Una falsa desaparici¨®n
Despu¨¦s de haberme ocupado en estas mismas p¨¢ginas del caso de Pascal Quignard, que creo era (y es) el mayor escritor vivo de las letras francesas de nuestros d¨ªas, aprovecho el lanzamiento de esta excelente traducci¨®n de su m¨¢s reciente obra maestra, Vida secreta (Par¨ªs, 1998), para volver a hablar de ¨¦l en unas circunstancias bastante ins¨®litas, pues parece haber desaparecido en el horizonte de modo espectacular, como si se tratara de un recuerdo m¨¢s que de una presencia real, viva y verdadera. Como este escritor nos ten¨ªa habituados a un denso ritmo de producci¨®n -su bibliograf¨ªa, de 1969 a 2002 superaba los cincuenta t¨ªtulos-, su silencio posterior no ha dejado de ser ins¨®lito y desde entonces pesa como una losa sobre las letras francesas de hoy, sobre todo si se piensa que hab¨ªa llegado a lo m¨¢s alto, ganando todos los grandes premios -el F¨¦mina, el de la Academia Francesa y hasta el Goncourt en el ¨²ltimo a?o citado, que por cierto fue muy discutido porque se concedi¨® a un libro que no era (seg¨²n sus cr¨ªticos) una novela de verdad, Sombras errantes, in¨¦dito a¨²n entre nosotros, pues era un primer t¨ªtulo de tres de una serie denominada ?ltimo Reino, que ha quedado en principio inconclusa-.
VIDA SECRETA
Pascal Quignard
Traducci¨®n de Encarna Castej¨®n
Espasa Calpe. Madrid, 2004
288 p¨¢ginas. 19,90 euros
Su bibliograf¨ªa supera los cincuenta t¨ªtulos y gan¨® todos los grandes premios: F¨¦mina, Academia Francesa y Goncourt
Tampoco aparece la palabra "novela" bajo el t¨ªtulo de Vida secreta, pues Quignard, que ha sido novelista expreso muchas veces y siempre narrador, aborrece el g¨¦nero, y hasta en la segunda frase de este libro que comento (de traducci¨®n tan compleja que ha obligado a la experta Encarna Castej¨®n a asesorarse de Teresa Sans para poder tirar por la calle de en medio con las mayores garant¨ªas) ya parece anunciar su desaparici¨®n de hoy, cumplida cuatro a?os despu¨¦s, tras la primera que evoca a nuestro Jorge Manrique: "Los r¨ªos se adentran eternamente en el mar. Mi vida en el silencio", para a?adir que "las ¨¦pocas se desvanecen en su pasado como el humo en el cielo", que formar¨¢ el trasfondo de su eterno argumento en todo ese ?ltimo Reino citado. El mundo y el hombre, su historia y su literatura viven en funci¨®n del pasado, un pasado primordial que sustenta este presente global y ca¨®tico, ef¨ªmero y autodestruido por la uni¨®n antinatural de esa globalidad econ¨®mica-capitalista y las religiones establecidas, sobre todo la cat¨®lica.
Nacido en Normand¨ªa en 1948, hijo de una familia de profesores y m¨²sicos, autista de ni?o, pintor, m¨²sico y profesor en su juventud, destac¨® pronto como ensayista, lleg¨® a ser profesor de franc¨¦s antiguo, form¨® parte del consejo de lectura de Gallimard, empresa de la que lleg¨® a ser secretario general de ediciones, mientras fundaba como m¨²sico el Concierto de las Naciones con Jordi Savall y dirig¨ªa el Festival de M¨²sica Barroca de Versalles, hasta que, tras algunos graves problemas de salud y dos depresiones, lo abandon¨® todo para dedicarse s¨®lo a su obra literaria, de la que tambi¨¦n parece haberse apartado en los ¨²ltimos tres a?os.
]]>Vida secreta]]> es una novela es-
tallada en m¨²ltiples "peque?os tratados" (t¨¦cnica empleada en 10 tomos anteriores donde ha recopilado m¨²ltiples ensayos cortos deslumbrantes) reunidos bajo el hilo conductor de su tema fundamental, nada menos que el del amor, que todo parece aqu¨ª unificarlo. Es un "tratado sobre el amor" (como el c¨¦lebre De Amore del renacentista Andrea Capellano, aunque el "amor" de Quignard nada tenga que ver con el "amor cort¨¦s" del italiano) que se ancla en su propia vida -en la figura excepcional y oculta bajo seud¨®nimo de una profesora de m¨²sica de su infancia- y en el rito de paso de su obra anterior, un trabajo sobre el amor en Grecia y Roma titulado El sexo y el espanto que ilustraba viejos grabados er¨®ticos recuperados de las ruinas de Pompeya. Desde ah¨ª, vida, lecturas, leyendas de la cultura universal y de todos los tiempos, y apoy¨¢ndose en un territorio de etimolog¨ªas cl¨¢sicas y conocimientos ling¨¹¨ªsticos excepcionales, Quignard despliega sus dotes para trazar su propia teor¨ªa sobre el amor: un amor fatal, asocial, individual, irremediable, implacable, quiz¨¢ ef¨ªmero, siempre mon¨®gamo y por encima de todo secreto, que desaparece aparte de toda sociedad, de cualquier espect¨¢culo, publicidad o institucionalizaci¨®n posible, pues cualquier atentado p¨²blico -como cualquier matrimonio o la simple pareja de hecho, aunque no distingue entre amores homo o heterosexuales- hace que se autodestruya y se degrade entre las manos. Y aqu¨ª surge la literatura, la famosa novela corta en verso franc¨¦s del siglo XIII, La castellana de Vergy -de un disc¨ªpulo de Chr¨¦tien de Troyes-, una dama medieval que muri¨®, junto a su amado y la rival que la delat¨®, por haber infringido el secreto fundamental que conservaba su amor y claro est¨¢ que tambi¨¦n sus vidas.
Y as¨ª llegamos, entre otros m¨²ltiples caminos, al mito del esquimal Nukarpietak, a su c¨®pula pre-original entre los hielos con una mujer legendaria, que acabar¨¢ en el canibalismo, el silencio, la mudez y la negaci¨®n de todo lenguaje, que s¨®lo se manifiesta entre el v¨®mito y el excremento. El amor no existe en el deseo ni en la pasi¨®n (o no tan s¨®lo) sino en el silencio de los cuerpos que aplastan bajo la c¨®pula su propia sombra, pues s¨®lo se revela de verdad en el momento del adi¨®s. Como se ve, la concepci¨®n que Quignard tiene del amor es tan puritana como perversa, como corresponde desde luego a su esp¨ªritu jansenista, manifiesto en muchas de sus obras anteriores: es algo fatal, inexorable, asocial, individual de dos (nada de uno), implacable, secreto y perfectamente puritano a la vez, no se olvide. La contraposici¨®n entre la t¨¦cnica de los "peque?os tratados" y la de la narraci¨®n novelesca continua -que plantea muchos problemas a los lectores al uso- se resuelve aqu¨ª en el crisol de un tema magistral, que todo lo unifica, por lo que creo que ¨¦sta es su obra maestra, anterior y superior a esa peque?a joya que es la breve novela hist¨®rica Terraza en Roma, que tambi¨¦n verti¨® entre nosotros para la misma editorial Encarna Castej¨®n. Aunque traducir Vida secreta es mucho m¨¢s dif¨ªcil, pues Quignard es aqu¨ª mucho m¨¢s aficionado a los neologismos y a las etimolog¨ªas de todo tipo, griegas y latinas o hasta japonesas, por lo que no disuenan nada los "galicismos" utilizados por la traductora, ya cl¨¢sicos en la literatura espa?ola de siempre. Por eso he hablado de esta obra como si fuera una suma narrativa de primer orden, una gran "novela" que su propio autor ha evitado nombrar por su propio nombre, para mantenerla tan oculta como secreta, como el amor que no quiere llamarse as¨ª para conservarse puro, aunque lo sea -una novela- de verdad. Dado el horror de este gran narrador por el g¨¦nero que tan bien practica aunque aborrezca, as¨ª podemos pasar al ¨²ltimo de los secretos, al enigma que he planteado al principio.
La ¨²ltima vez que pude contem-
plar la imagen de Pascal Quignard fue en un reportaje emitido hace casi dos a?os en la cadena p¨²blica de la televisi¨®n francoalemana Arte, que con ¨¦l inauguraba una serie de programas sobre escritores europeos vivos, que al final se redujo a cuatro episodios. Era al terminar el a?o siguiente al de la concesi¨®n a Quignard del Premio Goncourt, y se ve¨ªa al escritor, solitario, en una casa situada frente a los campos devastados donde se levantaban los edificios del antiguo monasterio de Port-Royal, arrasados a principios del XVIII por orden de Luis XIV (aunque quedan algunas reconstrucciones, una especie de museo), sede del jansenismo, la gran "herej¨ªa" pol¨ªtica y cultural francesa del XVII que Sainte-Beuve describi¨® en su obra maestra del mismo t¨ªtulo. All¨ª, en una gran chimenea ritual bastante n¨®rdica, se ve¨ªa a Pascal Quignard quemando sus propios libros y manuscritos meticulosamente. Despu¨¦s de la ceremonia, el documental se centraba en un viaje del escritor, fascinado hoy por el budismo y el tao¨ªsmo, a Jap¨®n, donde visitaba a sus editores y al final se le ve¨ªa recorrer diversos jardines japoneses y efectuar extra?as ceremonias rituales en dichos escenarios. Y as¨ª terminaba la historia, a la espera de una extra?a resurrecci¨®n, que parece estar a punto de terminar, pues, seg¨²n mis noticias, Quignard anuncia para dentro de unos d¨ªas la aparici¨®n de dos nuevos tomos -el cuarto y el quinto- de la serie titulada ?ltimo Reino, como si quisiera empezar a recuperar el retraso perdido. Esto no quita validez a lo que he comentado sobre Vida secreta, simplemente le cambia el t¨ªtulo, que es lo que he hecho, de antemano, pues (Quignard dixit) "cuando leemos siempre hacemos como que leemos", que es lo que seguiremos haciendo sin parar, cuando le sigamos leyendo.
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