La ley de la gravedad
Ya dijo Julio Cer¨®n que "la ley de la gravedad no es nada en comparaci¨®n con la que nos espera". Y se comprueba al observar c¨®mo se embravece el clima pol¨ªtico y se abren las incertidumbres, tras la aprobaci¨®n por el pleno del Parlamento vasco el pasado 30 de diciembre de la Propuesta de Estatuto Pol¨ªtico de la Comunidad de Euskadi, etiquetada como plan Ibarretxe. Pero que no cunda el p¨¢nico porque, como el martes pasado qued¨® aqu¨ª establecido, en l¨ªnea con S. J. Lec, al menos a corto plazo hay un sistema del que no vamos a salir: el sistema solar.
Otra cosa es que hayamos entrado en el a?o nuevo en medio de un diluvio de reacciones, pronunciamientos, advertencias y amenazas de muy distinta procedencia y de muy desigual ¨ªndice de racionalidad, de exasperaci¨®n y de tremendismo. Yendo de norte a sur, en Vitoria el lehendakari parece subido a su propuesta componiendo la figura de don Tancredo como si, acogido a la moral de la convicci¨®n, pudiera desentenderse de las consecuencias en la hip¨®tesis de "la soluci¨®n a tortas". Pero bajo el inteligente principio de la divisi¨®n del trabajo, el presidente del Partido Nacionalista Vasco ha comparecido en la cadena SER con la goma de borrar maximalismos y el difumino de suavizar aristas.
De cualquier manera, la propuesta de Ibarretxe es un envite que habla de "un pacto pol¨ªtico materializado en un nuevo modelo de relaci¨®n con el Estado espa?ol, basado en la libre asociaci¨®n y compatible con las posibilidades de desarrollo de un Estado compuesto, plurinacional y asim¨¦trico". Es como si, mediante un ejercicio admirable de prestidigitaci¨®n, aquellas referencias a los "derechos hist¨®ricos" y a los "territorios forales" incluidas en la disposici¨®n adicional primera de la Constituci¨®n hubieran dado lugar a la "libre asociaci¨®n", como si del lema "por Dios, por la Patria y el Rey" del Oriamendi por el que luch¨¢bamos durante las guerras carlistas para impon¨¦rselo a toda Espa?a hubi¨¦ramos pasado a cantar con el mismo ardor otro mote her¨¢ldico "por el Estado compuesto, plurinacional y asim¨¦trico".
Existen dudas sobre la capacidad de atracci¨®n que semejantes conceptos, tomados de las abstracciones de la geometr¨ªa pol¨ªtica al uso, podr¨ªan tener si se exhibieran como bander¨ªn de enganche de los nuevos tercios, llegado el caso de que la torpeza de unos y otros hiciera derivar el procedimiento de desacuerdo en "una soluci¨®n a tortas", por decirlo en palabras tomadas del lehendakari durante su comparecencia de la semana pasada ante la prensa acreditada de Vitoria. Otra cosa es que se recomiende a los hooligans evitar el itinerario del insulto y la descalificaci¨®n, que ser¨ªa tanto m¨¢s dif¨ªcil desandar cuanto m¨¢s lejos se hubiera llegado.
Hay base argumental suficiente para aportar a favor del esclarecimiento de la materia estatutaria y constitucional que tratamos, m¨¢s all¨¢ y m¨¢s ac¨¢ de los ejercicios interesados de "invenci¨®n de la historia". Y convendr¨ªa adem¨¢s atenerse en cada uno de los ¨¢mbitos a las pautas propias de cada una de las instituciones, bien diferenciadas de las que corresponden al circuito donde compiten de modo leg¨ªtimo las fuerzas pol¨ªticas. Por ejemplo, los obispos en lugar de pronunciarse reunidos en Conferencia Episcopal a favor de la unidad de Espa?a, o en la di¨®cesis de San Sebasti¨¢n prodigando caranto?as a la feligres¨ªa nacionalista m¨¢s adicta al cumplimiento dominical, deber¨ªan empezar por ofrecer excusas a las v¨ªctimas y a todos los dem¨¢s por las molestias causadas, por la sostenida incapacidad moral de condenar el terrorismo y por haber preferido eludir los riesgos en connivencia con los agresores en vez de vomitarlos de su boca.
Mientras, en este 2005, declarado a?o internacional de la F¨ªsica, recordamos con Graham Farmelo (F¨®rmulas elegantes, Tusquets Editores) que de un Estatuto lo mismo que de una gran ecuaci¨®n cient¨ªfica se espera "que posea belleza ¨²til, que se ajuste a los resultados de todo experimento relevante y que prediga resultados de otros a¨²n no realizados". Pero adem¨¢s conviene advertir a Ibarretxe para que se abstenga de deducciones indebidas a prop¨®sito del pensamiento que sobrevino a Einstein sentado en la oficina de patentes, seg¨²n el cual "si alguien cae libremente, no siente su propio peso". Cuidado con Einstein, lehendakari, porque, a continuaci¨®n, no se tir¨® por la ventana.
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