Mucha bronca, poco f¨²tbol
Racing y M¨¢laga se l¨ªan a pu?etazos en un partido muy nervioso
En el limbo del descenso, el f¨²tbol se aburre sobremanera. La presi¨®n del resultado estrangula las ideas y acaba con cualquier vestigio de divertimento. Racing y M¨¢laga caminan juntos por esa senda de salvaci¨®n, entre equilibrios y especulaciones, hasta que sobreviene un tropez¨®n repentino que rompe las esperanzas y la crisma. Ayer le toc¨® el turno al M¨¢laga, un conjunto espeso habitualmente y que s¨®lo sac¨® la raza en el descuento para enzarzarse en una tremenda pelea a pu?etazos con la que los santanderinos no dejaron de provocar, como colof¨®n a su p¨¦sima segunda mitad. Gregorio Manzano demostr¨® que es el rey del orden y los posicionamientos t¨¢cticos, hasta el extremo ajedrec¨ªstico de la inmovilidad. Como piezas en sus escaques, los jugadores malacitanos no se menearon ni un mil¨ªmetro del puesto asignado por el entrenador.
RACING 2 - M?LAGA 1
Racing: Aouate; Pedro L¨®pez, Oriol, Bert¨ªn, Juanma, Regueiro; Anderson (Nafti, m. 76), Mor¨¢n (Aganzo, m. 81); Torrado; Benayoun y Javi Guerrero.
M¨¢laga: Calatayud; Alexis, Navas, Juanito, Valcarce; Usero, Rodr¨ªguez, Miguel ?ngel, Duda; Geijo (Esteban, m. 63) y Amoroso (Edgar, m. 51).
Goles: 1-0. M. 26. Pase de Mor¨¢n que remata Javi Guerrero de cabeza. 2-0. M. 41. Regueiro, de potente tiro raso en un libre indirecto. 2-1. M. 86. Navas cabecea un centro desde la derecha de Duda.
?rbitro: Pino Zamorano. Amonest¨® a Rodr¨ªguez, Anderson, Valcarce, Amoroso, Bert¨ªn, Juanito y al delegado del M¨¢laga, Francisco Porras. Expuls¨® a Alexis por doble amarilla (m. 90) y a Miguel ?ngel y Nafti tras una monumental tangana en el descuento.
Unos 15.000 espectadores en El Sardinero.
Con esta ventaja inicial, el Racing se convirti¨® en el ¨²nico poseedor del esf¨¦rico, control¨® con comodidad el medio campo y dispuso un juego vascular, de circulaci¨®n continua y fluida, pero con mucha lentitud en el tramo final. En esa zona, los del M¨¢laga s¨ª supieron qu¨¦ hacer: enroque y a esperar una salida m¨¢s o menos digna. Pero el dominio de los locales se intensificaba al mismo ritmo que deca¨ªa el entramado defensivo. En una de esas jugadas por la banda, Mor¨¢n recibi¨® el bal¨®n dentro del ¨¢rea y puso un centro templado sobre la l¨ªnea del ¨¢rea peque?a para que, de cabeza, Javi Guerrero colocase el bal¨®n en el interior de las mallas. El M¨¢laga no reaccion¨® al aguijonazo y sigui¨® descompuesto y desabrido. Quince minutos despu¨¦s, en una falta ensayada, el uruguayo Regueiro enganch¨® el bal¨®n desde 25 metros y dobl¨® las manos de Calatayud con un disparo cargado de dinamita. El M¨¢laga trat¨® de meter la cabeza en el partido y por fin pudo disfrutar del bal¨®n, hasta ese momento copado por su rival.
Sin llegar, ni lejanamente, al canon del buen f¨²tbol, s¨ª que se mostr¨® m¨¢s serio y din¨¢mico. Miguel ?ngel, en el centro del campo andaluz, borr¨® a Anderson y Mor¨¢n quienes, como el resto del equipo, se ve¨ªan con la victoria 45 minutos antes de conseguirla en realidad. Con esa actitud insolente, los pupilos de Lucas Alcaraz pasaron de perseguidores a perseguidos. Perdieron la ventaja posicional y la iniciativa. Cerraron las bandas ofensivamente y Pedro L¨®pez y Regueiro se dedicaron a correr como locos sin que nadie les atendiese. El M¨¢laga segu¨ªa creciendo y los nervios se dispararon cuando C¨¦sar Navas, un central poco utilizado por Manzano, se adelant¨® a la lenta defensa racinguista y bati¨® de un cabezazo a Aouate. Restaban cuatro minutos y al Racing comenzaba a atragant¨¢rsele la prepotencia y el terror al empate. Mientras el M¨¢laga se empe?aba en dar los ¨²ltimos coletazos al partido, se produjo una monumental tangana en el centro del campo, en la que se vieron implicados casi las dos plantillas al completo. Hubo intercambio de pu?etazos y empujones, especialmente el protagonizado por los dos capitanes, que acab¨® con dos expulsados, aunque pod¨ªan haber sido media docena m¨¢s. Con estas interrupciones y la moment¨¢nea lesi¨®n de Pino Zamorano, los cinco minutos de descuento se extinguieron sin que apenas se pudiese jugar la pelota.
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