Econom¨ªa pol¨ªtica de las cat¨¢strofes
MUCHOS DE LOS COMPROMISOS adquiridos hace justo un a?o por la comunidad internacional, cuando se produjo el terremoto que hizo cenizas la ciudad iran¨ª de Bam, todav¨ªa no han llegado. Qu¨¦ decir de los recursos publicitados en la c¨¦lebre conferencia de donantes de Irak, en Madrid, que ya eran cantidades aportadas en el pasado y de los que nunca se supo su composici¨®n y su destino. Ahora se corre un riesgo similar con las ayudas comprometidas para paliar la cat¨¢strofe natural provocada por el maremoto en el Sureste asi¨¢tico.
Al mismo tiempo que la opini¨®n p¨²blica estimula los esfuerzos, p¨²blicos y privados, a la solidaridad, debe convocarse el cap¨ªtulo de exigencias. ?Cu¨¢ntos van a ser los recursos aportados, y en qu¨¦ tiempo? ?Se trata de donaciones o de cr¨¦ditos a devolver y en qu¨¦ condiciones (el FMI ha anunciado una "ayuda financiera" a los pa¨ªses afectados, por valor de 750 millones de euros, a trav¨¦s del programa de emergencias de la entidad; son pr¨¦stamos que el FMI ofrece de manera inmediata y con condiciones menos estrictas de lo habitual, que deben devolverse antes de cinco a?os)? ?Qu¨¦ parte corresponde a dinero p¨²blico y cu¨¢nto son cantidades aportadas directamente por los ciudadanos a trav¨¦s de las ONG?; etc¨¦tera. Buena labor de accountability (responsabilidad) para una ONG tan significativa como Economistas sin Fronteras: seguir el rastro de lo que se promete y dar testimonio de cu¨¢nto se cumple y cu¨¢nto se defrauda. Y qui¨¦n lo hace.
Asia es la zona del mundo que registra el r¨¦cord de cat¨¢strofes naturales que provocan miles de muertos al a?o. Pero ser¨ªa otro desastre si para ayudarla se marginase, de nuevo, al continente africano
El maremoto del sur de Asia ha causado centenares de miles de muertos y desaparecidos, centenares de miles de heridos y millones de afectados en su econom¨ªa m¨¢s b¨¢sica. Y tanto en su prevenci¨®n como en sus consecuencias ha pillado en mantillas a un mundo cuyo marco de referencia es ya la globalizaci¨®n y no el Estado-Naci¨®n, pero que no se ha dotado de instituciones para gobernar esa globalizaci¨®n. Parece que la ONU va a asumir el control de un esfuerzo sin precedentes, a trav¨¦s de la creaci¨®n de un Centro Operativo de Control de todas las ayudas militares y civiles; pero es leg¨ªtimo preguntarse si esta instituci¨®n -la ¨²nica multilateral de la que disponemos- est¨¢ en condiciones pol¨ªticas y burocr¨¢ticas para ejercer ese control con efectividad.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, ha advertido de dos condicionantes que deben ser tenidos en cuenta con igual prioridad: una cosa es la financiaci¨®n urgente para salvar vidas humanas de los efectos colaterales de la cat¨¢strofe (rescates, epidemias, supervivencia, etc¨¦tera), y otra es el esfuerzo de reconstrucci¨®n de la zona, a medio y largo plazo. Los economistas han estudiado los efectos de los desastres naturales sobre la asignaci¨®n de bienes y sobre el crecimiento econ¨®mico, as¨ª como la necesidad de recuperar los niveles anteriores a la crisis producida en t¨¦rminos del capital destruido y de los flujos econ¨®micos. Una primera estimaci¨®n habla de un esfuerzo superior a los 14.000 millones de d¨®lares.
El segundo condicionante es igualmente significativo: los cr¨¦ditos y donaciones, el dinero fresco, debe ser ex novo, no separado de los cap¨ªtulos dedicados a otras zonas en crisis. Si lo que ahora se dona a Asia se extrae de la ayuda humanitaria a ?frica, no se habr¨¢ arreglado casi nada, excepto sacudirse de urgencia la mala conciencia. El primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, que es el presidente de turno del G-8 (grupo de los siete pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo m¨¢s Rusia), hab¨ªa manifestado su intenci¨®n de dedicar el a?o 2005 a luchar contra la pobreza en ?frica, pero la tragedia asi¨¢tica le obliga a "retrasar" esta buena intenci¨®n. As¨ª, el continente africano podr¨ªa ser el gran pagano del maremoto asi¨¢tico. La ayuda humanitaria ser¨ªa un escandaloso presupuesto de suma cero.
Queda por ¨²ltimo el asunto de la condonaci¨®n o suspensi¨®n del pago de la deuda externa de los pa¨ªses afectados. ?sta supera los 300.000 millones de euros (mientras que las primeras cifras de ayuda hechas p¨²blicas apenas superan el 10% de esa cantidad). ?Tiene sentido entregar dinero en ayuda humanitaria con una mano, y quitarlo con la otra en forma de pago de la deuda externa?
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