Listas y arte
Si Luis Bu?uel levantara su excelso cabez¨®n y viera que su pel¨ªcula Los olvidados est¨¢ siendo objeto de una exposici¨®n de culto en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid, no cabe duda de que volver¨ªa al sepulcro, tras haberse tomado un dry martini, para superar la impresi¨®n. Aunque el evento resulta de agradecer, habida cuenta que vivimos en un pa¨ªs en donde la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, y muy en especial las generaciones m¨¢s j¨®venes, disponen de todo tipo de aparatos de reproducci¨®n de pel¨ªculas, pero carecen de inter¨¦s por la inmortal obra cinematogr¨¢fica de don Luis.
Sin embargo, la dicha muestra es consecuencia de una decisi¨®n que es, en s¨ª misma, una derrota: la pel¨ªcula, habiendo sido reconocida por la Unesco con la distinci¨®n Memoria del Mundo, ha pasado a formar parte de los documentos valiosos que no pueden destruirse y deben protegerse porque forman parte del patrimonio de la humanidad.
F¨ªjense c¨®mo ser¨¢ de inhumana, la humanidad, con las obras de arte, que la Unesco tiene que elegir (y, dado su escaso pecunio, con cuentagotas) aquellas que deber¨¢n salvarse de la ira, la desidia, la codicia, la sinraz¨®n, el desinter¨¦s, las guerras e invasiones y un mont¨®n de abusos m¨¢s que ahora mismo no tengo ganas de enumerar. Lamentablemente, tiene que hacerlo cuando el paso del tiempo ha decidido ya que tal sinfon¨ªa, tal pintura o tal filme forman irremediablemente parte de lo mejor que somos. Quiero decir que la Unesco deber¨ªa poseer la autoridad y los medios (y quiz¨¢ un ej¨¦rcito, tal vez) para garantizar la seguridad y, en caso de peligro, la defensa, de piezas tan valiosas, pongamos, como la Biblioteca o el Museo de Bagdad, que en paz descansen.
Volviendo a Bu?uel, har¨¦ un inciso para confesarles que me siento segura cuando me refiero a personas fallecidas hace mucho tiempo. En este art¨ªculo va a resultarme pr¨¢cticamente imposible quedarme tan fuera de la actualidad como en el que les ofrec¨ª hace un par de semanas sobre el muy vivales se?or Kerik, a quien Bush, hijo, nombr¨® jefe total de la lucha antiterrorista, y destituy¨® (con muy poca consideraci¨®n hacia m¨ª) ?antes de que saliera mi art¨ªculo o glosa! En mi defensa debo decir que mi mente de envergadura media no pod¨ªa ni siquiera imaginar que iban a despedirle por haber tenido servicio sin papeles.
Pero don Luis est¨¢ muerto, aunque vivo; de igual forma, muchos de quienes caminan por la calle sin conocer su filmograf¨ªa tienen algo de muerto dentro de s¨ª, aunque se crean vivos. Porque esta Espa?a nuestra no puede entenderse, se ha dicho hasta la saciedad, sin Goya y sin Bu?uel.
Y Los olvidados, como cualquier obra de arte, no merece el dudoso honor de ser rescatada por una lista. La mera palabra lista me parece no s¨®lo tonta, sino digna de ser ella misma olvidada r¨¢pidamente. Porque sugiere que much¨ªsimas piezas no listadas corren serio riesgo. Las listas de rescate se parecen a esa pregunta que siempre alguien te hace: "?Qu¨¦ libro salvar¨ªa de un incendio?". Yo antes contestaba como una imb¨¦cil: es muy f¨¢cil entrar en el pasapalabra o concurso cultural. Te calienta la vanidad, sentirte juez de algo infinitamente superior a ti, y decidir pues ¨¦ste o el otro. O bien la pel¨ªcula que te llevar¨ªas a una isla desierta, y etc¨¦tera etc¨¦tera; o los diez mejores no s¨¦ qu¨¦ de los ¨²ltimos no s¨¦ cu¨¢ntos a?os. Pero ¨²ltimamente hago como los del anuncio de Canal +: "Pues va a ser que no". Un incendio, una isla. Qu¨¦ barbarie.
Los olvidados es, verdaderamente, una obra genial, pero en ning¨²n caso un relicario de museo. Lo que tiene de absolutamente original y hermoso es que podr¨ªa tratarse de una pel¨ªcula de hoy, de una mirada particularmente ir¨®nica y po¨¦tica, dolorosa y sarc¨¢stica, sobre la pobreza, la marginalidad, la violencia de la miseria, el desarraigo, los guetos que la sociedad necesita mantener, y las beneficencias que tambi¨¦n necesita cultivar. Es implacable y aleccionadora, y dice cuanto hay que decir acerca de la humana naturaleza. De esa que hace listas, precisamente, para poder manejar los olvidos, y a los olvidados.
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