Casillas y Ronaldo trituran al Atl¨¦tico
El Madrid saca en el Manzanares el m¨¢ximo rendimiento al peor juego posible
El Madrid sac¨® el m¨¢ximo rendimiento al peor juego posible, cosa que ocurre con bastante frecuencia en el f¨²tbol. Tres jugadas, tres remates, tres goles. Y en el Manzanares, lo que a?ade m¨¢s picante al asunto. Al Atl¨¦tico no le sirvi¨® su larga cuenta de remates. Se encontr¨® con Casillas en su versi¨®n de goma. El portero salv¨® al Madrid durante la avalancha del primer tiempo y en un par de estiradas en el segundo. Fue Casillas en estado puro, donde mejor se encuentra, en los tiros que exigen una reacci¨®n el¨¦ctrica. Casi todas sus acciones se produjeron en la raya de gol, cuando la hinchada rojiblanca cantaba el gol que nunca lleg¨®. Casillas desbarat¨® todas las ocasiones, la mayor¨ªa protagonizadas por Fernando Torres, que no acaba de afirmarse como un delantero fiable ante la porter¨ªa. Sus inmensas condiciones est¨¢n apoyadas por una velocidad vertiginosa, velocidad que no encuentra la pausa necesaria frente a los porteros. Con Torres se genera una curiosa paradoja: es un goleador acreditado, y as¨ª lo dicen sus n¨²meros cada temporada, pero no tiene gol. Marca por insistencia, porque probablemente no hay un delantero espa?ol que sea capaz de crear tantas jugadas de gol. Pero su porcentaje en la definici¨®n es bajo, todo lo contrario que Ronaldo. Remat¨® dos veces y no fall¨®. Como suele ocurrir, entre Casillas y Ronaldo le dieron la noche al Atl¨¦tico.
ATL?TICO 0 - REAL MADRID 3
Atl¨¦tico: Leo Franco; Aguilera (Molinero, m. 46), Perea, Pablo, Antonio L¨®pez; Ibagaza, Luccin (Nano, m. 77), Sosa, Gronkjaer; Salva (Paunovic, m. 69) y Fernando Torres.
Real Madrid: Casillas, Arbeloa, Pav¨®n, Helguera, Roberto Carlos; Figo (Celades, m. 85), Beckham, Solari, Zidane (Owen, m. 88); Ra¨²l y Ronaldo (Morientes, m. 86).
Goles: 0-1. M. 14. Roberto Carlos recibe en la izquierda, centra raso, Zidane pifia el disparo pero el bal¨®n llega a Ronaldo, que marca por alto. 0-2. M. 81. Ra¨²l roba el bal¨®n, cede a Solari, que regatea a Leo Franco y marca. 0-3. M. 85. Zidane lanza a Ronaldo, que lanza un zurdazo seco que se cuela.
?rbitro: P¨¦rez Burrull. Amonest¨® a Beckham, Luccin, Antonio L¨®pez, Pablo, Figo.
Unos 55.000 espectadores en el Calder¨®n.
Durante m¨¢s de una hora, el Madrid aguant¨® de mala manera el intenso ataque del Atl¨¦tico, que jug¨® con m¨¢s decisi¨®n que ideas. Eso ya se sabe. Es un equipo con graves limitaciones creativas. Ibagaza se apaga poco a poco, condenado adem¨¢s a arrancar desde la derecha. All¨ª no pinta nada, como le ocurre a Zidane en la izquierda. La asimetr¨ªa de los dos equipos condenaba a los dos ¨²nicos jugadores de trazo ingenioso. Como remedio a su falta de f¨²tbol, el Atl¨¦tico tir¨® por la directa y casi le sali¨® bien. Lleg¨® con tanta frecuencia al ¨¢rea, remat¨® con tanta profusi¨®n, que result¨® extra?a su incapacidad para marcar alg¨²n tanto. Porque rival no tuvo durante bastante tiempo. El Madrid se acul¨® en el ¨¢rea y perdi¨® de vista el juego de ataque. Tampoco estaba para grandes cosas. La ausencia de Guti, atacado por la gastroenteritis, confirm¨® la importancia de un jugador que ahora mismo es capital. Sin Guti, el Madrid no dio dos pases seguidos durante la mayor parte del encuentro. Pero con juego o sin juego, tiene a Ronaldo.
En medio de la marea rojiblanca, el Madrid logr¨® conectar a Solari con Roberto Carlos, que no recuerda hace bastante tiempo al temible lateral que destrozaba a los rivales con sus carreras. Esta vez lleg¨® hasta los terrenos del extremo izquierda y cruz¨® un centro fuerte, raso, perfecto para el remate de Zidane, que fall¨® en el intento. Por detr¨¢s lleg¨® Ronaldo, que no fall¨®. Puso el putt y emboc¨® la pelota en la porter¨ªa, as¨ª, muy sencillito, como los delanteros a los que se les caen los goles de los bolsillos. En cambio, Torres no logr¨® establecer una relaci¨®n razonable entre las oportunidades que cre¨® y los resultados que obtuvo. No marc¨® ni en las f¨¢ciles, ni en las dif¨ªciles. Y hubo alguna muy f¨¢cil, como el remate que se le escap¨® sin nadie debajo de la porter¨ªa. Lo m¨¢s notable es que Torres era imparable. Los centrales del Madrid no encontraban la manera de detenerle. Pero a Torres, que es un purasangre, le convendr¨ªa algo de la sangre de Romario, algo que de repente le baje las pulsaciones hasta un nivel que le permita aclararse frente a los porteros.
Ya se sabe la dependencia del Atl¨¦tico con su joven estrella. Sin Torres, el Atl¨¦tico es un equipo animoso pero vulgar. La aparici¨®n de Gronjkaer levant¨® algo de optimismo. Es un extremo alto, poderoso, con un tranco largo. Juega muy erguido y no parece especialmente habilidoso. Gana por potencia. Le vendr¨¢ bien a un equipo limitado por la sociedad que integran Sosa y Luccin. Se trata de un extra?o caso matem¨¢tico: uno m¨¢s uno, igual a uno. Son dos clones con una imaginaci¨®n rasante. Sin nadie para levantar el vuelo del equipo, todo qued¨® a expensas de Torres. En el otro lado, toc¨® la hora de Casillas, que suele encontrarse m¨¢s c¨®modo cuantas mayores sean las dificultades. Cuando se somete al fusilamiento, Casillas se agranda, acepta el protagonismo, saca un punto temerario que le hace singular. ?ste fue uno de esos partidos. Despej¨® al menos seis remates envenenados, y alguno letal. Durante todo el trecho final del primer tiempo, al Madrid le sostuvo Casillas y nadie m¨¢s.
El Madrid marc¨® en su primera llegada al ¨¢rea, en la segunda y en la tercera. Fue un ejercicio de precisi¨®n que no estuvo jam¨¢s acompa?ado por algo parecido al buen juego. Record¨® al equipo que ha decepcionado durante toda la temporada, con una actuaci¨®n mediocre de casi todas sus estrellas. Fuera de Casillas y de Ronaldo, fue un equipo desconcertado, sin nada que ofrecer. Su victoria tampoco se debi¨® a un ordenado ejercicio de resistencia. Permiti¨® ocasiones clamorosas y achic¨® agua durante todo el encuentro. No hubo se?ales de mejor¨ªa, por tanto. Pero encontr¨® la f¨®rmula m¨¢s eficaz del mundo: los milagros de Casillas y la autoridad de Ronaldo en el ¨¢rea. Eso es un cheque al portador.
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