Ayer, milagro
Emir Kusturica vino a Madrid a presentar su nueva pel¨ªcula, La vida es un milagro, y dijo aqu¨ª que intenta plasmar en ella, a trav¨¦s de los animales, una sentimentalidad, la emotividad que descubre en ellos. De haber pasado por la calle de Hortaleza un 17 de enero, San Ant¨®n, hubiera tenido una magn¨ªfica oportunidad para verlos en su salsa, que fue lo que ayer volvi¨® a suceder.
Kusturica, que reconoce que sus rodajes se parecen cada vez m¨¢s a un circo, pudo encontrar en esta romer¨ªa que improvisan todos los a?os los madrile?os un material de rodaje excepcional, lleno de humor y muy expresivo. No creo que para eso precise ninguna sofisticaci¨®n el desfile, incluso puede prescindir de los guardias de gala y a caballo que sigue aportando el Ayuntamiento al festejo, pero, en el caso de que necesitara espect¨¢culo musical, como es propio de Kusturica, para acompa?ar esta expresi¨®n de convivencia de los animales y sus due?os, es posible que la corporaci¨®n municipal se animara a acompa?ar de una escenificaci¨®n moderna las llamadas vueltas de San Ant¨®n, tan castizas.
Lo hizo con acierto en el final de la cabalgata de Reyes, y los que vimos aquella hermosa exhibici¨®n de buen gusto desde el extranjero cre¨ªamos estar en el Madrid del 2012, mientras TVE, con su programa de fin de a?o, nos conduc¨ªa a la Espa?a del pasado.
Para una tragicomedia, que es lo que le gusta a Kusturica, una v¨ªa principal de Madrid convertida en una feria de ganado por un d¨ªa da mucho de s¨ª. Y, adem¨¢s, a lo mejor est¨¢ de acuerdo en que nada se presta m¨¢s a la caricatura que lo sentimental, y en que es f¨¢cil traspasar en esa relaci¨®n la l¨ªnea del sentimiento puro para entrar en el rid¨ªculo terreno de lo sentimentaloide. Cuando eso pasa con ellos, los animales no tienen la culpa, son ajenos a esas fronteras, pero es el hombre con su cultura, que incluye tambi¨¦n un imaginario lleno de arbitrariedades, el que somete a su mascota a extravagantes imitaciones de los comportamientos humanos. Los perros volvieron ayer a hacer el rid¨ªculo festivo con sus atuendos de colores, hechos de punto, disfrazados para la ocasi¨®n por sus due?as.
Se quedan ellas m¨¢s tranquilas con el chucho pasado por agua bendita y el chucho no pone cara de rechazo, como si ir vestido de lagarterana formara parte de elementales condiciones de convivencia. Y quiz¨¢ Kusturica sea de los que piensan del hombre que por sus animales los conocer¨¦is. Un hombre entrado en edad, con bigotillo escaso, abrigaba ayer a su can con la bandera espa?ola. En el perro no se detectaban por su tranquilidad especiales indicios de fervor patri¨®tico. Ni en otro al que un joven le hab¨ªa colgado la bandera estadounidense advert¨ª alteraci¨®n alguna en el morro ni en los ojos. El amor est¨¢ por encima de las guerras y de las ideolog¨ªas, que es una de las cosas que dice Kusturica que quiere demostrar con su pel¨ªcula. Y esa primac¨ªa del amor es lo que quiz¨¢ llevara a una muchacha de Chueca a ponerle un pearcing a su gato, al que su gato no era indiferente por los arrumacos que le hac¨ªa a su due?a. En el caso del que llevaba una serpiente abrig¨¢ndole el cuello no puedo hablar, por incapacidad de percepci¨®n para eso, de si la serpiente se hallaba o no a gusto, pero el rostro de su portador era el de un sobrado de s¨ª mismo que no teme al riesgo. Lo f¨¢cil hubiera sido encontrar cara de ga?¨¢n en el due?o del hermoso cerdo que admir¨® al cura que lo reg¨® con su hisopo desde la ventana de la iglesia, pero tanto el cerdo como su amo ten¨ªan cara de lustrosos.
Pero estos gui?os locales pasar¨ªan inadvertidos para Kusturica, al que como se ve le estoy proponiendo una pel¨ªcula madrile?a en la que se pueda comprobar tambi¨¦n que la vida es aqu¨ª a veces un milagro, que el humor no nos falta, y que la alegr¨ªa, que tanto le gusta al cineasta, puede trasformar la urbe ¨¢spera en territorio rural. Sin embargo, a la pol¨ªtica local no es ajeno el hecho de que ¨¦ste sea un pa¨ªs que se divierte tratando con crueldad a los animales, que los persigue a garrotazos por los campos, pone fuego en los cuernos al toro, somete a una lenta agon¨ªa en la horca a los galgos y tira cabras desde los campanarios. Ese es uno de sus retratos. Y por eso, ayer, la vida era un alegre milagro en la calle de Hortaleza.
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