes: los cereales, las legumbres, las verduras de hoja verde, las semillas y las nueces son tambi¨¦n ricos en calcio y la absorci¨®n del elemento es comparable a la de los derivados de la leche.
Lactosa y c¨¢ncer de ovario
El pasado noviembre, un grupo de investigadores del Karolinska Institute (Suecia) public¨® en el American Journal of Clinical Nutrition los hallazgos de un estudio que suger¨ªa una relaci¨®n entre el consumo de m¨¢s de dos vasos de leche al d¨ªa y un notable incremento del riesgo de uno de los tipos de c¨¢ncer de ovario m¨¢s comunes. En esta ocasi¨®n, los cient¨ªficos apuntaban a la lactosa, un az¨²car que se encuentra en los l¨¢cteos, como responsable, puesto que, seg¨²n su teor¨ªa, estimula la superproducci¨®n de hormonas.
Aunque no es la primera vez que se apunta esta relaci¨®n, los expertos consultados no est¨¢n de acuerdo con sus colegas suecos. Para Colomer, la recogida de datos es poco rigurosa pues no se trata de diarios de alimentaci¨®n, sino de cuestionarios retrospectivos. Holly, que defiende una relaci¨®n entre la leche y el c¨¢ncer de mama y de pr¨®stata, afirma en lo relativo a los tumores de ovario que se trata de "especulaciones basadas en muy pocas pruebas cient¨ªficas reales". Por otro lado, la mencionada revista public¨® hace unos meses una revisi¨®n de la literatura m¨¦dica que conclu¨ªa que no hay pruebas de una asociaci¨®n entre la leche y c¨¢ncer de ovario.
Uno de los primeros indicios de la asociaci¨®n entre la leche, su contenido en IGF-1 y el c¨¢ncer surgi¨® a finales de la d¨¦cada de 1990 en EE UU. Algunos a?os antes la FDA (la agencia estadounidense de los alimentos y f¨¢rmacos) hab¨ªa aprobado la comercializaci¨®n de leche de vacas tratadas con una hormona de crecimiento sintetizada por ingenier¨ªa gen¨¦tica. El objetivo era aumentar la producci¨®n de los animales. Sin embargo, al mismo tiempo que se incrementa la cantidad de leche, la hormona estimulaba la s¨ªntesis de IGF-1, de modo que el producto final pod¨ªa tener hasta cinco veces m¨¢s cantidad del factor de crecimiento asociado al c¨¢ncer que la normal.
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