Eduardo Arroyo rescata las escenograf¨ªas realizadas para el teatro y la ¨®pera
El C¨ªrculo de Bellas Artes exhibe los documentos gr¨¢ficos de una veintena de montajes
El pintor y escritor Eduardo Arroyo (Madrid, 1937) rompi¨® su indiferencia ante el teatro cuando en 1967 el director de escena alem¨¢n Klaus Michael Gr¨¹ber le pidi¨® que realizase el decorado de la obra Off limits, de Arthur Adamov, para el Piccolo Teatro de Mil¨¢n. Desde entonces, el artista ha intervenido en una veintena de trabajos para el teatro y la ¨®pera en escenarios europeos, que ahora se revisan en la exposici¨®n Escenograf¨ªas, abierta en el C¨ªrculo de Bellas Artes, de Madrid (Alcal¨¢, 42, www.circulobellasartes.com) hasta el 13 de febrero).
La sala Picasso del C¨ªrculo de Bellas Artes tiene en sus paredes los documentos gr¨¢ficos de la relaci¨®n de Arroyo con el teatro, al agrupar un conjunto de dibujos, croquis, carteles, fotograf¨ªas y textos de las escenograf¨ªas realizadas, desde el estreno de la pieza de Adamov en Mil¨¢n en 1969 y en D¨¹sseldorf en 1972 hasta el Don Giovanni, de Mozart, en la Trienal del Ruhr de 2002, con el comisariado del cr¨ªtico de arte Fernando Castro Fl¨®rez, que ya mont¨® en el mismo espacio una selecci¨®n de los carteles del artista.
Los materiales expuestos pertenecen al artista, que ha logrado mantener en su estudio la memoria del espect¨¢culo. Tambi¨¦n se muestran en vitrinas programas, libros, bocetos y recortes, y una calavera para el Don Giovanni. Un v¨ªdeo de 80 minutos recoge en dos pantallas fragmentos de las representaciones, todas ellas dirigidas por Gr¨¹ber, excepto los ¨²nicos trabajos con directores espa?oles: La vida es sue?o, de Calder¨®n, para Jos¨¦ Luis G¨®mez (teatro Espa?ol, 1981), y Edmond, de Mamet, para Mar¨ªa Ruiz (teatro Mar¨ªa Guerrero, 1990).
Estas piezas est¨¢n rodeadas de montajes como Wozzeck, de Alban Berg (?pera de Bremen, 1971); La jungla del asfalto, de Brecht (Schauspiel, Francfort, 1973); Faust-Salp¨ºtri¨¨re, sobre el Fausto, de Goethe (Par¨ªs, 1975); La valquiria, de Wagner (?pera Nacional de Par¨ªs, 1976); El arquitecto y el emperador de Asiria, de Arrabal (teatro Barcelona, 1977); Othello, de Verdi (Deneder Landse Opera, 1996); Az¨²car dulce y amargo cad¨¢ver, de Ostermaier (M¨²nich, 1997), y otros t¨ªtulos de Genet, Janacek, B¨¹chner, Rossini, Jung, Eur¨ªpides, Sempr¨²n y Verdi.
"No he tenido ocasi¨®n de trabajar en Espa?a, pues la relaci¨®n con Gr¨¹ber ha sido constante en grandes producciones y en condiciones buenas. No soy especialista en decorados de teatro pero Gr¨¹ber prefiere trabajar con artistas y le soy fiel. El teatro es muy fugaz y se destruyen todos los medios, por eso esta exposici¨®n entra en el dominio del recuerdo y de la leyenda. Incluso cuando empec¨¦ en los setenta no se filmaban las obras", declara Eduardo Arroyo. En septiembre de 2006 se ver¨¢ en el Teatro Real de Madrid el montaje de De la casa de los muertos, de Janacek, y una producci¨®n de Boris Godunov en el Palacio de la Moneda, de Bruselas.
"Gran casualidad"
Arroyo recuerda que su encuentro con el teatro fue una "gran casualidad". "Gr¨¹ber hab¨ªa visto una exposici¨®n m¨ªa y quer¨ªa que hiciese los decorados de la obra de Adamov. Le dije que no ten¨ªa idea, que no iba ni me interesaba el teatro, pero despu¨¦s he mantenido esta relaci¨®n particular con el director".
La conversaci¨®n es el m¨¦todo de trabajo creativo que establece el director Gr¨¹ber y el escen¨®grafo Arroyo. "El que marca las pautas es Gr¨¹ber y en el proceso nunca me dice lo que quiere. A trav¨¦s de las charlas se van armando las escenas y se materializan. Es como hacer vivir una casa que te encargan como arquitecto, llenar de vida ese espacio. No hago nunca maquetas del escenario, porque ofrecen ya una determinada visi¨®n y un decorado tiene que estar abierto al l¨ªmite, hay que fabricar el producto. En el contrato me exige que voy a asistir a todos los ensayos. Gr¨¹ber es un hombre sin miedo, responsable, que acepta riesgos. Es una relaci¨®n particular que ha mantenido conmigo y con otros artistas, y creo que es irrepetible. Cuando estuvo enfermo y los m¨¦dicos tem¨ªan por su vida cre¨ª que se terminaba tambi¨¦n mi relaci¨®n con el teatro".
Seg¨²n el comisario de la exposici¨®n, Arroyo interviene como "un arquitecto en libertad, sin hacer maquetas y dibujando apenas algo, intensificando un proceso que es, literalmente, un di¨¢logo continuo".
En algunas puestas en escena ha colaborado el artista Gilles Aillaud, para quien las escenograf¨ªas de Arroyo est¨¢ cerca de los temas de su pintura, "al transformar a los personajes que pinta en h¨¦roes teatrales mediante un distanciamiento metaf¨®rico que muy a menudo roza el absurdo".
"No pinto telones"
Arroyo se?ala que, "por suerte" trabaja con medios importantes. "Quiero utilizar lo menos posible la tecnolog¨ªa, me da un poco de miedo, no la conozco bien. Hay una cosa clara, que es que no pinto telones. Hay una gran equivocaci¨®n, y no se ha comprendido, que cuando se pide a un pintor un decorado convierte la escenograf¨ªa en una galer¨ªa de arte. En unos decorados de Mir¨® se ven unos mir¨®s que se agitan. Yo creo que interesa el teatro, lo que el teatro te exige, un lugar ideal para el verso, un terreno favorable".
A?ade que sus escenograf¨ªas tienen poco que ver con su pintura y se define, con humor, como "el rey de las instalaciones", al desaparecer el trabajo con la ca¨ªda del tel¨®n. Como una acci¨®n singular, para el montaje de La jungla del asfalto, de Bertolt Brecht, se pidi¨® a la gente de Mil¨¢n que entregara 3.000 zapatos viejos. "Me interesa m¨¢s la cosa ef¨ªmera, que se termine r¨¢pido. Esta exposici¨®n, muy modesta, recupera documentos casi de forma clandestina y de ellos queda la mirada y el recuerdo, forma parte de la leyenda, buena o mala".
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