Ibarretxe / Amann
Dec¨ªa G. K. Chesterton en los veinte que Europa se hallaba impulsada por tres grandes fuerzas: el patriotismo, el descontento industrial y un activo movimiento de religi¨®n popular. Eran sus palabras. Para ¨¦l, era la Italia de Mussolini la que m¨¢s v¨ªvidamente reflejaba aquel estado de cosas. Recordamos, s¨ª, los a?os veinte del siglo pasado, y no precisamente porque resultaran felices. Fueron malos, muy malos a?os para todos, inaugurados y cerrados por dos horribles guerras y un genocidio. No es nuestro caso hoy. No lo es en absoluto. Sin embargo, en ocasiones actuamos como si lo fuera.
Cierto que desde 1989 vivimos tiempos de cambio. Cierto que ocurren hechos horribles y campa el cinismo por sus respetos. Cierto que ?frica es un continente engangrenado y el Cercano Oriente un polvor¨ªn. Cierto que las mafias circulan en pa¨ªses sin ley y los inmigrantes mueren por un sue?o mal entendido. Un tejano gobierna el mundo. Son a?os duros. Todo eso y m¨¢s es cierto. Sin embargo, no son ¨¦sas las fuerzas que nos mueven aqu¨ª, en la Europa instalada. Si el cinismo no nos ha contaminado plenamente, reconoceremos que son otras cosas las que hoy nos mueven, por mucho que las anteriores nos conmuevan.
El patriotismo ha causado una guerra horrible en Europa, en los Balcanes, y ha revivido lo m¨¢s atroz: el genocidio, la fr¨ªa crueldad y el odio m¨¢s violento. Tambi¨¦n es cierto esto. Hay magiares expatriados que albergan cierto irredentismo, o eslovacos que rompen con checos. Hay bretones que se sienten bretones y lombardos mal avenidos con la idea de Italia. Pero no parece que estemos en v¨ªsperas del estallido de Austria-Hungr¨ªa ni de un movimiento cantonalista en Europa. Y, siguiendo con la trilog¨ªa chestertoniana, tampoco el agua del "descontento industrial", de un socialismo levantisco, o la vivacidad de una corriente de "religi¨®n popular", de desmesura y emoci¨®n masiva, mueven hoy el molino de la historia europea. Ya no. Hoy impera el hombre medio apacible, ciudadano d¨®cil, amante del bienestar y un poco c¨ªnico. La pol¨ªtica es -peligrosamente- m¨¢s administrativa que deliberativa, las emociones las galvaniza el f¨²tbol o el cine-espect¨¢culo y la felicidad son unas vacaciones -iron¨ªas del destino- en las Islas Andam¨¢n. Todo esto aqu¨ª, en Europa. Hay, s¨ª, trabajo precario y grupos skin, pero son meras disfunciones.
Si tuvi¨¦ramos que se?alar hoy, sin matices ni adornos, tres grandes fuerzas que mueven el continente, nos referir¨ªamos a la oleada de inmigraci¨®n que llega a Europa y cambiar¨¢ su faz en poco tiempo; pensar¨ªamos en el ingente esfuerzo en I+D, infraestructuras, en pol¨ªtica y administraci¨®n que debe hacerse para hacer del Continente una gran potencia; y, finalmente, est¨¢ ah¨ª la viscosa corriente de cinismo que enfanga el avance de las otras fuerzas.
?Por qu¨¦ entonces este pa¨ªs se estremece con un Plan cantonalista mientras ve d¨ªa a d¨ªa desbaratarse el valor estrat¨¦gico de su territorio? No lo habr¨¢n le¨ªdo, pero las agencias recog¨ªan que ?lvaro Amann, consejero de Transporte, tras una reuni¨®n entre las autonom¨ªas y el ministerio, conclu¨ªa que la Y vasca no se terminar¨¢ antes de 2020.) ?Por qu¨¦ esa obsesi¨®n por saber qui¨¦nes somos sin localizar nuestro pa¨ªs, trabajar por unas comunicaciones continentales estrat¨¦gicas? ?Por qu¨¦ algo que se gest¨® en 2001 (el Plan) corre, mientras que lo que comenz¨® en 1986 con la idea de una nueva conectividad ferroviaria entre capitales y su encaje en la l¨ªnea Vitoria-Dax de Redes Transeuropeas duerme el sue?o de los justos? ?Por qu¨¦ el ap¨®stol Ibarretxe no se ocupa de esto y deja solo a Amann en una gesti¨®n fundamental? ?Por qu¨¦ esta obsesi¨®n del Gobierno vasco por el fuero, cuando el huevo de las infraestructuras esenciales lo perdemos? Porque, entre veras y bromas, con alevos¨ªa y premeditaci¨®n, preparan el escenario post-ETA. A?o cero de un nuevo calendario de poder. Poder a secas, aunque sea sobre un p¨¢ramo. ?Patriotas? C¨ªnicos m¨¢s bien. No son tiempos de cantonalismos ni de "arrebatos populares". Cierto. Pero el cinismo puede dar sus r¨¦ditos... a nuestra costa, claro. ?sta es la cita, la verdadera cita que nos espera en mayo: ser c¨®mplices o ciudadanos.
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