Canto gregoriano
EL PA?S ofrece ma?ana, por 2,95 euros, un recorrido por los ocho tonos b¨¢sicos con el Ensemble Gilles Binchois
Dos semanas despu¨¦s de fijar uno de los extremos sonoros de su recorrido, el m¨¢s cercano en el tiempo, con el autor vivo Gy?rgy Ligeti, la colecci¨®n Cl¨¢sica de EL PAIS propone ahora un viaje al otro extremo, con la invitaci¨®n al descubrimiento del canto gregoriano a trav¨¦s de los tonos, o modos, b¨¢sicos del mismo. Seguro que ustedes recuerdan el boom que se produjo hace unos a?os a prop¨®sito del gregoriano. Las grabaciones de los monjes de Silos se escuchaban hasta en el ¨²ltimo rinc¨®n del planeta, adem¨¢s de ocupar los primeros puestos de las listas de discos m¨¢s vendidos. Una m¨²sica pensada para fines religiosos sonaba en las discotecas juveniles m¨¢s insospechadas. Fue un fen¨®meno que permiti¨® a millares de personas experimentar un contraste entre sus ritmos habituales y la serenidad de un canto que, seguramente, les parecer¨ªa venido de otro planeta.
La explosi¨®n del gregoriano suscit¨® una gran variedad de interpretaciones, desde las ligadas a una necesidad de paz y armon¨ªa en el ciudadano actual, hasta las limitadas exclusivamente a un fen¨®meno de mercado en la sociedad de consumo. No se van a discutir aqu¨ª. Lo que s¨ª se va a destacar es la fascinaci¨®n que puede producir hoy un tipo de arte sencillo y reflexivo que tiene, entre otras, la propiedad de parar el tiempo real. Ello al margen de las convicciones religiosas de cada cual. Y m¨¢s a¨²n. Una visita a un monasterio para escuchar gregoriano, o la asistencia a unos oficios en Semana Santa, puede llevar a despertar en el que escucha una emoci¨®n dif¨ªcilmente explicable pero, en cualquier caso, de gran contenido espiritual. Y si ya uno se acerca en esta ¨¦poca de cultura viajera a la abad¨ªa-fortaleza benedictina de Solesmes, a orillas del r¨ªo Sarthe, a unos 80 kil¨®metros de Tours y 200 de Par¨ªs, en un pueblecito de no m¨¢s de 1.500 habitantes, entonces podr¨¢ escuchar el gregoriano seguramente m¨¢s puro, el m¨¢s ligado a la tradici¨®n. La sacudida emocional es indescriptible, comparable en todo caso, en el campo de la m¨²sica, con la asistencia por primera vez a una representaci¨®n de Parsifal en Bayreuth. Es un peregrinaje moderno que devuelve ra¨ªces y valores perdidos en el tiempo.
El canto gregoriano, o canto llano, es, en una primera aproximaci¨®n, un conjunto de melod¨ªas en lat¨ªn aplicadas al desarrollo de la liturgia cristiana. Es, pues, un canto para la oraci¨®n. En este libro-disco est¨¢ interpretado por el Ensemble Gilles Binchois, un grupo franc¨¦s, creado en 1978, que compagina la pr¨¢ctica interpretativa y la investigaci¨®n en las tradiciones orales o en las diferentes notaciones, buscando siempre la mayor fidelidad posible en la vocalidad. El grupo, dirigido por Dominique Villard, est¨¢ asociado en cierta manera al Conservatorio Superior de M¨²sica de Ly¨®n. La grabaci¨®n se realiz¨® los tres primeros d¨ªas de junio de 1989 en la iglesia del priorato de Anzy-le-Duc, con un grupo reducido de tres voces femeninas y tres masculinas para favorecer la m¨¢s absoluta transparencia y claridad de las l¨ªneas mel¨®dicas. Ellas son Anne-Marie Lablaude, Brigitte Lesne y Catherine Schroeder, y ellos, Dominique Villard, Emmanuel Bonnardot y Willem de Waal. El ensayo introductorio, as¨ª como todo el trabajo de documentaci¨®n del libro, est¨¢ escrito por Juan Carlos Asensio, profesor de canto gregoriano y paleograf¨ªa del Conservatorio Superior de Salamanca, director del grupo Schola Antiqua (no se pierdan con ellos los oficios de Semana Santa en la catedral de Cuenca) y autor de un reciente y monumental libro sobre canto gregoriano publicado en Alianza Editorial.
Aunque el canto gregoriano se suele escuchar normalmente fuera de su funci¨®n original, en el marco de conciertos especializados o a trav¨¦s de grabaciones discogr¨¢ficas, no se debe perder de vista que es un canto pensado para la liturgia cristiana, es decir, para escucharse en lugares religiosos, bien acompa?ando a la misa o bien en los oficios divinos de las comunidades mon¨¢sticas que se re¨²nen a orar en diferentes horas (laudes, prima, tercia, sexta, nona, v¨ªsperas y completas). Los intentos rigurosos de fidelidad a la tradici¨®n tropiezan con enormes dificultades que se deben fundamentalmente a los problemas asociados a la tradici¨®n oral y al estado prematuro en los or¨ªgenes de la notaci¨®n musical.
"El repertorio musical destinado a la misa se ha transmitido de manera monol¨ªtica en varios cientos de manuscritos", ha escrito Juan Carlos Asensio. "Seguramente fue compuesto siguiendo el esp¨ªritu de los ocho modos, el Octoechos, el mismo que da sentido a la clasificaci¨®n de la presente grabaci¨®n. A pesar de tener notables diferencias, los cantos de la misa y los del oficio divino presentan ciertas similitudes". El nombre de Octoechos viene de la liturgia de Bizancio y se implant¨® en Occidente con relativa facilidad. Uno de los primeros testimonios de canto gregoriano que se conservan (de 799) es una ordenaci¨®n seg¨²n los postulados del Octoechus: Protus authentus, primer modo; Protus plagius, segundo modo; Deuterus authentus, tercer modo... (ver ficha de grabaci¨®n en las primeras p¨¢ginas del libro-disco). Las denominaciones Protus, Deuterus, Tritus y Tetrardus son ordinales griegos latinizados que se caracterizan por tener un final determinado, en las notas re, mi, fa y sol, respectivamente. Las categor¨ªas Aut¨¦ntico y Plagal, para los modos impares y pares, diferencian las f¨®rmulas musicales. En los distintos modos se integran los graduales, introitos, vers¨ªculos, alleluias, tractos, ofertorios o prosas. Bien, hasta aqu¨ª el lenguaje b¨¢sico. Asensio les ayudar¨¢ con sus textos a adentrarse en este mundo con m¨¢s profundidad. Como toda expresi¨®n art¨ªstica, el canto gregoriano se puede disfrutar tambi¨¦n sin necesidad de entrar en sus entresijos formales, a base simplemente de curiosidad.
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