Un cl¨¢sico vivo
Thomas Ostermeier (1968), miembro de la direcci¨®n art¨ªstica de la Schaub¨¹hne am Lehniner Platz de Berl¨ªn, demuestra con Nora, su versi¨®n de Casa de mu?ecas, de Ibsen, que la condici¨®n de la mujer no ha cambiado tanto desde el siglo XIX y que el matrimonio sigue siendo en muchos casos una transacci¨®n econ¨®mica y sexual. Escrita en 1879, Casa de mu?ecas ha sido la pieza m¨¢s traducida, representada y discutida de las que escribi¨® su autor, por plantear el tema de la emancipaci¨®n de la mujer y destapar la falsedad de la moral y de las costumbres de la ¨¦poca. Su estreno sacudi¨® a la sociedad escandinava: la obra fue tachada de feminista y entendida como un ataque a la esencia de la instituci¨®n matrimonial, pues Nora, su protagonista, se revela al final como una mujer capaz de abandonar a marido e hijos para empezar a vivir y a pensar por s¨ª misma, harta del papel de mu?eca decorativa que ha desempe?ado a lo largo de su vida.
Nora
De Henrik Ibsen. Traducci¨®n: Hinrich Schmidt-Henkel. Int¨¦rpretes: Lars Eidinger, J?rg Hartmann, Agnes Lampkin, Jenny Schily, Kay Bartholom?us Schulze, Anne Tismer, Milena B¨¹hring, Constantin Fischer y Robin Meisner. Escenograf¨ªa: Jan Pappelbaum. Vestuario: Almut Eppinger. M¨²sica: Lars Eidinger. Dramaturgia: Beate Heine, Maja Zade. Direcci¨®n: Thomas Ostermeier. Teatre Lliure. Barcelona, 8 de enero.
Repasando el texto encontramos la clave de su vigencia en el di¨¢logo final entre Nora y su marido Torvald, cuando ya se ha descubierto el pastel, ¨¦ste conoce que ella consigui¨® un pr¨¦stamo falsificando la firma de su padre y Nora espera de ¨¦l que asuma la culpa. "Nadie sacrifica su honor por su ser querido", le dice Torvald. "Centenares de miles de mujeres lo han hecho", responde ella. Pasaba a finales del XIX y sigue pasando a principios del XXI, se le llame honor, dignidad o cuerpo y alma. As¨ª las cosas, basta con actualizar un poco el lenguaje, cambiar a la nodriza por una au-pair, la enfermedad del doctor por el sida, a?adir m¨®viles, port¨¢tiles y c¨¢maras digitales para que el drama de Nora siga vivo. Thomas Ostermeier va m¨¢s all¨¢ y pone en manos de Nora una pistola para que ella se cargue al marido a balazos en un final m¨¢s violento, puede que no tan transgresor como el original, pero sin duda mucho m¨¢s l¨®gico para toda madre, aunque como consecuencia se vea privada de sus hijos.
Tensi¨®n dram¨¢tica
El texto sigue funcionando y la puesta en escena de Ostermeier, apoyada por una estupenda banda sonora, garantiza su tensi¨®n dram¨¢tica hasta el final. A lo largo de dos horas y media sin interrupci¨®n el espectador sigue las escenas de una joven familia acomodada durante la Navidad en su hogar, una magn¨ªfica casa de autor a varios niveles, que vira hacia un lado y hacia otro, ofreciendo desde distintos ¨¢ngulos las acciones y reacciones de sus protagonistas, quienes se ven m¨¢s atrapados que los peces que dan vueltas por la pecera que domina la sala. La coherente evoluci¨®n interna y externa de su protagonista en este nuevo entorno, interpretada por una espl¨¦ndida Anne Tismer, tiene tanto o m¨¢s sentido ahora que antes. Nora tiene la fuerza del presente.
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