Petr¨®leo y nitr¨®geno del aire
Siempre que hablamos del petr¨®leo y gas, de sus precios o escasez, pensamos en el transporte, menos en la electricidad y nada en la alimentaci¨®n. Sin embargo, la producci¨®n de fertilizantes nitrogenados (unos 90 millones de toneladas/a?o) depende exclusivamente de estas fuentes de energ¨ªa no renovables. Aunque en el transcurso de los a?os la eficiencia del proceso de obtenci¨®n de amonio ha crecido considerablemente (unas tres veces en las ¨²ltimas cinco d¨¦cadas) estos fertilizantes sint¨¦ticos suponen aproximadamente el 70% de la energ¨ªa usada en la producci¨®n agr¨ªcola en los pa¨ªses en desarrollo y el 40% en los desarrollados. El gasto de energ¨ªa no es importante en porcentaje, solamente supone el 1,3% del petr¨®leo/gas total consumido, y, por tanto, esta peque?a proporci¨®n puede hacer pensar que no habr¨¢ problema de disponibilidad en los pr¨®ximos 100 a?os, pero la competencia con otros usos influir¨¢ considerablemente en los precios. Y si no hay especial problema hoy, ?qu¨¦ pasar¨¢ en 2050, cuando se espera superar los 9.000 millones de habitantes, casi un tercio m¨¢s que ahora, y precisamente el crecimiento ocurrir¨¢ donde la dependencia energ¨¦tica es mayor y los recursos menores? Todo esto sin tener en cuenta que si se quiere cumplir estrictamente el protocolo de Kioto es muy probable que las restricciones al uso de las fuentes de energ¨ªa no renovables vengan m¨¢s por garantizar el ambiente que por su disponibilidad. Los ¨®xidos de nitr¨®geno derivados del fertilizante aplicado contribuyen considerablemente al efecto invernadero y son por s¨ª mismos claros agresores de la capa protectora de ozono. Por otra parte, aproximadamente la mitad del abono nitrogenado aplicado no s¨®lo no es aprovechado por las plantas sino que contamina acu¨ªferos, r¨ªos y lagos. Es necesario poner la confianza en el desarrollo de nuevas fuentes para que, como dicen Crews y Peoples, no tengamos que preguntarnos qu¨¦ va a ser de una especie que ha basado su alimentaci¨®n en la existencia de una fuente de energ¨ªa abundante y hasta hace poco barata.
Un agrosistema tratado y fertilizado convencionalmente tiene un ¨ªndice neto de potencial global de calentamiento, lo que se conoce como GWP, de 114, mientras que a uno no fertilizado le corresponde s¨®lo 14 y a un cultivo de leguminosas 41. Estas plantas, entre las que se encuentran especies tan importantes como la soja, el garbanzo, la jud¨ªa y la alfalfa, aunque no se fertilizan con nitr¨®geno, dejan un suelo enriquecido en este elemento que al ser mineralizado tambi¨¦n contamina, aunque tres veces menos. Sin embargo, dada la capacidad de las leguminosas de utilizar el nitr¨®geno de la atm¨®sfera cuando est¨¢n asociadas a unas bacterias espec¨ªficas, su consumo energ¨¦tico es cero en cuanto a la aplicaci¨®n de fertilizante nitrogenado se refiere.
Por ello, en situaci¨®n de crisis energ¨¦tica, ante las restricciones prescritas para preservar el ambiente, y teniendo en cuenta, adem¨¢s, que la agricultura llamada biol¨®gica no podr¨¢ nunca cubrir las necesidades alimenticias, la posible extensi¨®n de la capacidad de utilizar el nitr¨®geno del aire por cultivos distintos de las leguminosas, tales como el trigo, el ma¨ªz o el arroz (los grandes consumidores de fertilizantes nitrogenados), cobra especial inter¨¦s y a su estudio se dedica un esfuerzo investigador importante, que posiblemente dar¨¢ sus frutos en un futuro no demasiado lejano.
Jos¨¦ Olivares Pascual es profesor de Investigaci¨®n del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas en la Estaci¨®n Experimental del Zaid¨ªn.
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