Mujeres enfermas, conejillos de Indias
Una lectora, Mar¨ªa Fern¨¢ndez, me escribi¨® hace alg¨²n tiempo una l¨²cida carta en la que se?alaba c¨®mo los anuncios relacionados con la salud se ceban discriminatoriamente en las mujeres: "?No has observado que no hay hombres en productos tan poco glamurosos como pomadas antihemorroidales, almohadillas para dentaduras postizas o compresas para p¨¦rdidas de orina? Y, sin embargo, ellos lo padece como nosotras?". Creo que alguna vez he visto alg¨²n var¨®n en estos spots un tanto embarazosos, pero la lectora tiene raz¨®n: la superabundancia de se?oras es fastidiosa.
Y es que la mujer, desde la ortodoxia tradicional masculina, siempre ha sido lo otro, lo diferente, lo anormal. Se nos ha patologizado a trav¨¦s de los siglos, hasta el punto de que ha habido ¨¦pocas, como la segunda mitad del XIX, en las que el solo hecho de ser mujer equival¨ªa poco m¨¢s o menos a ser una enferma. Muchas culturas han intentado convertir el cuerpo femenino en un organismo precario, m¨®rbido y doliente, desde los chinos que vendaban y deformaban los pies de las ni?as, hasta dejarlas tullidas e incapaces de caminar, a los occidentales que cinchaban y apretujaban el talle de las chicas con cors¨¦s tan terribles que ocasionaban desviaciones y roturas de costillas, sofocos, ahogos y desmayos constantes. Y durante a?os se ha pensado que las mujeres son todas unas hist¨¦ricas. De hecho, la palabra hist¨¦rica viene de ¨²tero, como todos saben.
Incluso la menstruaci¨®n, proceso natural donde los haya, ha sido entendida como una dolencia f¨ªsica durante mucho tiempo. "Estoy mala" o "me he puesto mala", se dec¨ªa en mi adolescencia cuando quer¨ªas indicar que te hab¨ªa venido la regla (y creo que todav¨ªa hay chicas que lo dicen). Lo cual nos convert¨ªa a las mujeres menstruantes en enfermas peri¨®dicas a plazo fijo. Y lo mismo est¨¢ sucediendo ahora con la menopausia. Por lo general, nuestras abuelas vivieron su menopausia tan campantes, tal vez con un mayor floreo de abanicos durante cierto tiempo y poco m¨¢s. Pero en los ¨²ltimos a?os se ha ido creando el concepto de una nueva enfermedad: la menopausia, que ya no es un proceso natural, sino una verdadera cat¨¢strofe ps¨ªquica y org¨¢nica. Pardiez, qu¨¦ triste sino el de las mujeres patologizadas: estamos malas una vez al mes durante todo nuestro periodo f¨¦rtil y luego, cuando la regla se retira, dicen que nos ponemos a¨²n peor. Y, sin embargo, las mujeres somos bastante m¨¢s longevas y resistentes que los hombres. La nuestra debe de ser una mala salud de hierro.
?Y qui¨¦nes nos han ido metiendo en la cabeza estas ideas tan lastimosas sobre nuestra doliente condici¨®n femenina? Una doctora y una psicopedagoga, Enriqueta Barranco y Mar¨ªa Dolores Vico, hicieron hace algunos a?os un interesante trabajo estudiando la publicidad y la literatura m¨¦dica aparecidas, durante la d¨¦cada de los noventa, en la revista oficial de la Sociedad Espa?ola de Obstetricia y Ginecolog¨ªa. Y encontraron que, en primer lugar, los publicitarios crearon, a trav¨¦s de los expertos, la opini¨®n de que la menopausia era algo malsano; y una vez creada esta opini¨®n, los laboratorios farmac¨¦uticos empezaron a poner sus productos en el mercado. Y lo m¨¢s curioso es que, a medida que aparec¨ªan m¨¢s productos y m¨¢s anuncios relacionados con la menopausia, disminu¨ªan los relacionados con los anticonceptivos. Barranco y Vico conclu¨ªan que la industria farmac¨¦utica hab¨ªa derivado a la menopausia su excedente de productos hormonales no aplicados a la anticoncepci¨®n. Y a?ado yo que el sida y el aumento del uso de condones y otros m¨¦todos anticonceptivos quiz¨¢ hicieron que la p¨ªldora ya no fuera tan rentable.
En cualquier caso, durante la d¨¦cada de los noventa se consagr¨® en todo el mundo occidental la idea de la menopausia como una maldita enfermedad. Hab¨ªa que combatirla por todos los medios, atiborr¨¢ndose de estr¨®genos con la famosa THS, Terapia Hormonal Sustitutiva. Todav¨ªa hoy muchas mujeres siguen utiliz¨¢ndola, y espero que les vaya bien. Sin embargo, desde hace un par de a?os no hacen m¨¢s que salir noticias m¨¦dicas informando de que la THS no s¨®lo no es la panacea que antes se pensaba, sino que adem¨¢s puede producir m¨¢s da?os que beneficios. Me pregunto si eso es as¨ª de verdad, o si es que los laboratorios ya no tienen m¨¢s hormonas que vender. O a lo mejor es que han inventado otro producto. Y, mientras tanto, las mujeres seguimos con nuestros cuerpos supuestamente enfermos, sirviendo una vez m¨¢s de conejillos de Indias.
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