Deprisa, deprisa
Las se?oras Carmen Calvo y Carmen Caffarel (de iniciales ambas C. C.) han provocado de la noche a la ma?ana un inesperado revuelo. De un plumazo han trasladado a Manuel P¨¦rez Estremera del Instituto de cine, donde apenas llevaba siete meses como director, a la direcci¨®n de TVE, ocupada hasta ahora por quien emiti¨® de sopet¨®n Asesinato en febrero mientras las gentes en la calle se preguntaban qui¨¦n hab¨ªa sido. (?Hace ya nueve meses!). P¨¦rez Estremera regresa, pues, a la Casa que tan bien conoce, de la que parti¨® hace 12 a?os. Ahora de jefazo.
El relevo ha acarreado que, al reemplazarse a Estremera por Fernando Lara, quede descabezado el festival de Valladolid, que en la pr¨®xima edici¨®n cumplir¨¢ el 50? aniversario. Fernando Lara lo lleva dirigiendo con buen pulso desde hace 20 a?os, y sin duda hubiese querido cuidar personalmente las celebraciones de rigor, aunque se dice que no son precisamente las fiestas lo que m¨¢s le gusta.
Por otra parte, es seguro que a Estremera, que tambi¨¦n ha dirigido un festival, el de San Sebasti¨¢n, le hubiera interesado aplicar cuanto lleva aprendido durante estos ¨²ltimos meses sobre el enrevesado oficio de director del Instituto del cine: ya hab¨ªa logrado el primer aplauso del gremio por haber sabido aumentar el Fondo Nacional del cine.
Los dos, pues, estaban haciendo un buen trabajo, lo que hace que despierten curiosidad los motivos de estos traslados de urgencia. Los corrillos del cine son puro hervidero. Aunque haya consenso en que el casting ha mejorado (ojal¨¢ en el festival de Valladolid encuentren una buena soluci¨®n, y se galardone la gesti¨®n de Lara apropiadamente en la solemnidad de este aniversario), ?por qu¨¦ todo tan en un plis plas, como si a las ministras y aleda?os les estuviera corriendo alguien, como si hubiera un incendio?, ?qu¨¦ ha impulsado a las C. C. a estos cambios tan repentinos?
Ni a Estremera ni a Lara les han dado tiempo para rumiar lo que se les ha venido encima. Tranquiliza el que sean dos tipos cabales y bien curtidos en la cosa del cine y la tele, cada cual por su propia v¨ªa y con estilo distinto, acostumbrados ambos a enfrentar retos. Son de la misma quinta, por los cincuenta y tantos, y a lo largo de sus trabajos se han echado buenos pulsos con funcionarios, ejecutivos, cargos vitalicios y con esos pol¨ªticos eventuales de posturas de hierro. Los dos hablan en serio. Uno, Estremera, con flem¨¢tico buen humor; Lara, con la aparente severidad de un cartujo (en sus tiempos j¨®venes ve¨ªa al menos dos veces la pel¨ªcula que deb¨ªa criticar, forraba con papel de peri¨®dico los libros que te prestaba y era capaz de atravesar toda la ciudad para devolver una peseta que hab¨ªa dejado a deber.).
Ambos aguantar¨¢n las tempestades y lo har¨¢n bien, si es que no les vuelven a cambiar de puesto cuando hayan superado el jet lag de los nuevos cargos. Pero estas prisas ministeriales desconciertan.
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