Desiertos remotos, monta?as lejanas
Se ha destacado que el ex presidente del Gobierno Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, en su comparecencia ante la comisi¨®n de investigaci¨®n del 11-M, el 29 de noviembre, repiti¨® insinuaciones consabidas acerca de una existente pero muy imprecisa autor¨ªa intelectual del atentado de 11-M en Madrid. Ah¨ª, en este fondo brumoso, se hallar¨ªa la verdad que deber¨ªa ser buscada con ah¨ªnco, una verdad que deber¨ªa haber sido simple, compacta y de surgimiento instant¨¢neo. Aznar y otros miembros notables de su partido hab¨ªan, en efecto, repetido esta alusi¨®n, siembre cuid¨¢ndose de que tuviera un car¨¢cter fragmentario, elusivo como de reflejos cambiantes. No obstante su por ahora inaprehensible morfolog¨ªa de fuego fatuo, la verdad, al final, deber¨ªa tener unas cualidades tales que hicieran posible congeniar la vinculaci¨®n entre la estrategia pol¨ªtica de ETA y la de al-Qaeda. ?C¨®mo es posible insistir en la probabilidad de esta vinculaci¨®n cuando la investigaci¨®n no ha producido ninguna prueba ni indicio? Insistir en ello no es ni un rasgo de extrav¨ªo ni, por supuesto, una chirigota para exasperar, con su fr¨ªa repetici¨®n, al adversario. Se trata, sencillamente, del esquema inicial de una narraci¨®n cuyos detalles y depuraci¨®n est¨¢n reconocidamente en proceso de selecci¨®n y elaboraci¨®n.
Ante la evidencia insoslayable de la autor¨ªa manual del atentado por unos islamistas se deb¨ªa postular, seg¨²n Aznar, un autor intelectual, y ¨¦ste no pod¨ªa ser un islamista lejano no s¨®lo geogr¨¢ficamente, sino, y de manera m¨¢s relevante, tambi¨¦n socialmente un ajeno al conocimiento pol¨ªtico local. Los islamistas habr¨ªan atentado cualquier d¨ªa sin especial significaci¨®n, cuando hubiesen podido. Lo hicieron, en cambio, en una fecha que permit¨ªa una explotaci¨®n pol¨ªtica adecuada del dram¨¢tico asesinato masivo. Si se hubiera establecido la vinculaci¨®n de ETA, el car¨¢cter necesariamente local de la autor¨ªa intelectual habr¨ªa sido inequ¨ªvocamente reconocido. El denominado autor intelectual ten¨ªa la intenci¨®n, justamente, de que el asesinato masivo, indiscriminado de personas, alterara el ¨¢nimo de unos electores convocados a votar s¨®lo tres d¨ªas despu¨¦s. Esta intenci¨®n primordial explica la especulaci¨®n de Aznar sobre la movilidad de la ejecuci¨®n del asesinato. Esta movilidad supone la concepci¨®n de que la modulaci¨®n temporal de la explotaci¨®n pol¨ªtica del hecho es tan sustancial como su realizaci¨®n. Los ejecutores fueron, pues, unos islamistas, pero el autor intelectual veros¨ªmilmente debi¨® de ser local.
Descartada ETA como agente local pensante que introduce en la concepci¨®n del atentado el cambio electoral del Gobierno, ?c¨®mo se atribuye a al-Qaeda un raciocinio tan centrado en lo nacional? ?Qu¨¦ pod¨ªa tener de peculiar el Gobierno de Aznar que mereciera ¨¦l solo una consideraci¨®n preeminente en la estrategia de al-Qaeda? Las bombas no pod¨ªan, si ¨¦ste era el caso, ser colocadas en los trenes en cualquier otra fecha que no implicara un manejo pol¨ªtico posterior de su explosi¨®n. Los d¨ªas se?alados eran, como coment¨® expresamente el se?or Aznar en su intervenci¨®n, el d¨ªa 4 si la convocatoria hubiera sido para el 7 de marzo o el d¨ªa 18 si hubiera sido para el 21.
La intenci¨®n de al-Qaeda de derrocar al Gobierno de Aznar queda, as¨ª evocada, muy lejos de ser patente. No hay tampoco precedentes conocidos de una matanza indiscriminada concebida para alterar una inminente cita electoral y derrocar de forma visiblemente legal un Gobierno. La especulaci¨®n aznariana insin¨²a una grave desproporci¨®n si el atentado, supuestamente de al-Qaeda, s¨®lo se propusiera la muerte atroz de transe¨²ntes en la estaci¨®n de Atocha. En cambio, si el autor intelectual hubiera previsto la reacci¨®n de los votantes manipulada y conducida para provocar una instant¨¢nea repulsa hacia el Gobierno, si, como dice Aznar, "los autores intelectuales del atentado ten¨ªan bien organizado el 11, 12, 13 y 14 de marzo..." (EL PA?S, 20 de noviembre), todo el conjunto -ejecuci¨®n y explotaci¨®n pol¨ªtica- adquir¨ªa equilibrio y una narraci¨®n ¨²nica daba verosimilitud y articulaba todas las partes. En este punto, los componentes s¨®lo han sido insinuados con aparente errancia. Pueden, no obstante, ser identificados en el frondoso discurso de Aznar y convenientemente aislados. ETA descartada, quedan, en efecto, los autores manuales del atentado. El problema se reduce entonces a descartar a al-Qaeda como autor intelectual y dejar a los islamistas pendientes de una abducci¨®n o uso por un autor intelectual local. ?C¨®mo prescindir de al-Qaeda? ?C¨®mo decirlo? Es f¨¢cil de hacer si se tiene audacia suficiente. Aznar la tiene. Debe observarse que el eje narrativo de la historia que se est¨¢ fabricando es, justamente, la "autor¨ªa intelectual", que desde su misma postulaci¨®n oscurece la que de manera m¨¢s inmediata y espont¨¢nea -a partir de la detenci¨®n de islamistas- apunta a al-Qaeda. Esta supuesta autor¨ªa es el nuevo centro de gravedad que altera el peso de todas las otras partes y que permite una reordenaci¨®n de la secuencia sin necesidad de introducir nuevas materias. La "autor¨ªa intelectual" debe ser local o cuando menos atender a requisitos muy precisamente locales. Y de repente Aznar lo dijo: "No creo que los autores intelectuales de esos atentados, los que hicieron esa planificaci¨®n, anden en desiertos muy remotos ni en monta?as muy alejadas" (EL PA?S, 20 de noviembre).
Advi¨¦rtase que ante todo se identifica con exactitud que lo que hacen los "autores intelectuales" es la planificaci¨®n no s¨®lo del atentado, sino del conjunto articulado de acciones -las del 11, 12, 13 y 14 de marzo-, del cual el atentado del d¨ªa 11 es el requerimiento inicial, la ignici¨®n del proceso. Dicho esto, se descarta francamente, por primera vez, la autor¨ªa intelectual de al-Qaeda. Cabe decir que Aznar no suele recurrir al uso de im¨¢genes en su discurso. Cuando lo hace -el caso de la "pistola humeante" que mencion¨® m¨¢s adelante- no parece un uso espont¨¢neo, sino que da la impresi¨®n de que se trata de cu?as preparadas que habr¨ªan de servir para anunciar veladamente informaci¨®n nueva y experimentar c¨®mo se reacciona ante ella. Estos "autores intelectuales", los planificadores, no andan en "desiertos muy remotos ni en monta?as muy alejadas". Gaspar Llamazares no lo entendi¨® y, al creer que la imagen transmit¨ªa una comparaci¨®n de lejan¨ªa geogr¨¢fica, le pregunt¨® si alud¨ªa al reino de Marruecos -desiertos- y a Francia -monta?as-, m¨¢s cercanos. Y no, no era eso. De la imagen difundida con frecuencia de los directores de al-Qaeda, en especial Bin Laden y al-Zawahiri, andando vacilantes en monta?as o empu?ando armas en un campo de tiro en el desierto se vali¨® Aznar para decir que, justamente, los planificadores no eran ¨¦stos. Los autores intelectuales, por el contrario, andan entre nosotros, en ciudades cercanas y por despachos con direcci¨®n postal. Ya est¨¢ dicho, pues. Ahora quedan frente a frente los numerosos islamistas detenidos o suicidados, los autores manuales del atentado con bombas en los trenes de Atocha el d¨ªa 11 de marzo y los autores intelectuales que concibieron toda la secuencia desde el 11 hasta el 14. Los islamistas s¨®lo fueron, despu¨¦s de todo, los encargados. La narraci¨®n as¨ª construida tiene capacidad de existir paralelamente a las investigaciones policiales y judiciales en curso. Si se acorta la legislatura y el Partido Popular gana las elecciones la historieta ser¨ªa veros¨ªmil. La verdad ser¨ªa finalmente desvelada. A ver.
Miquel Barcel¨® es historiador.
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