Prevaricadores
El Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a ha condenado al ex juez Luis Pascual Estevill por un delito continuado de prevaricaci¨®n judicial en concurso con un delito de detenci¨®n ilegal, uno de cohecho continuado en concurso con amenazas condicionales y un delito de alzamiento de bienes. En la misma sentencia condena al abogado Juan Piqu¨¦ Vidal por delitos de prevaricaci¨®n judicial continuada en concurso con uno de detenci¨®n ilegal, cohecho continuado con delitos de amenazas condicionales y prevaricaci¨®n de abogado. El simple enunciado de la tipificaci¨®n penal de la conducta de estos dos personajes revela que no se trata de un mero caso, una rareza, sino de una ignominia persistente de enorme trascendencia social.
Las condenas a nueve y siete a?os de c¨¢rcel, la inhabilitaci¨®n y las multas millonarias aplican sin tibieza el C¨®digo Penal. Pero lo m¨¢s significativo no es la cuant¨ªa de las penas, sino que los servidores de la justicia la han defendido de quienes ensuciaron la toga en provecho propio. La sentencia demuestra que el Estado de derecho tiene mecanismos para defenderse de quienes intentan viciarlo. Junto al inevitable fraseo forense, el texto de la sentencia usa expresiones que cualquier ciudadano puede entender: "insidioso plan", "actuaron para amedrentar", "comunes prop¨®sitos criminales"...
La red de extorsi¨®n organizada por los dos condenados, con el auxilio de otros personajes de menor entidad en la trama, data de principios de los noventa. Sin embargo, no fue hasta 1996 cuando, a instancias de la fiscal¨ªa, se puso en marcha la investigaci¨®n sobre sus manejos. Tanto tiempo de impunidad s¨®lo puede explicarse por el miedo de sus v¨ªctimas y por la existencia de vigorosas protecciones.
Cuando el nombre de Estevill ya destilaba un aroma de corrupci¨®n, Converg¨¨ncia i Uni¨®, entonces al frente de la Generalitat catalana, le coloc¨®, con el voto del resto de partidos, como vocal del Consejo del Poder Judicial, ir¨®nicamente el ¨®rgano de gobierno de los jueces. En 1995 Estevill ya ten¨ªa una querella por prevaricaci¨®n. ?Por qu¨¦ se aup¨® a este juez a un cargo que le permit¨ªa traficar con su aforamiento cuando empez¨® la cadena de tres juicios que han dibujado su trayectoria delictiva como juez y ciudadano? La propia sentencia critica que los poderes p¨²blicos no se movilizaran con la "premura e intensidad" necesarias.
Estevill asegur¨® ayer, tras pedir disculpas, que hab¨ªa sido consciente del alcance de su conducta y que acataba la sentencia porque cre¨ªa en la justicia. Que tal arrepentimiento llegue cuando no se puede evitar la condena introduce dudas sobre el grado de convicci¨®n de quien ya tiene otra condena por delito fiscal. Uno de los empresarios cuya negativa a pagar el soborno le cost¨® 25 d¨ªas de c¨¢rcel, describi¨® con una cruel met¨¢fora la oficina que ten¨ªan organizada Estevill y Piqu¨¦: el que mord¨ªa era el juez y quien llevaba la cadena del perro y lo soltaba cuando quer¨ªa era el abogado. Piqu¨¦, el abogado en cuesti¨®n, dijo en el juicio que cre¨ªa en la justicia. Hoy, tras la sentencia, los ciudadanos s¨ª tienen motivos para creer en ella.
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