El precio de las comunidades
Los vientos neoliberales soplan fuerte en el territorio ling¨¹¨ªstico de nuestro pa¨ªs. Hemos pasado del t¨®pico de la lengua como compa?era del imperio al de la lengua como recurso que, siguiendo los pasos del ingl¨¦s, nos debe traer beneficios econ¨®micos -olvid¨¦monos ya de lo identitario y simb¨®lico, vivimos en el siglo XXI-. Ante un producto que es barato y que tenemos todos a nuestro alcance, ?qui¨¦n se puede resistir?
Si a alguien todav¨ªa le queda un resquicio de duda, Juan R. Lodares en las p¨¢ginas de este peri¨®dico se encarga frecuentemente de hacer la publicidad correspondiente. Lodares titula sus dos art¨ªculos m¨¢s recientes, Espa?ol, SA (19-7-2004) y El precio de las gram¨¢ticas (7-12-2004), como si la lengua fuera un producto s¨®lo digno de transacciones mercantiles. Para Lodares, la lengua espa?ola (Espa?ol, SA) es "una de las empresas m¨¢s internacionales que poseemos, cuya materia prima es abundante, limpia, barata, atractiva para nuestros vecinos y, previsiblemente, tardar¨¢ mucho tiempo en agotarse", as¨ª que m¨¢s vale que pongamos todo el empe?o en Espa?ol, SA, no fuera que alguien nos quitara el mercado o no pudi¨¦ramos poner nuestro producto en la mejor estanter¨ªa del mercado global. Adem¨¢s, no valen excusas ya que en Espa?a "todos los espa?oles podemos entendernos con suma facilidad en una sola lengua..., si queremos hacerlo", y ser¨ªa una bobada (de precio caro) promover la presencia de otras gram¨¢ticas, lenguas y hablantes.
Lodares hace malabarismos con el concepto de "comunidad ling¨¹¨ªstica" e intenta argumentar que en Espa?a toda la poblaci¨®n goza de una lengua com¨²n. Compara la situaci¨®n con otros pa¨ªses de "comunidad ling¨¹¨ªstica" (por ejemplo, Francia e Italia) y, cual director de marketing de una empresa que se alegra de que otro producto no venda, se alegra de lo que ha ocurrido en tales pa¨ªses: las lenguas minoritarias se reducen cada vez m¨¢s a perif¨¦ricas, mientras que las lenguas que hacen "comunidad ling¨¹¨ªstica" son cada vez m¨¢s populares. Lodares no se da cuenta de que en la definici¨®n socioling¨¹¨ªstica de lo que ¨¦l denomina "comunidad ling¨¹¨ªstica" el espacio sociopol¨ªtico compartido es s¨®lo uno de los aspectos que definen tal comunidad. En realidad, como explican los socioling¨¹istas Emili Boix y Xavier Vila, factores como el conocimiento de lenguas, la intensidad de interacci¨®n y las ideolog¨ªas compartidas son aspectos tan importantes o m¨¢s que la lengua supuestamente compartida para definir una comunidad ling¨¹¨ªstica.
Poner una etiqueta de precio a las lenguas y sus comunidades se corresponde con una posici¨®n de laissez faire que puede desembocar en resultados nefastos y que niega al lenguaje cualquier otra funci¨®n que no sea puramente comunicativa e instrumental. Lo que los catalanohablantes queremos y pretendemos es algo tan claro, democr¨¢tico y elemental como poder vivir plenamente en la lengua de nuestra comunidad, sea ¨¦sta peque?a o interplanetaria. Esto, que a Lodares le debe parecer un disparate, ya que va en contra de su modelo econ¨®mico, es lo que han hecho la mayor¨ªa de estados-naciones de Europa, peque?os y grandes. La diferencia est¨¢ en que las naciones cuyas lenguas no han retrocedido por razones econ¨®micas ante otras m¨¢s poderosas y se mantienen sin ninguna dificultad tanto a niveles oficiales como a niveles populares -a la vez que sirven a los inmigrantes para integrarse en los respectivos territorios- son las que tienen un aparato estatal que las apoya. Si nos fijamos en pa¨ªses m¨¢s grandes, por ejemplo Canad¨¢, nos daremos cuenta de que en ese caso el ingl¨¦s tiene un peso indiscutible, pero esto no impide que Quebec defienda su propia lengua, que el Gobierno federal de todo Canad¨¢ sea biling¨¹e y que la radiotelevisi¨®n canadiense ofrezca programas en franc¨¦s e ingl¨¦s para todo el territorio, no s¨®lo para Quebec.
En realidad, el argumento mercantilista de Lodares suena a lo que los socioling¨¹istas Suzanne Romaine y Daniel Nettle, hablando de la disminuci¨®n de la diversidad ling¨¹¨ªstica, han llamado "desatenci¨®n benigna", que consiste en disfrazar de fuerzas de mercado, comunicaci¨®n a escala global y modernizaci¨®n lo que en realidad es fuerza coercitiva y discriminaci¨®n. Argumentar que hay que ceder a la facilidad de que gane el m¨¢s fuerte es equiparar la especie humana al reino animal, vegetal y mineral. Los partidarios de la "desatenci¨®n benigna" frecuentemente aluden al hecho de que las especies animales se extinguen de manera natural y que las lenguas, como entes vivos, tambi¨¦n cambian e incluso pueden morir de muerte natural. Lo que esconde este argumento cuando se aplica al campo ling¨¹¨ªstico es que tal muerte natural nunca es bidireccional, sino que suele ir en beneficio de un grupo y en detrimento de otro. Y los catalanohablantes, vascohablantes, gallegohablantes y dem¨¢s nos preguntamos: ?por qu¨¦ hay lenguas de primera y lenguas de segunda categor¨ªa? La respuesta de Lodares es contundente: las de primera categor¨ªa, las dignas de reconocimiento y de verdadera comunidad, son las que tienen m¨¢s valor econ¨®mico, es decir, Espa?ol, SA.
De nuevo, Lodares presenta s¨®lo una cara de la realidad: con ese tipo de ideolog¨ªa y con la consiguiente pol¨ªtica se logra que unos ciudadanos vivan ling¨¹¨ªsticamente con toda comodidad en cualquier parte del Estado y en cualquier actividad oficial o privada, a costa de obligar a otros a renunciar a su propia comodidad; mejor dicho, a costa de reprimir y humillar a otros durante siglos para que abandonen su propia lengua y hasta lleguen a odiarla. En gran parte, ¨¦sta, y no exactamente o ¨²nicamente la econom¨ªa, es la explicaci¨®n de las estad¨ªsticas actuales que aduce Lodares sobre el n¨²mero de hablantes de catal¨¢n o vasco. En el Estado espa?ol, unos ciudadanos no son iguales que otros en uno de los aspectos de m¨¢s profunda significaci¨®n para las personas. ?Por qu¨¦ ciertos espa?oles pueden ir tranquilamente al cine, a un juicio, a un restaurante, a una farmacia, al Ej¨¦rcito, al Congreso de los Diputados, a la Uni¨®n Europea, a estudiar a una universidad en su lengua y ciertos otros no? No deja de sorprender que Lodares se preocupe por los perjuicios que, seg¨²n ¨¦l, nos acarrea a estos otros espa?oles la defensa de nuestras lenguas, de nuestra identidad: ?no ser¨¢ que teme perder ¨¦l sus privilegios, su comodidad ling¨¹¨ªstica?
Debemos preguntarnos si queremos un mundo en que una o dos lenguas sean las ¨²nicas dignas de presumir de "comunidad ling¨¹¨ªstica" porque se han desatendido benignamente las otras lenguas o si preferimos salvaguardar la riqueza cultural, ling¨¹¨ªstica, art¨ªstica y econ¨®mica de nuestras comunidades; si queremos un mundo en que dominen ¨²nicamente los valores econ¨®micos y la fuerza mayor de unos contra otros, con los consiguientes odios seculares entre comunidades, o si debemos procurar a toda costa la convivencia pac¨ªfica entre todos. La ideolog¨ªa neoliberal, que tanto parece asustar a algunos cuando afecta a los bienes econ¨®micos, ?se ha infiltrado de tal manera en nuestra sociedad que estamos dispuestos a poner precio a nuestras comunidades y a que el mercado decida su precio?
Lloren? Comajoan es profesor de espa?ol en Middlebury College, Estados Unidos. Joan Sol¨¤ es profesor de filolog¨ªa catalana en la Universitat de Barcelona.
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