Ratas en la cuna de Cervantes
En un lugar de Alcal¨¢ de cuyo nombre no quiero acordarme, a 300 metros de la Ciudad Patrimonio de la Humanidad, a 200 metros del mastod¨®ntico y ultramoderno Archivo General de la Administraci¨®n del Estado, y a 100 metros de mi casa, discurre el caz de un antiguo molino harinero. Este recurso agr¨ªcola viene siendo usado, desde hace a?os, como aliviadero habitual del alcantarillado urbano y, por tanto, se ha transformado en una pestilente cloaca a cielo abierto. Por ese lugar, ciertamente poco transitado, suelo pasear con Dana, mi perrilla bretona, para no molestar a nadie. Me cruc¨¦ con dos polic¨ªas municipales, que me advirtieron sobre mi obligaci¨®n de recoger las deposiciones s¨®lidas que dejase el animal.
No les dije que siempre llevo encima un pl¨¢stico para tal menester, me limit¨¦ a recoger del suelo cuatro de las bolsas que por all¨ª se acumulan, enguant¨¦ mis manos dos veces y se las mostr¨¦. Me recordaron entonces que por seguridad deb¨ªa llevar la perra atada.
La Dana corr¨ªa tras una rata casi tan grande como ella.
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